Lo obvio sería decir que porque arrojaban granadas. Pero a veces lo obvio, no es lo correcto. Lo cierto es que nuestros Granaderos a Caballo, nunca arrojaron granadas.
¿Entonces?.
A finales del SXVII en los ejércitos europeos surgió la figura de un nuevo tipo de soldado de infantería: el granadero. Éstos sí arrojaban granadas, pelotas, cilindros o peras de hierro, cuyo interior estaba relleno de pólvora. Estos artefactos eran grandes y muy pesados. Tenían un pequeño orificio, por donde se acercaba una mecha en brasas, lo que hacía que se encendiera la pólvora, para ser arrojada inmediatamente, porque el estallido era inminente. En muchísimos casos, las granadas estallaban en las manos del usuario. Cómo eran tan grandes y pesadas, y debían ser arrojadas lejos por su poder destructivo, los "granaderos", debían ser de gran contextura y poder físico, para así poder cumplir con su misión. Y si a eso le agregamos que debían portar una bolsa llena de pesadas granadas, el estado físico era primordial. Entonces se empezó a hacer una selección de aquellos hombres que reunían las condiciones físicas para poder ser granaderos. Grandes y fortachones. Esto hizo que esa selección fuese adquiriendo tintes de élite. Sólo los más poderosos podían ser Granaderos. Con el correr del tiempo, esos soldados elegidos se convirtieron en sinónimo de calidad, convirtiéndose en una tropa de élite. Luego, hubo algunos que incluso abandonaron las granadas, y se subieron a los caballos, pero siguieron manteniendo el nombre de Granaderos. Como los "Grenadiers à Cheval de la Garde Impériale" (Granaderos a Caballo de la Guardia Imperial) del Ejército de Napoleón, unidad de Caballeria famosisima por su valor y habilidad en batalla. Eran los mejores de su época. Cuando nuestro Teniente Coronel José de San Martín decidió crear nuestros Granaderos a Caballo, les puso ese nombre como sinónimo de valentía, capacidad y arrojo, no porque arrojaran granadas, sino porque eran un cuerpo de élite, verdaderos elegidos en el arte de la guerra. En la foto vemos una vieja granada, de las que sabían utilizar los viejos granaderos europeos
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