martes, 15 de abril de 2025

Los leñadores sostienen una sierra cruzada frente al tronco de un árbol gigante. California, EE. UU. (1917).


En 1917, los árboles gigantes de California, como las secuoyas (Sequoia sempervirens) y las secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum), ya eran famosos por su tamaño y longevidad. Estas especies, que pueden alcanzar alturas de más de 100 metros y vivir miles de años, eran un símbolo de la majestuosidad natural de la región. Sin embargo, también enfrentaban amenazas debido a la tala intensiva que comenzó en el siglo XIX. Para principios del siglo XX, una parte significativa de los bosques de secuoyas ya había sido destruida por la industria maderera. En ese tiempo, la tala de árboles no solo se realizaba para el comercio, sino también para fines específicos, como la producción de madera para aviones durante la Primera Guerra Mundial. En 1917, el Ejército de los Estados Unidos estableció la División de Producción de Abeto para suministrar madera, lo que involucró a miles de trabajadores. A pesar de estas actividades, algunos esfuerzos de conservación ya estaban en marcha. Por ejemplo, el Parque Nacional de las Secuoyas fue establecido en 1890 para proteger estos árboles únicos. Sin embargo, muchas áreas quedaron fuera de la protección federal, lo que permitió que continuara la explotación de los bosques

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