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sábado, 19 de febrero de 2022

El 1 de Marzo de 1914, en El Plumerillo, Mendoza, moría un hombre que fue un ejemplo de constancia y valor, destacado deportista, científico e ingeniero, fue el pionero de la aviación Argentina, ese día, con solo 38 años moría Jorge Newbery.


Nació el 29 de Mayo de 1875 en la Ciudad de Buenos Aires, su padre, el norteamericano Ralph Newbery quería que conociera su país y lo envió solo con apenas 8 años de edad. Terminado el secundario en la escuela escocesa San Andrés de Olivos, regresó a los EEUU para estudiar ingeniería en la Universidad de Cornell. Se especializó en ingeniería eléctrica en el Drexel Institute de Filadelfia donde fue discípulo del mismísimo Thomas Alba Edison. De regreso a la Argentina fue puesto a cargo de la "Compañía Luz y Tracción del Río de la Plata", puesto que mantuvo hasta su muerte para impedir su privatización. En 1897 ingresa en la Armada Argentina como ingeniero electricista y profesor de natación en la Escuela Naval. Apasionado por el deporte, fue boxeador profesional, campeón sudamericano de esgrima en florete y ostentó el record mundial de velocidad de remos largos. Como científico se destacan sus trabajos sobre las lámparas incandescentes, el grafito y el petróleo. Influenciado por el aviador brasilero Santos Dumont, junto a Aarón Anchorena construyó el primer globo aerostático argentino, "El Pampero", con él realizó el primer cruce aéreo al Uruguay, esta proeza derivó que en 1908 Newbery y Anchorena fundaran el "Aero Club Argentino". En 1909 su hermano Eduardo Newbery se perdió con el Pampero y su cuerpo nunca fue encontrado. Para olvidar la tragedia, Jorge construyó dos nuevos globos, "El Patriota" y "El Huracán", con este último batió el récord sudamericano de duración y distancia al recorrer 550 kilómetros en 13 horas, uniendo Argentina, Uruguay y Brasil. Un club recientemente fundado le solicitó permiso para bautizarlo con el nombre de su globo, Newbery accedió, así nació el "Club Atlético Huracán". En honor a su hermano fabricó el globo mas grande de sud América, "El Eduardo Newbery" de 2.200 metros cúbicos, que años después de su muerte, Bradley y Zuloaga lo utilizaron para un glorioso cruce de la cordillera. A partir de 1912 se dedicó exclusivamente a la aviación, se puso a disposición del ministerio de guerra, gracias a ello, el Presidente Roque Sáenz Peña creó la primera Fuerza Aérea de América Latina. El "Aero Club Argentino" organizó una colecta para la compra de los primeros 4 aviones que fueron utilizados por Jorge Newbery y Enrique Mosconi. El 10 de febrero de 1914, a bordo de un monoplano Morane-Saulnier, Newbery superó el récord mundial de altura alcanzando 6.225 metros. El 1 de Marzo de 1914, previo a un cruce de los Andes, haciendo una demostración en Los Tamarindos, actual Plumerillos, sufrió un accidente que le provocó la muerte, truncando una vida llena de proezas. 

miércoles, 2 de septiembre de 2015

El 19 de Agosto de 1945 el Hospital Central se inaugura como referente en Cuyo Estaba aún en obra cuando se habilitó para atender a los heridos por el terremoto de San Juan, en enero de 1944. Un año y medio después se inauguró oficialmente. Hitos de su historia.


La gran estructura hospitalaria de Mendoza y la región Cuyo, el Central, cumple hoy 70 años ininterrumpidos de servicios. Para celebrarlo, a las 11 se realizará un acto conmemorativo y de reconocimiento a médicos que pasaron por la institución.
El Hospital Central es el último eslabón de la cadena sanitaria provincial y se constituye n el nosocomio de referencia de alta complejidad de la región oeste del país, con alta complejidad, atención de urgencias, además de funcionar como hospital escuela, donde se forman los nuevos profesionales de la medicina.
El difícil comienzo

Los inicios del Hospital Central fueron muy difíciles, complicados y llenos de peripecias. En 1938, un grupo de profesionales y políticos de la época dio forma a un gran policlínico general. La idea de entonces era dar soluciones a la creciente población del Gran Mendoza, que tenía carencias de atención sanitaria. En un predio donado por la familia Calle, comenzó a gestarse el proyecto.

