Los Colores Jovi: ¿Alguno conoció alguna vez unos que estos símil crayones ? Primero, tenías que calcularle la presión justa a la hora de pintar sino se te quebraba . Bah, en realidad se partían en dos de sólo mirarlos. Qué frustración tan grande.
El “Ilustrar” al final de cada ejercicio: El tan famoso “ilustrar” esperado durante toda la tarea, para desplegar nuestras más grandes dotes artísticas, para alardear de nuestras fibras Mágicas Sylvapen nuevas delante de los que no tenían. Los quince minutos que te daban para hacerlo, se te iban en abrir los tres pisos de cartuchera y sacar las lapiceras de colores, las microfibras, las fibras, los colores de madera, las plastipinturitas Jovi y así podría seguir enumerando el destino del sueldo de nuestros pobres padres.
Mi mamá no me deja: ¿En qué momento dejamos de seguir el divino mandato de nuestras madres y hacer lo que se nos canta? A la pregunta: “¿Me prestás las fibras?” venía como inevitable respuesta: “No, porque mi mamá no me deja”.
Izar la bandera, el primer gobierno patrio y otras yerbas: No recuerdo haber izado o jurado la bandera en la primaria con un verdadero sentimiento latiéndome en el pecho. No sé si les habrá pasado a ustedes pero cuando yo iba a la primaria, todos los 25 de mayo teníamos que ponernos la escarapela. ¿Por qué, Seño? “Porque fue el “Primer Gobierno Patrio”. En ese entonces yo pensaba: ¿Qué es eso? Que le pusiera un poco de onda y sazón. Que nos atrapara con la historia, no con lo que dice el Manual Pedagógico. ¿No les parece que es re fácil explicar la hazaña del General como si fuera un Súper héroe? Te puedo asegurar que no te olvidás nunca más y no tenés que esperar a ser más mayorcito para entender la historia y aquerenciarte con nuestros próceres entrañables. Seguro que hay miles de “seños” copadas por ahí, igualmente
Sacapuntas y no cuchillita: Tu mama no te dejaba que cayeras con una cuchillita a la escuela. Y te morías de ganas de tener una, porque siempre el Nelson Rufino del aula tenía una colección en su haber y se jactaba de lo lindo que quedaban los colores Conte cuando los afilabas con ese instrumento soñado.
El portaminas : Ahora que sos más grande no ves un lápiz ni de casualidad, a no ser que seas estudiante de arquitectura o diseño. Cuando éramos chiquitos lo “top” era llevar portaminas y, obviamente, minas para ponerle cada dos palabras, porque te duraban muy poco.
La película que se formaba en la punta de la plasticola cuando se secaba: Ahhh! No he conocido placer más grande que despegar con los deditos ese poco de Voligoma que quedaba en la punta.
La manualidad para el día de la madre: Tardábamos meses en hacer una mezcla de cartón, engrudo, hilo sisal y flores secas para obsequiarle a la reina de nuestra casa. Obviamente que el dinero para los materiales tenía que salir de tu progenitor, tío, abuela o alguien que no fuera ella. Me estoy imaginando mi cara de ilusión trayendo en la mochila escondido el obsequio para regalársela el domingo con mi mejor sonrisa. Qué dulces supimos ser.
El transportador de lata: Resulta que no te dejaban llevar cuchillita pero te daban esta arma blanca de los útiles.