La genial estrategia militar de José de San Martín consistía en asentar al Ejército Libertador en Chile y desde allí navegar al Perú. Luego del triunfo de abril de 1818 en los campos de Maipo –o Maipú– logró consolidarse la primera etapa. Sin embargo, los graves acontecimientos políticos que sucedían en ambos lados de la cordillera ponían en riesgo la campaña a Lima. Más aun, el gobierno de las Provincias Unidas ordenaba el regreso de los hombres que habían partido de Mendoza en 1817.
Con gran esfuerzo debido a su salud seriamente quebrantada, San Martín repasó los Andes el 14 de febrero y se instaló en Mendoza el 23. Su intención era destrabar el conflicto generado con su ejército por quienes se disputaban el poder.
En octubre, San Martín partió rumbo a Buenos Aires con el objetivo de entrevistarse con el flamante Director Supremo, José Rondeau. Sin embargo, las noticias recibidas en el trayecto –referidas a levantamientos insurgentes en Tucumán y Córdoba– lo hicieron volver sobre sus pasos. Regresó a Mendoza donde sufrió un serio desmejoramiento de su salud. Envió una carta a Rondeau manifestándole que estaba muy enfermo para seguir al mando del Ejército. Le recomendó que encontrara un sustituto de inmediato y le anunció que pasaría a Chile, para tomar baños termales.
Estaba dispuesto a cruzar la cordillera, pero apenas podía mantenerse en pie. El general Rudecindo Alvarado le ordenó a fray Luis Beltrán que construyera una camilla, lo más cómoda posible, para trasladar al general a través de los Andes. El fraile la terminó en un par de días y se abocó a reunir víveres y abrigos. Alvarado dispuso que sesenta granaderos acompañaran al jefe, turnándose para cargar en sus hombros la camilla con el ilustre enfermo.
La travesía se inició el 28 de diciembre. A la cabeza marchó el fraile, junto al médico personal de San Martín, el doctor estadounidense Guillermo Colesberry. Además de los sesenta granaderos, dos sargentos estaban encargados de velar el sueño del comandante. Se turnaban por la noche para atender como enfermeros cualquier necesidad del convaleciente.
El viaje demandó 17 días, ocho más de los que había empleado San Martín cuando pasó a Mendoza en febrero de ese mismo año. Tres semanas en aguas termales lo repusieron. Se instaló en Santiago e inició los preparativos para llevar adelante la segunda etapa de su magnífico plan libertador.
El pintor Fidel Roig Matons reflejó en su obra aquella escena. La célebre cueca “Sesenta granaderos”, del poeta mendocino Hilario Cuadros, evoca a la escolta que acompañó a San Martín en ese cruce.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/personalidades/los-sesenta-granaderos/
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