Pero el 15 enero de 1944 se produce el devastador terremoto de San Juan, que causa muertos y muchos heridos. Por orden de las autoridades nacionales y provinciales, se habilita de urgencia el Hospital Central, que estaba en la parte final de su construcción, con el propósito de recibir y atender a la gran cantidad de traumatizados y lesionados que había dejado el fenómeno telúrico en la ciudad vecina.
En las aún no finalizadas instalaciones de la calle Alem se atendieron 577 mujeres y 383 hombres, de los cuales fallecieron 53 personas. 
Luego de la asistencia a los damnificados sanjuaninos, el Central cerró un tiempo para permitir la culminación de la obra, que había quedado inconclusa. Finalmente, el 19 de agosto de 1945, una mañana lluviosa, se produce la inauguración oficial del establecimiento.
A los pocos años de su inauguración ya se había convertido en un referente de la salud pública provincial y de la zona de Cuyo.
A la par, en 1950, se creó la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo. Varias de las cátedras de la carrera se instalan en el Central, convirtiéndose en el principal hospital escuela provincial.
Otros hitos

Hay otros episodios de relevancia en el historial de la institución. En 1965 se instaló la misión sueca encabezada por el doctor Clarence Crafoord y durante la estadía de los científicos y médicos europeos se inaugura el servicio cardiovascular, uno de los más importantes del hospital.  

En 1976 debutan los trasplantes renales de la doctora Elsa Piulat y su equipo, que realizan el primer trasplante renal del interior del país. Con el devenir de los años, llegan los progresos en hemodiálisis, y en 1998 se refuncionaliza toda la institución con una inversión de 30 millones de pesos.
La remodelación de quirófanos se produce en 2004, y el hospital comienza a efectuar trasplantes de córneas para luego incorporar el banco de ojos.
En 2006 se moderniza el servicio de recuperación cardiovascular y se instalan camas inteligentes, monitores de última generación y dos salas equipadas para trasplantes. “Hoy en día el servicio no cuenta con lista de espera”, sostiene un informe oficial.
En 2010 se hace la puesta al día del servicio de hemodinamia, al adquirirse equipamiento de última generación. Hoy el Central es referente en Cuyo en esta materia. 
En 2012 el hospital apunta a la accesibilidad, con la creación de un 0-800 para solicitar turnos desde cualquier punto de la provincia. En la actualidad se reciben 500 llamadas diarias.
El año pasado quedaron inaugurados los nuevos consultorios externos. Después de estar 20 años en la  Terminal de ómnibus, se trasladaron a calle Catamarca. 
Actualmente está en marcha el primer centro de trasplante de médula ósea del interior del país, obra que prevé una inversión de 14 millones de pesos.

Y este año, con un monto de 3,5 millones de pesos, la institución incorporó por primera vez un tomógrafo de alta complejidad para los politraumas de guardia.

Sus actuales falencias

No se puede negar la importancia de este complejo médico, como tampoco que padece carencias graves,  siendo una de ellas el déficit de camas de internación -que se siente y aprecia-. Tanto que es uno de los temas más acuciantes.

