lunes, 17 de enero de 2022

'Puntería para las leyendas'


Algunos países son ricos en leyendas y otros apenas ligaron una humilde anécdota. Entre los que no tienen para tirar para arriba esta Suiza. Apenas tiene una, pero re polenta, la de Guillermo Tell. A decir verdad, todavía hoy se duda si es cierta o inspirada en historias anteriores. Pero no seremos nosotros quienes les pinchemos el único globo de su cumpleaños. Como para que sea un riesgo dudar de su existencia, los amos del chocolate, los relojes y de cuidar la plata ajena, lo han colocado como el instigador de la guerra de la independencia de la Casa de Habsburgo. Por esto es que, Wilhelm Tell esta metido a rosca en la historia Suiza. Antes de proseguir aclaremos que circulan millones de imágenes de Guillermo empuñando arco y flecha, un suizo jamás perdonaría semejante insulto, Tell era un artista de la ballesta. Ahora si vamos a situarnos en Bürglen, un pueblo del Cantón de Uri anexado violentamente al territorio dominado por la Casa de Habsburgo. Para que el pueblo se sintiera querido y respetado en el centro de las plazas se colocaba un sombrero representativo para que los que pasaran se inclinaran mostrando respeto. Tell caminaba con su hijo por la plaza de Altdorf cuando por un dolor de espalda o porque le importaba un bledo no se inclinó. Fue detenido de inmediato, pero era tan popular en el pueblo que el gobernador Hermann Gessler decide imponerle un castigo atípico y cruel. Conociendo su fama como ballestero lo intima a poner una manzana en la cabeza de su hijo y atinarle a 100 pasos para librarse de la ejecución. Calladito pero caliente como una tuba se colocó a la distancia requerida y preparó 2 flechas, la primera dio en el centro de la manzana y todo indicaba a ser perdonado, pero era un poco bocón. Gessler le pregunta para que era la segunda flecha, Tell sin pestañar le dice "-Para usted si llegaba a matar a mi hijo". Por no saber mantener la boca cerrada fue arrestado y remitido a los calabozos del castillo de Küssnacht. Para ello debía ser llevado en barco a través del lago de los Cuatro Cantones. Una tormenta complicó las cosas y Tell aprovechó para cargarse a un par de guardias, huir y esconderse hasta cobrarse venganza. Al parecer no había perdido la segunda flecha ya que al poco tiempo dio con el gobernador y lo ensartó como churrasco de croto. Este hecho marca el comienzo de la revolución Suiza contra sus invasores. Pequeñas Piezas de la Historia, por Gabriel Horacio Blasco Dantuono

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