jueves, 1 de febrero de 2018

Efemérides. 1 de Febrero de 1970. La Mayor tragedia ferroviaria en Argentina. Mueren 236 personas, en la ciudad de Benavídez (provincia de Buenos Aires), colisionan dos trenes.


En 1970 en la ciudad argentina de Benavídez (provincia de Buenos Aires), colisionan dos trenes, dejando un saldo de 236 muertos. Es la mayor tragedia ferroviaria del país hasta la actualidad. El accidente ferroviario de Benavídez de 1970 fue la mayor tragedia sobre rieles de la historia de Argentina. El mismo se produjo entre dos formaciones del Ferrocarril Mitre en el «km 36» del ramal Retiro Mitre - Rosario Norte, cerca de Benavídez, provincia de Buenos Aires produjo la muerte de 236 personas y heridas a más de 400. El hecho se produjo a las 20:30 del 1 de febrero de 1970 cuando un convoy del Ferrocarril Mitre proveniente de San Miguel de Tucumán embistió a otro que se encontraba detenido cerca de Benavídez, en una zona despoblada y con escasa iluminación.

Las investigaciones posteriores concluyeron que el maquinista del primero de los trenes no alcanzó a advertir que otra formación, que había salido de Zárate también con destino a Retiro, se hallaba detenida por una falla en mecanismos.

La colisión fue advertida por vecinos del lugar quienes de inmediato iniciaron los pedidos de auxilio y los primeros auxilios.

El tren número 1016 que viajaba desde Tucumán había partido con destino a Retiro a las 20:00 del día anterior y llevaba en el momento del accidente 48 minutos de atraso. El choque se produjo con el tren número 3832 que había partido de Zárate a las 18:50 y llevaba más de 40 minutos detenido mientras el maquinista y el mecánico trataban de reparar el inconveniente.

La locomotora del tren 1016 se incrustó en el último vagón del tren 3832 destrozándolo casi totalmente y elevándolo sobre la cabina de motores. Como consecuencia del violento impacto no solamente descarrilaron locomotoras y vagones, sino que además el penúltimo y antepenúltimo vagón del tren que se encontraba detenido sólo detuvieron su marcha, separados del que quedó unido con la locomotora, a unos 80 m del lugar del accidente.

Efemérides. 1 de febrero de 1886, Moría un héroe Puntano. Juan Esteban Pedernera


Juan Esteban Pedernera nacio en San José del Morro, actual provincia de San Luis en 1796 y murio el 1 de febrero de 1886 en Buenos Aires fue un militar argentino que fue vicepresidente y presidente provisional de su país en 1861. Participó en la Guerra de Independencia y en las guerras civiles de su país, y ejerció el cargo de gobernador de la provincia de San Luis. En 1815 se incorporó al Regimiento de Granaderos a Caballo de José de San Martín, con el que cruzó los Andes y actuó en las batallas de Chacabuco, Cancha Rayada y Maipú. Bajo las órdenes de Marcos Balcarce participó en la segunda campaña al sur de Chile, combatiendo en la batalla de Bío Bío.

Hizo también la campaña del Perú, donde cayó en manos de los españoles y fue liberado en el Callao. En 1822 contrajo matrimonio con la dama peruana Juana Rosa Heredia Cañas. Participó en las Campaña de Intermedios, luchando Ica, Mirave, Torata, Moquegua y Zepita. En la huida tras el fracaso de la campaña, su barco fue tomado por corsarios españoles y fue llevado prisionero a la isla de Chiloé. Escapó algún tiempo después y se trasladó con su esposa de regreso a la Argentina hacia 1826.

Al mando de un regimiento tomó parte en la guerra del Brasil, pero sólo después de la central batalla de Ituzaingó, por lo que estuvo casi inactivo. A su regreso, apoyó la revolución de Juan Lavalle contra el gobernador Manuel Dorrego, y fue uno de sus jefes de caballería en la batalla de Navarro, en la que fue ascendido a coronel. Luego se incorporó a la división del general José María Paz en su lucha contra Juan Bautista Bustos, luchando en las batallas de San Roque, La Tablada y Oncativo como jefe de una parte importante de la caballería.

Por orden del general Paz, incorporó a su regimiento —a la fuerza— a los soldados del caudillo federal derrotado, Juan Facundo Quiroga. Comandó una campaña por la sierra cordobesa, en que capturó y ejecutó a varios caudillejos federales, como los demás jefes de la represión de la resistencia federal.