Miguel Lanchela (46, vecino de El Plumerillo) es uno de los cientos de pacientes que el domingo aguardaban una plaza para internarse por un problema de columna que sufre.
“Estoy bien aquí, pero esperando con ansiedad que me deriven a Neurocirugía”, dijo el hombre, que permanecía en el hospital de día de la institución. A su lado, su amigo Rubén Díaz (50) comentó que aunque es afiliado a OSEP, consideraba que “el Central es el mejor hospital de la provincia”.
En la guardia general del gran efector, Guillermo Weber (35), jefe del servicio en esa jornada de feriado y por ende circunstancial titular del establecimiento, dijo sentir un gran reconocimiento por trabajar en el hospital.
“Todos, hombres y mujeres, nos desempeñamos con una gran vocación, de otra forma no se podrían enfrentar las dificultades diarias, que son muchas. Aunque estamos bien equipados, debe reconocerse que hay déficit en la cantidad de camas de unidades críticas y no críticas, como por ejemplo en el área de terapia intensiva”.    
El jefe del Centro de Enfermedades Cardiovasculares, Orlando Carusso (66), reconoció por su parte “el compromiso humano de los empleados por encima de los avatares políticos coyunturales. Nuestra premisa es brindar la mejor atención posible a la gente, dando lo mejor de cada uno y con los últimos aportes de cada especialidad”. Agregó que pronto se pondrá en funcionamiento el Programa de Atención del Infarto en la Red Pública Provincial.
Entrevistada la enfermera Catalina Maurino (53), también dijo que sentía un orgullo muy grande de trabajar en el Central. “Hace algunos años me desempeñé en el ex Hospital Ferroviario y al ingresar aquí nunca me imaginé que iba a prestar servicios en un hospital con tanta complejidad”, manifestó la trabajadora. 
http://www.losandes.com.ar/article/el-hospital-central-cumple-70-anos-como-referente-en-cuyo

domingo, 8 de enero de 2017

San Martín y el Ejército de los Andes La formación del ejército de los Andes exigió una política de reclutamiento de la población masculina de Mendoza, San Juan y San Luis.

