miércoles, 5 de febrero de 2020

El 5 de febrero de 1597, en Japón, un grupo de misioneros católicos españoles y profetas locales fueron crucificados, lanceados y lapidados por las autoridades del shogunato, a este incidente se recuerda como "Los 26 mártires de Nagasaki". (Efemérides Históricas)

En agosto de 1549 un grupo de sacerdotes jesuitas encabezados por Francisco Javier, Cosme de Torres y Juan Fernández, llegaron a la isla de Kyushu, extremo suroeste del Japón. Tomaron contacto con el soberano feudal Shimazu Takahisa y le expresaron su intención de llevar el catolicismo a todo el territorio japonés, si bien venían preparados para recibir una rotunda negativa, sorpresivamente fueron bien recibidos y autorizados a construir una misión en las afueras de la ciudad de Kagoshima. Las decisión de permitir el ingreso de los jesuitas era una maniobra de Takahisa para recortar el poder de las sectas budistas y facilitar las relaciones comerciales con España y Portugal. La movida de Takahisa no hubiera sido posible sin la aprobación de Oda Nobunaga, principal daimyō del país, pero nada es para siempre, Oda fue traicionado y asesinado por Toyotomi Hideyoshi quién asumió en poder en 1582. A partir de allí la vida de los misioneros se transformó en un calvario, decomiso de pertenencias, golpizas y secuestros de los fieles locales amenazaban la continuidad de los jesuitas en suelo japonés. Toyotomi era reticente a las influencias extranjeras e invirtió la política de su antecesor, a tal punto de promulgar un edicto de prohibición del cristianismo y la inmediata expulsión de los jesuitas. Los pocos que enfrentaron la prohibición fueron condenados a muerte, Los misioneros europeos y sus seguidores, 26 en total, fueron conducidos a la colina Nishizaka, en las afueras de Nagasaki y crucificados, ante cientos de curiosos fueron lanceados y lapidados hasta la muerte. Al parecer entre los asistentes había disimulados fieles de la congregación que desesperados se arrojaron contra las bases de las cruces, al quedar manchados de sangre fueron rápidamente identificados y detenidos. Unos 30 años después, los mártires fueron beatificados, a mediados del siglo XIX los misioneros regresaron y se encontraron con una comunidad de cristianos japoneses que había sobrevivido escondiéndose y silenciando sus creencias, recién allí se decidió canonizarlos, hecho que se concretó el 10 de junio de 1862. Exactamente 100 años después, en el exacto lugar de su martirio, el gobierno de Nagasaki inauguró un monumento para perpetuar el mensaje de los jesuitas de Kagoshima.

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