Destinado a la frontera sudeste de Córdoba, en febrero de 1831 fue sorprendido por Ángel Pacheco en Fraile Muerto. Los soldados federales incorporados a su fuerza se pasaron al enemigo al principio de la batalla, y fue completamente derrotado. Tras la captura de Paz, siguió al general Lamadrid en su retirada a Tucumán, donde fueron derrotados en la batalla de La Ciudadela. En sus memorias, Lamadrid culpó a Pedernera de esa derrota, porque una maniobra inesperada suya causó el desbande de sus tropas. Emigró a Bolivia y Perú, donde le reconocieron sus antiguos servicios y sirvió en las filas de la Confederación Perú-Boliviana en la guerra contra Chile y los restauradores peruanos hasta su disolución en 1839.

En 1840 regresó hacia La Rioja para luchar contra el gobierno del general Juan Manuel de Rosas, enviado por la comisión argentina de emigrados antirrosistas, para ser el jefe de estado mayor del caudillo local Tomás Brizuela; éste lo ascendió al grado de general. Tras algunos desencuentros con Brizuela, se unió a las fuerzas del general Lavalle. Fue el jefe de la más importante división de caballería en la batalla de Famaillá, en que los unitarios fueron completamente derrotados. Acompañó a Lavalle hasta San Salvador de Jujuy, donde éste fue muerto por una partida federal, y se encargó del mando de las tropas que huían a Bolivia, llevando también el cadáver de Lavalle. En el camino, como el cuerpo comenzara a descomponerse, ordenó descarnarlo para huir con sus huesos hasta Potosí.

Regresó al Perú, incorporándose al ejército de ese país, con el grado de general. Permaneció allí trece años. En 1855 fue electo senador nacional por San Luis en el Congreso de Paraná. Un año más tarde fue nombrado comandante de la División de Ejército Sur, con sede en San Luis. En diciembre de 1858, al conocerse el asesinato del general Nazario Benavídez, ocupó con sus tropas la provincia de San Juan y aseguró la intervención federal a esa provincia.

En 1859 fue elegido gobernador de su provincia; se dedicó casi exclusivamente a organizar fuerzas militares para defenderse contra la agresión del Estado de Buenos Aires. Participó en la batalla de Cepeda, que obligó a Buenos Aires a unirse al resto del país, en octubre de 1859. Formó parte de la comisión que firmó el Pacto de San José de Flores con el gobierno porteño.

Poco después fue elegido para integrar la fórmula presidencial como vice de Santiago Derqui, que derrotó a la unitaria de Mariano Fragueiro y Antonino Taboada el 6 de marzo de 1859. Asumió la vicepresidencia y debió reemplazar a Derqui en varias oportunidades; especialmente cuando éste se trasladó a Córdoba a dirigir la intervención y a preparar el ejército para el nuevo enfrentamiento con Buenos Aires.

Después de la derrota de Justo José de Urquiza en la batalla de Pavón, en 1861, y tras la defección de Urquiza, Derqui se retiró del país, dejando una carta que fue interpretada como su renuncia. Pedernera asumió como presidente, con la intención de convencer al ex presidente de enfrentar a los porteños. Pero todo fue en vano, y tras la derrota de Cañada de Gómez, declaró caduco el gobierno de la Confederación, dejando abierto el camino de Bartolomé Mitre al poder. Había sido presidente durante 38 días.

Se retiró a la vida privada en San Luis, y falleció en Buenos Aires el 1 de febrero de 1886. Sus restos están sepultados a los pies del imponente monumento ecuestre inaugurado en 1915, y que honra su figura en la Plaza Pedernera de la localidad de Villa Mercedes, en la Provincia de San Luis.

Efemérides. 1 de febrero de 1930: Nace María Elena Walsh en Ramos Mejía (Pcia. de Buenos Aires); renovadora de la Canción infantil y autora de varios libros de poemas. Foto: La escritora Maria Elena Walsh en la librería 'el Ateneo' donde se reúnen varios escritores para firmar sus libros a los lectores que lo solicitan con motivo del día de la Primavera, 21 de septiembre de 1962.


domingo, 14 de enero de 2018

Mendoza, la que acunó la libertad Aquí, un retrato histórico de los tiempos en que todo un pueblo se esforzó para proveer al Ejército de los Andes.