San Martín en la ínsula cuyana 
La efímera conducción del Ejército del Norte y la inminente derrota de la revolución chilena convencieron a José de San Martín (y a otros hombres de la Logia, como Tomás Guido) que la acción militar sobre Lima debía prever una estrategia combinada que hiciera la guerra en Chile, y que avanzara por vía marítima al Perú. Dicha empresa requería de una organización armada compacta, con unidad de mandos, y profesionalizada, es decir, con recursos suficientes para sostener el adoctrinamiento militar y asegurar el suministro de salarios, equipos, y pertrechos de guerra. Tal ingeniería militar requería lugar y tiempo para su ejecución por lo que las ciudades cuyanas ofrecían un escenario propicio porque, a diferencia de otras “Provincias Libres del Plata”, habían estado ausentes del teatro y las fatigas de la guerra, y por su proximidad con Chile. Mas aún cuando se sabía que los chilenos mantenían “la idea de la independencia radicada en sus corazones”.
San Martín llegó a Mendoza, la capital de la Gobernación de Cuyo, poco antes de la restauración del pendón real en Santiago y en todas las villas del antiguo reino, y una vez conocida la derrota de Rancagua, encaró los efectos de la emigración de miles de patriotas chilenos que esquivaron la represión dirigida por el último de los oficiales enviado por el virrey Abascal desde Lima para sofocar el bastión patriótico. Ese litigio habría de enfrentarlo a situaciones conflictivas en tanto se trataba de una emigración dividida entre los liderazgos de José Miguel Carrera y Bernardo O’Higgins, por lo que al tiempo que dispuso asistencia y protección a los “desgraciados que habían perdido su Patria”, tomó decisiones infranqueables para descomponer el capital político y militar de Carrera en beneficio de O’Higgins, con quien compartía el compromiso jurado en Londres por la independencia de América.
Una vez despejado el desafío carrerino, San Martín volcó esfuerzos para gobernar la jurisdicción, y ponerla al servicio de la organización del ejército. En una de las tantas cartas que le cursó Tomás Guido, quien sería su confidente casi hasta su muerte, le había escrito: “haremos soldados de cualquier bicho”. Ésa sería la tónica que arbitraría la vigorosa militarización que distinguió su gestión. En efecto, en 1814, la única tropa de línea en Mendoza consistía en la reducida compañía de blandengues, radicada en el fuerte de San Carlos y San Rafael, cuyo número osciló entre 42 y 29 hombres; a ella se sumaban milicias urbanas y rurales, “esa gente que no era de guerra” -tal fue la expresión que usó el gobernador-, divididas en cuerpos de blancos y pardos que reunían 280 hombres de infantería y 600 de caballería. 
De insurgentes a independientes
Ese esquema sería modificado sustancialmente en los años siguientes; sobre todo después de reafirmar su liderazgo político, en el otoño de 1815, ante el frustrado intento de Carlos de Alvear, su rival en la logia, de desplazarlo de la conducción del ejército, y de traccionar decididamente a favor de la destitución del Director Supremo, y condicionar su obediencia al gobierno central y de la Junta de Guerra, a la reunión de un congreso general que declarara la independencia de España. Esa condición resultaba capital para la empresa militar en tanto el cambio de status suponía abandonar la categoría de “insurgentes”, y gestionar la protección de potencias neutrales al sistema de la Santa Alianza erigido en Europa continental que preveía el apoyo inglés. 
Asimismo, la opción por la independencia para San Martín resultaba asociada con sistemas políticos centralizados y/o monárquicos constitucionales (no republicanos), al ser entendidos como los más adecuados para domesticar las disensiones internas del régimen revolucionario (así lo manifestó incluso al mismo Artigas en 1815), y concluir la guerra a favor de la causa de América.  
Un ejército patriota y multiétnico
La afirmación del poder sanmartiniano imprimió un nuevo rumbo a la militarización en Cuyo, y la designación de Juan Martín de Pueyrredón como Director Supremo contribuyó al suministro de recursos para formar el ejército y el sistema de milicias que acompasó su edificación. La formación militar que cruzó los Andes en el verano de 1817, integró 5.187 hombres de los cuales 3.610 eran oriundos de Cuyo que, en abrumadora mayoría, fueron reclutados en el curso de 1815 (2.080 hombres) para robustecer el sistema de defensa local. 
Los noveles reclutas fueron encuadrados con oficiales y tropas ya experimentadas cuyas combinaciones refundaron, o dieron origen a nuevos batallones y regimientos sobre la base de un selectivo y proporcional sistema de reclutamiento llevado a cabo entre 1815 y 1816. 
El sistema de milicias edificado, con asiento en ciudades y poblaciones rurales, estuvo atento a la anunciada (aunque frustrada) invasión realista de la que se tenían noticias por el intermitente corrillo de rumores y espionajes cruzados que conseguían penetrar las nieves andinas, y del cual San Martín haría uso a falta del “telégrafo” que había permitido “la unidad de operaciones” de los revolucionarios franceses para preservar sus fronteras.  Asimismo, el ejército incluyó regimientos de Buenos Aires (el de granaderos y el de negros y libertos), y una porción de soldados y oficiales chilenos sujetos a la conducción sanmartiniana, y sostenidas por el gobierno general. 
En 1816, en el desértico paraje El Plumerillo, se emplazó el campamento militar para facilitar la reunión del personal militar, y de los cuerpos en formación. El entrenamiento militar estuvo a cargo de los jefes y oficiales experimentados, y exigió no sólo de armas, uniformes y equipos, sino también de abastecimiento periódico (carne, aguardiente, galletas y tabaco), de servicios religiosos a cargo de capellanes, y de dinero líquido para saldar en tiempo y forma los salarios de la oficialidad y de la tropa en todas sus categorías. 
Tal empresa dependió de un engranaje institucional y fiscal que incluyó transferencias de la “Caja Nacional”, gravámenes ordinarios y extraordinarios, y recursos locales que sólo en materia de los animales que cruzaron los Andes, reunió 1.500 caballos, y 9.000 mulas. A su vez, las formas de pago del servicio militar, como evocó el general Espejo, lubricaban la cadena de obediencia entre jefes, oficiales, sargentos y soldados, y contribuían a frenar la deserción, y el arco de rebeldías que podían llegar a incluir el motín, la insubordinación o el robo de equipos, pólvora o alimentos. 
En los oficiales y jefes reposaban otras obligaciones como la instrucción periódica, la lectura de las órdenes del día, y el cumplimiento de las normas prescriptas en el reglamento del ejército. La justicia militar casi replicó la reglamentación borbónica y colocó en su cúspide al prestigioso jurista, oriundo de la emigración chilena, el Dr. Bernardo Vera y Pintado, como Auditor de Guerra. 
De igual modo, otros aspectos cruciales de la organización del ejército también reposaron en personajes procedentes de la galaxia de patriotas comprometidos con la independencia de América: el Dr. Diego Paroissien estuvo a cargo del hospital fijo y de campaña, Álvarez Condarco dirigió la fabricación de pólvora; a su vez, personajes menos ilustres ocuparon un lugar de relieve en el montaje de la maquinaria militar, como el ex fraile carrerino Luis Beltrán quien se hizo cargo de la fragua para fabricar cañones, las tejedoras de San Luis, los molineros de Mendoza puestos al servicio de la confección de los uniformes de soldados, y las monjas del Monasterio de María cuyas manos bordaron la bandera que la distinguiría del ejército del Rey, y de la jurada por Belgrano a orillas del Paraná. 
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/san-martin-y-el-ejercito-de-los-andes

