domingo, 3 de marzo de 2024

Camino cortado por la crecida de un arroyo. (c.1930) San Rafael. Provincia de Mendoza. Foto Juan Pí


La naturaleza se manifestaba, a veces, en forma violenta. Tal, en 1933, fue la erupción del volcán Descabezado, ubicado en la cordillera de los Andes, cuya nube de cenizas causó, al decir de los testigos, que se hiciera de noche en pleno día. En Alvear, a cientos de ki-lómetros de la boca del volcán, no se podían ver las palmas de las manos, ni aun colocándolas a 15cm de los ojos. La lluvia de ceniza cubrió gran parte del sur mendocino; se secaron las aguadas, muchos animales murieron y otros intentaron huir: hacia el sudeste (o hacia La Pampa) las cabras, y hacia el oeste (o hacia las montañas) las ovejas, según recuerdan los paisanos. Estos aspectos geográficos, junto con los sociales y económicos comentados antes, contribuyeron a dar fisionomía propia al sur mendocino. Mezcláronse la mentalidad de frontera tardía y el ascendiente de los militares con la tradición de los criollos y la llegada de los inmigrantes. En ese marco se expandieron las obras de riego para ganar tierra al desierto; se edificaron ciudades; se instalaron explotaciones mineras, agrícolas y ganaderas, y se crearon las bodegas, que dieron un perfil agroindustrial al paisaje. En los clubes y salones se fue modelando la alta sociedad local e hicieron su cauta aparición los primeros intelectuales. El sur mendocino fue creciendo signado por cambios y continuidades; entre las últimas, las más persistentes fueron el aislamiento y la rivalidad con los mendocinos del norte.



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