El país al que regresamos continuamente a través de homenajes a la Gesta Libertadora tuvo particularidades fascinantes y cotidianas que se pierden en el esplendor de la epopeya. Recorrerlo a través de los ojos de diversos viajeros nos acerca aun más al mismo, descubriéndonos agazapados en sus caminos polvorientos.  Hasta 1810 las provincias tenían un gran comercio e independencia económica. “Había industrias; en Buenos Aires ninguna”, apunta Mariquita Sánchez de Thompson. De Corrientes llegaban lienzos a la capital virreinal; de Córdoba, frazadas y ponchos; de Mendoza, unas alfombras muy requeridas, vino y gran cantidad de frutas secas.  Una de nuestras especialidades eran las pasas de uva secas a la sombra, eran verdes a la vista y muy requeridas. También enviábamos dulces, sumamente apreciados porque era complicado conseguir frutas durante algunas épocas del año. Además destacaban nuestras aceitunas, almendras y nueces.  Con la Revolución de 1810 “nos abrimos al mundo” y esto atrajo a muchos británicos. El fin mercantil detrás de las Invasiones Inglesas –producidas poco antes– cristalizó: nuestras tierras se llenaron de manufacturas británicas, ahogando la producción regional.  Esto –entre otras variables– generó una fuerte crisis en las economías locales. Sánchez de Thompson lo describe a la perfección en carta a su hija Florencia: “... Yo he conocido a estas provincias ricas, más industriosas que Buenos Aires. La Independencia ha sido para ellas una ruina”.  En la actualidad la innovación urbanística estrella son las bicisendas. Por entonces la novedad era otra: se colocaban postes unidos con sogas de cuero a lo largo de las aceras. Buscaban así salvaguardar la integridad física de los peatones cada vez que se desbocaba un caballo. Aunque no existían bocinas, la calle era sumamente ruidosa, ya que, debido a la falta de elásticos en los carros, se oía un rechinar constante y molesto. Fueron años de cambios en las costumbres, principalmente para Buenos Aires, debido a la apertura del puerto y la llegada masiva de elementos extranjeros.  Hasta aquí algunas generalidades, pero ¿cómo era nuestra provincia por entonces? La Mendoza testigo de San Martín fue retratada en crónicas de diversos extranjeros, cuya lectura resulta fascinante para quienes tenemos cierta debilidad por el terruño.  En este camino hallamos a sir Francis Bond Head, ingeniero militar que sirvió a la armada británica entre 1811 y 1825. Se encontraba en Edimburgo cuando –a mediados de la década de 1820– se le propuso hacerse cargo de una exploración de minas en las provincias del Río de la Plata. Llegó a estos parajes buscando plata en Uspallata. Sobre la ciudad escribió: “Mendoza –relata– es una ciudad pequeña y aseada. Todas las calles están trazadas en ángulo recto; hay una plaza cuadrada [actualmente: plaza Pedro del Castillo] en uno de cuyos lados se levanta un gran templo [actualmente: Ruinas de San Francisco] (...). Las casas son de una planta, todas las principales con puerta cochera que da al patio rodeado por habitaciones. 
“Las casas son de barro con techos del mismo material; las paredes blanqueadas le dan aspecto limpio, pero el interior, aunque blanqueado, parece un granero inglés (...). Tienen vidrios en las ventanas, pero la mayoría carece de ellos”.  Casi todos los hogares poseían pequeños negocios, los precios eran bajos –en comparación con otras zonas– y se vendían telas de origen británico.  Con la Revolución de 1810 nos abrimos al mundo y esto atrajo a muchos británicos. El fin mercantil detrás de las Invasiones Inglesas cristalizó y nuestras tierras se llenaron de manufacturas británicas.
Cómo se veía a los mendocinos
Sir Francis describió a los mendocinos como seres de “aspecto muy tranquilo y respetable”. Por entonces ocupaba la gobernación Juan de Dios Correas, a quien se refiere como un anciano con “maneras y aspecto de caballero; y varias hijas lindas”. Tiempo antes el general Juan Galo Lavalle coincidió con esta apreciación y desposó a una de ellas, Dolores, definida por Pastor Obligado como la “hermosa mendocina” de abundante cabellera negra, fisonomía delicada y dulzura en el trato.  Pero estas muchachas no fueron las únicas que llamaron la atención del visitante: “A las mujeres solamente se las ve de día sentadas en las ventanas en completo deshabillé, pero a la tarde van a la Alameda vestidas con muy buen gusto en traje de gala con cola, completamente al estilo de Londres o París”. Consideró a los habitantes de estas tierras el mejor ejemplo de amistad: “La manera en que toda la gente se reúne demuestra mucho sentimiento de bondad y compañerismo, y por cierto nunca vi menos rivalidad manifiesta en ningún otro lugar”. Pero también un paradigma en cuanto a pereza, debido a las grandes siestas.
“Era realmente singular –señala– pararse en una esquina y encontrar en todos los rumbos soledad tan completa en medio de una capital de provincia. El ruido producido al caminar era semejante al eco que se oye cuando uno se pasea solo por la nave de una iglesia o catedral, y la escena parecía de las desiertas calles de Pompeya (...). Al pasar por algunas casas siempre oía ronquidos”.
Sir Francis se aburrió desmedidamente y terminó asegurando que no había nada mejor para hacer en Mendoza que dormir. Aun así se dio un par de vueltas por la Alameda. “El paseo a menudo se ilumina de un modo sencillísimo con linternas de papel, en forma de estrellas, y alumbradas por una simple candela. Toca generalmente una banda de música (...). Siempre iba como extranjero cabal a la Alameda para tomar helados”. Los helados eran entonces una novedad llegada de Chile. Muchos los llamaban “nieves” y Buenos Aires aún no los conocía. En esta época los viajes se realizaban por motivos específicos, como científicos, laborales o militares. El turismo no existía y tuvo sus primeras expresiones recién a fines del siglo XIX. 
Los hospedajes no eran de lo mejor
Contentar al viajero no era prioridad y las condiciones de hospedaje dejaban mucho que desear. El inglés Peter Schmidtmeyer lo especificó en sus escritos. Sumamente decepcionado de su paso por Mendoza en 1821, encontró aquí lo mismo que en otras provincias, en un viaje desde Buenos Aires a Santiago de Chile.  Según su experiencia, el viajero no podía pretender nada bueno, ni amable: “Un refugio cerrado, una mesita sucia, una silla rota, un cuero en el suelo para acostarse, una pared agrietada y un techo podrido para ventilación es lo que puede esperar, y pronto los encontrará lujosos. Descenderá a este ‘cuarto del viajero’ (...) separado de la casa de la posta. A la noche se entrará allí su equipaje y raramente haya otra cosa para darle la bienvenida que pulgas, chinches y mosquitos (...). En cuanto al desayuno, su consistencia a menudo no excede en este país la de algunos mates y un cigarro (...). De noche hay que atrancar la puerta, si la hay, y tener armas de fuego listas por temor”.
Esta era la Mendoza desgastada por el esfuerzo de abastecer al Ejército de los Andes, ciudad simple pero adornada por laureles. Una capital lejana y polvorienta que no hacía mucha gracia a los extranjeros, pero de la que debemos estar orgullosos: acababa de parir libertad.
Fuente: http://losandes.com.ar/article/view?slug=mendoza-la-que-acuno-la-libertad
Por Luciana Sabina