martes, 10 de mayo de 2016

El día que Olazábal y Melián se pelearon



En 1812, el capitán José de San Martín esperaba que los hijos de las principales familias de Buenos Aires dieran el ejemplo y se incorporaran al Cuerpo de Granaderos a Caballo que formaba junto con sus compañeros de armas, José Zapiola yCarlos de Alvear.
Entre los muchos jóvenes que se sumaron, mencionamos a los cuñados del jefe, Manuel y Mariano de Escalada, también a Juan Galo de LavalleMariano Necochea y a Manuel de Olazábal (a la derecha, su retrato), quien ingresó como cadete el 7 de enero de 1813, una semana después de haber cumplido los 13 años.
En diciembre, Olazábal participó de la campaña a la Banda Oriental. El joven fue nombrado jefe de la escolta de Alvear y tuvo acciones destacadas, sobre todo, cuando en una retirada del campo de batalla, Zapiola rodó y surgieron cuatro enemigos para capturarlo. Olazábal y dos hombres se lanzaron de sus caballos para pelear cuerpo a cuerpo y rescatar con éxito a su comandante. A comienzos de 1815, con flamantes 15 años, regresó a Buenos Aires ascendido a teniente.
Luego partió a incorporarse al Ejército Libertador que San Martín organizaba en Mendoza. La relación entre el jefe y el subordinado trascendió los límites del campamento de Plumerillo. San Martín cuidaba a Olazábal como a un hijo.
Un día el joven teniente chocó con la arrogancia del capitán José Melián, quien ya sumaba una buena cantidad de años de experiencia militar y venía destacándose por su valentía desde la invasión inglesa de 1806, cuando Olazábal tenía apenas cinco años.
En medio de una discusión, Melián insultó a Olazábal y el joven lo retó a duelo. San Martín se enteró lo que estaba por ocurrir y mandó llamar al joven teniente. En su tienda de campaña le preguntó si conocía cuál era el castigo que recibiría aquel que se enfrentara a duelo con un camarada. El oficial, lejos de ponerse a la defensiva, respondió: “El teniente Olazábal sabrá cumplir la pena que su General le imponga. Pero nadie ha de faltarle al honor de un soldado del General San Martín”. El Libertador se puso de pie y despidió al teniente, evitando mostrar la satisfacción que le había provocado la respuesta.
¿Hubo duelo? Sí. El bravo Melián asestó un sablazo en la rodilla de Olazábal, quien tuvo que pasar días en cama.
En cierta oportunidad, San Martín llegó cabalgando al campamento y vio a Olázabal caminando con una muleta y le preguntó qué le había pasado. El joven respondió que apenas había sido una rodada. San Martín lo miró fijo y en tono paternal le advirtió: “Tenga usted muchos cuidado con las rodadas”.
Esa noche, junto con la comida, el convaleciente recibió una onza de oro, sin remitente. Podía ser anónima, sin embargo, todos sabían que la había enviado su orgulloso jefe.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/familias/el-dia-que-olazabal-y-melian-se-pelearon/

martes, 13 de octubre de 2020

El 13 de Octubre de 1972, en el Glaciar de las Lágrimas, Mendoza, Argentina, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que llevaba al equipo juvenil de Rugby, Old Christians rumbo a Chile, se estrelló causando la muerte de la mayoría de sus ocupantes.(EH)

