La tradición del uso del bastón de mando proviene de la Antigüedad. En los pueblos más remotos era el símbolo de liderazgo. A nuestra tierra llegó por ser una costumbre del ceremonial español. En América era símbolo del poder militar. Por eso lo portaban los gobernadores y también los virreyes. La Revolución de Mayo puso fin a la práctica, pero se retomó cuatro años más adelante, cuando volvió a usarlo el primer Director Supremo, Gervasio Antonio de Posadas. Lo imitaron los siguientes directores supremos y los presidentes.
Incluso hubo algunos que se pasaron entre mandatarios. En 1910, Roque Sáenz Peña usó el mismo que había tenido su padre, Luis Sáenz Peña, entre 1892 y 1895; quien, a su vez, lo heredó de su padre, Roque Julián Sáenz Peña, ministro de Rosas.
Como obsequio por la asunción del mando, Urquiza le envió a Sarmiento el bastón que el sanjuanino usó en su presidencia. A su vez, Mitre le obsequió su bastón de gobernador de Buenos Aires a Urquiza, durante su visita al Palacio San José, de Entre Ríos. Otro caso curioso se dio entre los presidentes Julio Argentino Roca y Federico Errázuriz. El argentino y el chileno intercambiaron sus bastones cuando se firmó el tratado de paz entre las dos naciones, en 1899. Por último, Carlos Pellegrini celebró sus bodas de plata con Carolina Lagos mientras era presidente. Su hermano Ernesto le regaló una miniatura de marfil, donde se ve una imagen de la infancia de Carlos, pero con el bastón y la banda. Sí, lo que llamamos photoshop ya existía.
A partir de 1932 se establecieron normas para la confección del bastón presidencial. La madera debía ser preferente de caña de Malaka y tenía que barnizarse. La empuñadura, de 8 centímetros de largo, debía ser de oro macizo (18 quilates) y contener el escudo nacional esmaltado. El regatón (que recubre el extremo inferior del bastón), también tenía que ser de oro. En cuanto a la longitud, depende de la altura del mandatario.
No siempre se han cumplido estas normas. Es, por ejemplo, el caso del presidente Arturo Illia, quien prefirió usar el mismo que portaron los Sáenz Peña.
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