en la Edad Media, el caballero que besaba a una dama en la boca estaba obligado a casarse con ella.
Los besos tienen una ciencia, la filematología, que estudia los orígenes del beso, los cambios de significado a lo largo del tiempo, clasifica los tipos de besos, los elementos que intervienen y las reacciones físicas y mentales que provoca en besados y besadores.
De acuerdo a estudios antropológicos, el beso como necesidad biológica primero y manifestación cultural después, habría surgido como resultado de la costumbre de las mujeres de la prehistoria quienes, premasticaban los alimentos antes de dárselos, en la boca, a sus hijos pequeños.
Este tocar a otro con los labios habría aparecido como forma instintiva de demostrar afecto y se verifica por primera vez de la madre hacia su hijo. También se habla del inconsciente impulso de succión del bebé y de la costumbre primitiva de olfatearse.
A ello, se sumaría el hecho de que la necesaria proximidad entre las personas que exige el beso permite oler la piel e incluso probar la saliva del otro obteniendo información clave acerca de la compatibilidad biológica y la salud del compañero sexual.
Estos significados básicos se habrían ampliado para demostrar agrado en las comunidades primitivas, para establecer jerarquías, para demostrar obediencia y respeto o para bendecir al otro. Hoy, el beso es el saludo habitual entre familiares y amigos para demostrar afecto y la expresión natural de amor hacia la persona amada.
El beso es un poderoso mecanismo de adaptación presente en más del 90% de las comunidades humanas y tiene centenares de significados de acuerdo a la zona del cuerpo que se bese (la boca, la mejilla, la frente, las manos, los pies, etcétera) y a la cultura en que se produzca.
Sirva como dato que la Biblia es el primer libro que describe perfectamente el beso, con cuarenta alusiones sólo en el Antiguo Testamento. Pero el beso bíblico más famoso es el de la traición de Judas, que besa a Jesús en la mejilla para señalarlo ante los romanos y entregarlo. Este “beso de Judas” aparece en elEvangelio según San Mateo.
Se besaba la mano de una persona de nivel social más alto, de mayor jerarquía en la familia (padres, abuelos o bisabuelos) o de quien tuviera un cargo importante en la Iglesia (cardenales, obispos, el papa); ese beso era muestra de respeto más que de afecto. En la mejilla se besaban dos personas de igual condición como muestra de cercanía.
A las mujeres, para no faltarles al respeto también se les besaba en la mano, en vez de la mejilla, y en la Edad Media, el caballero que besaba a una dama en la boca estaba obligado a casarse con ella.
Por su alto contenido simbólico, en la literatura abundan los besos arrebatados y salvajes llenos de contenido sexual de miles de novelas y poemas; los besos desgarradores dados a causa de una larga separación por un viaje, una guerra o una enfermedad; los besos de los siempre sedientos vampiros o el beso de la muerte que suele enmascararse detrás de una mujer tramposa.
Incluso los cuentos infantiles tienen al beso como elemento mágico. La bella durmiente (cuento de hadas nacido de la tradición popular y puesto por escrito por Charles Perrault y luego por los hermanos Grimm) se queda dormida por el pinchazo de una aguja hasta que el beso de un príncipe azul la despierta;Blancanieves (cuento cuya versión más conocida es también la de los hermanos Grimm) es envenenada con una manzana por la malvada reina y “muere” pero el beso de un príncipe la revive; y todas las princesas que deben besar a un sapo para deshacer oscuros maleficios y salvar a su amado. Hasta en la moderna historia animada de Shrek y Fiona deben besarse para romper otro sucio hechizo. Por eso, el beso es casi sinónimo de magia, magia amorosa.
Patricia Rodón