La Plaza Victoria (Actual Plaza de Mayo), después de 1870, . Ya están instaladas las fuentes a los lados de la Pirámide.

La plaza de Mayo es el principio, el lugar en el que Garay fundó la ciudad; es donde se gestó la independencia, y donde los argentinos nos convocamos como buena parte de nuestra vida cívica. Recorrer su historia permite seguir el rastro de la evolución de la ciudad a través de su plaza pública más importante. La ciudad y la plaza. Nacieron y crecieron juntas. La ciudad se convirtió en la capital del país; la plaza, en la representación institucional de toda la argentínidad. Así, de aquella Plaza Mayor primigenia, que era nada más un terreno seco y polvoriento en verano y barroso en invierno, con gente de todo tipo atravesándolo o comerciando, llegamos a la actual Plaza de Mayo "civilizada" con pavimentos, iluminación, monumentos, mobiliario... y oficinistas almorzando, transeuntes apurados para realizar trámites y continuas manifestaciones de protesta más que de conmemoración. El 11 de junio de 1580, Juan de Garay fundó, por segunda vez, la Ciudad de La Santisima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre en el sitio destinado a la plaza principal de toda urbe hispano americana, de acuerdo con las Ordenanzas de Descubrimiento y Población, dictadas por Felipe II en 1573. Recordemos el rito llevado a cabo -plantar el rollo y la picota, trazar sus márgenes, adjudicar los solares de su entorno, localizar el Cabildo, la Iglesia, el Fuerte y las casas de los principales-, pues lo que perdura es, precisamente, la importancia de los actos simbólicos que se verifican en los edificios circundantes, sumado hoy en día el poder económico de los bancos. O sea, un patrimonio intangible que sobrevive a los muchísimos cambios físicos que sufrió la plaza en ese tiempo.