Orden de José de San Martín dirigida al Fray Luis Beltrán, para la construcción de herraduras. Mendoza, 11 de noviembre de 1816.


Al Comandante General de Artillería
Disponga V. se construyan en la Maestranza del Estado mil pares de herraduras de caballo [...] mitad entre manos y pies. 
Dios guarde a V. muchos años.
Cuartel General de Mendoza, noviembre 11 de 1816.
José de San Martín

Steve Mcqueen en el set de Nevada Smith. (1966)


viernes, 12 de enero de 2018

Efemérides. 12 de enero: Día del trabajador pizzero. Foto: Pizzeria Las Cuartetas en calle Corrientes, Buenos Aires. Septiembre de 1958


El Carrito de las Novedades. (Ambulante) Ciudad Capital de Mendoza (año 1931)


Formación del primer equipo de l Club Sportivo Godoy Cruz. (año 1931) Mendoza

Integrantes: Castellani, Pozzoli, González, Artal, Suárez, Fernández, Ochoa, Otarola, Ferreira, Quinteros, García

Camión Regador de la Municipalidad de Godoy Cruz. Marca Ford, capacidad 2500 litros. (año 1931) Mendoza


Servicio que brindaba la empresa de Ómnibus CITA. Desde la Ciudad de Mendoza hacia el Parque General San Martín, haciendo un recorrido por este paseo. (año 1931)


Dúo Los Trovadores de Cuyo. Los celebrados cultores del folclore regionalista. Cuadros y Morales.


Aeródromo Presidente Rivadavia en Morón (provincia de Buenos Aires) la máquinas alistadas que participaron de la Gran carrera Interprovincial. (año 1932)


Armonía, Belleza y Líneas... La simetría de la posición de este grupo de lindas bataclanas. (año 1931) Mendoza


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