Los sobrevivientes fueron protagonistas de una de las mas gloriosas proezas de supervivencia durante 72 días, dando origen al "Milagro de los Andes". Cuando el Fairchild Hiller FH-227D con 40 pasajeros y 5 tripulantes partió del aeropuerto argentino del Plumerillo para cruzar hacia Santiago de Chile, enfrentó una dura tormenta que alteró la velocidad crucero, esto indujo al error de los pilotos sobre su posición iniciando el descenso antes de lo previsto. Estando casi 1.000 mts por debajo de lo necesario, al salir de una densa nube, vieron delante del avión la pared del "Cerro Seler". No lo pudieron evitar, lo chocaron perdiendo parte de la cola, en dos sucesivos golpes perdieron ambas alas, una de ellas arrancó una sección trasera con 6 asientos y sus pasajeros amarrados a ellos. El cuerpo principal del avión, apenas un cilindro, cayó mansamente sobre el Glaciar de las lágrimas a 3.500 mts de altura deslizándose hasta golpear un montículo de nieve destrozando la cabina. El piloto atrapado y agonizando les dijo a los sobrevivientes, lo mismo que a la torre de Santiago, "pasamos Curicó", pero eso era erroneo, esto complicó las tareas de rescate y la expedición final. Entre el accidente y la primera noche murieron 17 personas, el día 9 muere otra pasajera, ese mismo día por una radio portátil escuchan que se abandonó su búsqueda. Desolados, muertos de frío y hambrientos, el día 17, luego de largas deliberaciones resuelven que su única salida era comer los cadáveres que los rodeaban. Esa misma noche una avalancha hace desaparecer los cuerpos existentes pero mata a 8 nuevas personas, de las que se alimentaron durante casi 2 meses. Luego de la muerte de un tercer amigo el día 60, Roberto Canessa y Nando Parrado, los mas fuertes y determinados del grupo, emprenden un viaje imposible a través de las altas cumbres hacia el oeste, donde suponían estaban los verdes valles Chilenos. El error del piloto les hizo tomar el peor camino, hacia el este por un camino mucho mas simple hubieran llegado en 2 días a la civilización. Pero tomaron hacia el oeste, luego de extenuantes 55 Km recorridos en 8 días llegan a un Río en la zona de Los Mitenes, pero no pueden cruzarlo y deciden acampar. La mañana del 21 de Diciembre ven en la otra orilla a un arriero que los observa, escriben una improvisada carta donde le dicen quienes eran, la atan a una piedra y la arrojan a la otra orilla. El día siguiente, el arriero Sergio Catalán regresó con un grupo de carabineros que los rescató y enviaron dos misiones a buscar a los restantes 14 sobrevivientes en la montaña, así se comenzaba a escribir "El milagro de los andes". 

martes, 6 de octubre de 2020

Reunión de Videla con Pinochet en la IV Brigada Aérea de Mendoza por el Canal de Beagle


