miércoles, 26 de agosto de 2020

El 26 de agosto de 1723, en Delft, Países Bajos, moría un hombre que sin ninguna preparación científica dio el primer gran paso de la microbiología diseñando equipos de observación y descubriendo el mundo microscópico, ese día se apagaba la vida de Anton van Leeuwenhoek. (EH)

Nacido el 24 de octubre de 1632, en el seno de una familia acomodada que quedó diezmada cuando su padre y hermanas murieron de enfermedades desconocida, Anton, de 6 años quedó a cargo de un tío. A los 16 años, su madre le consigue una oportunidad en un taller de telas en Amsterdam, allí fue aprendiendo el oficio y progresando hasta llegar a montar su propio negocio. La base del éxito de su taller era la calidad de las telas, para controlarlas se valía de una rudimentario soporte de tres lentes de lupas, interesado en ver mas detalladamente las sedas comenzó a fabricar sus propias lupas. Emprendedor y tenaz, no se conformaba con manejar su negocio, estudió agrimensura y enología, tareas por la que recibía ingresos extra. Su holgada situación financiera le permitía dedicar tiempo a sus inquietudes y pasatiempos como perfeccionar las lupas. Se perfeccionó en el pulido de vidrios y adquirió conocimientos de óptica para crear artefactos para ver detalles cada vez mas diminutos. Comenzó con hojas e insectos, cada vez que lograba mas aumento descubría un nuevo mundo plagado de maravillas ocultas a simple vista, por ello se dedicó tiempo completo a perfeccionar los rudimentarios y artesanales microscopios inventados por Zacharias Janssen. Desarrolló tubos de múltiples lentes biconvexas con las que fue el primero en ver protozoos y bacterias, descubrimientos que horrorizaron a la comunidad científica. Anton no tenía un método científico ni una metodología, por ello sus anotaciones eran erráticas y desordenadas, sin embargo decidió compartir su trabajo con la comunidad científica por medio de cartas y artículos que les remitía regularmente. El mundo que aún defendía la teoría de la generación espontánea no estaba preparado para lo que Anton descubrió en 1677 , los espermatozoides, que aún sin ser biólogo no le resultó difícil deducir que eran la llave de la reproducción de los mamíferos. Anton no tenía la preparación académica para interpretar lo que descubría sin embargo fue el primero en ver las grandes maravillas del cuerpo humano como por ejemplo, los glóbulos. Como nunca llevó un registro ni anotación sobre su trabajo se tardaron mas de 200 años en volver a lograr ese grado de perfección en las lentes de aumento. Anton van Leeuwenhoek murió en su ciudad natal el 26 de agosto de 1723, en sus mas de 90 años de vida sembró las semillas para futuros descubrimientos que revolucionaron la medicina y la biología que permitieron duplicar la esperanza de vida de la raza humana.

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