lunes, 17 de junio de 2024

13 de Diciembre de 1907. Buscando agua se descubre Petroleo en Comodoro Rivadavia. Chubut. Argentina


Comodoro Rivadavia empieza a ser un puehlo. Un pequeño pueblo con un grupo de casitas, algún almacén de ramos generales y un hotel-fonda para alojamiento de algunos arriesgados viajantes que se animaron a llegar hasta aquellas lejanas zonas de la Patagonia. Un día de los primeros años del siglo llegó a Comodoro Rivadavia un hombre de empresa. Tenía el propósito de instalar alli un hotel con todas las comodidades previendo las posibilidades progresistas del lugar. Pero, apenas instalado, se encontró con el primer tropiezo serio. No había agua. La idea hubo de quedar para mejor oportunidad, pero, mientras tanto. cuadrillas de obreros, dirigidas por ingenieros, habian  comenzado a perforar la tierra en busca del liquido e indipensable elemento. Con aparatos adecuados se auscultaba el suelo en procura del más mínimo rumor que pudiera anunciar la presencia de agua. En enero de 1907 se llevó al lugar una perforadora. Se apelaba a los elementos más modernos de la época, pero todo parecía inútil. Se llegó a cavar hasta a 400 metros de profundidad, siempre sin resultado. Los flamantes pobladores del pequeño pueblo vivian pendientes de la torre de perforar que en más de una oportunidad cayó por efecto del implacable viento del Sur y obligaba a iniciar nuevamente los trabajos. Los ingenieros no se daban por vencidos. La tarea continuaba. Pero el resultado era siempre el mismo: absolutamente negativo En noviembre comenzó a cundir el desaliento. Se estaban perdiendo ya las esperanzas de poder dotar de agua a la floreciente población, donde muchos se habían radicado plenos de ilusiones y confiados en la riqueza de la zona. La decepción sigue en aumento. El gobernador propone que se traiga agua desde un manantial mediante la instalación de cañerías. La población apoya la idea que llega como una salvación. Ya no quiere ni oir hablar de la torre perforadora que durante muchos meses había engañado sus esperanzas con renovadas promesas incumplidas. Mientras tanto, la colonia sigue su vida y piensa en su progreso. La esperanza en el porvenir alienta a sus pobladores. Se inaugura una escuela, después comienza la esquila. Sólo falta el hallazgo de agua, cuya ausencia era la preocupación de todos. Había que traerla de otras partes y se adquiría sólo con dinero. Pagándola, como si fuera un articulo de lujo Llega diciembre con la misma desesperanza. La población ya no confía en la torre que para su funcionamiento insume la escasa cantidad de agua que allí había y que el pueblo necesita para su consumo. Todo parecía inútil. Pero el ingeniero José Fuchs no quiere creerlo. Tampoco se resigna el administrador de la obra, señor Beguin. El día 13 de diciembre ya terminaba el año el jefe de la misión se va y ordena: "No se perfora más". Aquellos no se entregan. Deciden continuar sus trabajos. El ingeniero Krausse había autorizado perforar hasta el máximo unos 20 días antes, es decir, 500 metros, cuando se había llegado a 481. Ese día, 13 de diciembre viernes la perforadora Fauck, que dirigía el ingeniero Fuchs, llega a 540 metros. De pronto se advierte una corriente ascendente. Luego el asombro. Fuchs y Beguin se miran atónitos. No es agua. Es querosene. El petróleo salía casi refinado. Mantienen en secreto el descubrimiento y telegrafían a Buenos Aires, a la Dirección de Minas: "Aquí no hay agua, pero hay petróleo". La noticia se conoce en la capital antes que en Comodoro Rivadavia. El pueblo se entera cinco días después y engalana sus calles en espontáneo feriado. Mientras, en la capital, la nueva se acoge con frialdad. Apenas si le dan importancia los grandes rotativos. No advertían la trascendencia del descubrimiento. Lo que se buscaba allí era agua. Para la capital, lo importante era encontrar eso. Pero el gobierno nacional, preocupado en esos momentos por la agitación política, resolvió, sin embargo, adoptar ciertas medidas. Dicta un decreto prohibiendo la denuncia de pertenencias mineras y la concesión de permisos de cateo en el puerto de Comodoro Rivadavia, en un radio de cinco leguas kilométricas a todo rumbo, contándose desde el centro de la población. Se evitaba así la posible aparición de aventureros y la eventual explotación del suelo en beneficio de particulares. De allí partió el progreso de una vasta zona patagónica. La explotación del petróleo, descubierto de esa manera milagrosa, fue, desde entonces, una fuente de incalculable valor para acrecentar la economía nacional, y sería una de las bases de su riqueza


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