El 19 de enero de 1978 se reunió con Augusto Pinochet en la IV Brigada Aérea en un encuentro que se repitió en Puerto Montt, Chile, el 20 de febrero de ese año. Por entonces ambos dictadores negociaban algún tipo de entendimiento en el conflicto por el canal del Beagle mientras simultáneamente sus representantes diplomáticos negociaban alianzas o neutralidades en Bolivia y Perú, ante lo que suponían un conflicto bélico 'seguro'. Un laudo arbitral británico de mayo de 1977 había adjudicado a Chile las islas Picton, Nueva y Lennox y la junta militar argentina lo declaró “insanable-mente nulo”. El primer encuentro de Videla y Pinochet se llevó a cabo en la Base Aérea de El Plumerillo y -según afirma el dictador argentino en el libro “Disposición Final” de Ceferino Reato- Pinochet ofreció dividir y entregar a Argentina la parte este de las islas Evout y Barnevelt ubicadas al sur de Picton, Nueva y Lennox, a fin de garantizarle a Argentina que Chile no accedería al Atlántico. En esa oportunidad, Videla regaló una cigarrera de plata con un estuche de terciopelo rojo y recibió de Pinochet un plato de porcelana con el escudo del país trasandino. Ambos permanecieron siete horas reunidos, mientras en Mendoza ya eran habituales los ejercicios de oscurecimiento y las ventanas de los edificios públicos permanecían tapadas para dificultar impactos ante eventuales bombardeos nocturnos. Un tramo de la propia ruta a San Juan fue por entonces ensanchado a lo largo de varios kilómetros con la finalidad de emplearse en despegues o aterrizajes de aviones de combate. Un mes después, en el encuentro de Puerto Montt Pinochet se desdijo: “Olvídese lo de la división de las dos islas. La junta militar (chilena) no me lo acepta”. Según Videla, fue Pinochet el que pidió la reunión en Mendoza. Y lo consideró “un mentiroso, ya que la junta chilena era él”. El fracaso de las conversaciones de Mendoza y Puerto Montt provocó una escalada de aprestos bélicos en la Patagonia, aunque la cercanía del inicio en nuestro país del Mundial de Fútbol 78 (en junio) trasladó todas las posibles acciones hacia el segundo semestre de ese año.  Según Videla, tanto el Ejército como la Armada argentinos llegaron a tomar -y luego revirtieron- la decisión de atacar el sur de Chile el 23 de diciembre de 1978. En esa fecha, las Fuerzas Armadas ordenaron el traslado de tropas, el movimiento del portaaviones 25 de Mayo, cambios de disposición de las pistas aéreas y el envío a la zona de armas, municiones…   y féretros, según resumió el propio Videla en su última entrevista en la cárcel.

lunes, 18 de marzo de 2013

Pío Nono en Mendoza. el italiano Giovanni María Mastai (año 1824)


La elección del Papa Francisco como nuevo Pontífice de la Iglesia causó en nuestro país, y especialmente en la comunidad católica argentina, sorpresa y también euforia, a tal punto que muchos salieron por las calles a festejar.


Si bien Mendoza no tiene el privilegio de contar con un Pontífice de su tierra, ha tenido una historia casi inédita porque en 1824, el entonces Giovanni María Mastai Ferreti, quien luego sería el Papa Pío IX (Pío Nono), visitó por unos días nuestra provincia y dejó un rico testimonio escrito.



Radiografía papal



Se llamaba Giovanni María Mastai-Ferreti, nació en Italia en 1792. Procedía de la pequeña nobleza italiana y se ordenó sacerdote en 1819. 



Fue enviado a Chile como parte de la representación apostólica del nuncio Monseñor Giovanni Muzi, en la primera misión en la Sudamérica independiente. Tiempo después de ese viaje fue nombrado obispo de Ímola y en 1846 fue elegido para suceder en el Papado a Gregorio XVI.
Su pontificado fue una cruzada contra el liberalismo y el mundo moderno, a los que intentó contrarrestar revitalizando la religiosidad católica. 



En 1864 condenó todos los "errores" del mundo moderno mediante el Syllabus (que incluía la proscripción del liberalismo, el racionalismo y el cientificismo, así como la renuncia de la Iglesia a reconciliarse con el progreso). Reunió el Concilio Vaticano I, en el que se aprobó el dogma de la infalibilidad del papa. 



 Pío IX murió el 7 de febrero de 1878, con 85 años, concluyendo el pontificado más largo en la historia.



Misión celestial



Desde el puerto italiano de Génova partió la misión apostólica del Nuncio  Juan Muzi  y algunos de sus colaboradores entre ellos Mastai Ferreti. Luego de 91 días de viaje en barco, llegaron a principios de 1824 a la ciudad de Buenos Aires. Allí fueron recibidos por autoridades eclesiásticas y de gobierno para  posteriormente partir con destino a Chile.



En el medio del camino, visitaron varios pueblos y después de un agotador viaje de más de un mes, llegaron a la posta del Desaguadero ya entrando a Mendoza. 



Era febrero de ese año y entre otras cosas, el sacerdote italiano se sorprendió del suelo salitroso que tenía la tierra. Al día siguiente  la comisión partió hacia la posta de Las Catitas, en donde se toparon con un gran temporal.



Mendocinos, lentos y poltrones



Después de recorrer muchos kilómetros y pasar varias postas, el futuro Papa vio a los pobladores de estos lugares como muy tranquilos y haraganes.



Faltaba muy poco para llegar a la ciudad  y se hospedó en la posta del Retamo que -según él- era un palacio al compararlos con los otros precarios alojamientos.



El 16 de febrero la comisión llegó a la ciudad y fue recibida por todo el clero mendocino. Posteriormente Monseñor Muzi y su comitiva fue llevada a la Iglesia Matriz.



Las calles de aquella aldea fueron adornadas con arcos triunfales y flores que se encontraban esparcidas por el suelo. Era un bello espectáculo; muchas personas rodeaban en procesión a toda la comisión.



El sacerdote Mastai Ferreti y demás autoridades se alojaron por varios días en pleno corazón de Mendoza. También dieron la confirmación a muchos fieles.



Antes de partir, los integrantes eclesiásticos fueron recibidos cortésmente por miembros del Cabildo mendocino en la casa del alcalde José Clemente Benegas. Allí se celebró una importante recepción y fueron homenajeados por algunos de los cabildantes con varias poesías en honor a su Santidad, el Vicario apostólico, su comisión y otras prosas que se pronunciaban en contra del liberalismo, que influían en los pensamientos de algunos mendocinos. Un día después de este importante agasajo, la comisión partió rumbo a Chile por el camino del norte en donde fue acompañada por una multitud. 



Cuando pa' Chile me voy

Llegaron a la casa de los Segura en el Plumerillo en donde había un pequeño oratorio y, según la tradición, Mastai Ferreti realizó un oficio religioso. 



El 25 de febrero de 1824 partieron rumbo a Villavicencio en donde se hospedaron en la pequeña cabaña que allí existía para después cruzar hasta Uspallata por el Paramillo. Se alojaron en la posta para seguir por el camino a otros puntos como Punta de Vacas y por Puente de Inca para refugiarse en una de las casuchas, que existen actualmente.  La comisión cruzó  la cordillera y llegó a su destino final. 



El presbítero Giovanni Mastai Ferreti, dejó en sus memoria un histórico recuerdo en su paso por Mendoza.



Tal vez no se imaginaría que varios años después de este viaje sería nombrado Papa con el nombre de Pío IX,  el poderoso pontífice de la Iglesia Católica con mayor permanencia en el trono.
Fuente:
Carlos Campana, las2campanas@yahoo.com.ar

domingo, 4 de septiembre de 2016

Hechos Históricos de Mendoza. El fugaz gobierno unitario de Lamadrid Entró por la actual calle Ituzaingó como un héroe. Hasta le pusieron una corona de laureles y fue nombrado “libertador”. Pero tenía los días contados como gobernador de Mendoza...

Corría 1841; el país se encontraba en una guerra civil entre unitarios y federales. Eran tiempos de gran convulsión política y de sangrientas batallas entre argentinos.
A principios de setiembre de ese año, el general unitario Aráoz de Lamadrid entró a la provincia y tomó el gobierno por solo veinte días, luego que el pueblo mendocino lo recibiera como un libertador, fue vencido en la batalla de Rodeo del Medio por las tropas federales del general Pacheco. 
 Sin disparar un solo tiro
En Mendoza, el caudillo José Félix Aldao fue nombrado por Juan Manuel de Rosas, jefe del ejército combinado de Cuyo y Juan Isidro Maza asumió interinamente el cargo de gobernador. Mientras tanto, el ejército unitario a las órdenes del general Gregorio de Lamadrid, se dirigía a nuestra provincia, después de haber vencido a las tropas federales del general Nazario Benavídez, en la batalla de Angaco. 
Tras esta noticia, el gobernador federal Maza renunció y ocupó su lugar José María Reina, quien asumió el 1 de setiembre de ese año. Por la tarde corrió el rumor que los unitarios estaban a pocos kilómetros de la ciudad. Ante esta situación, las tropas federales, en vez de estar listas para la defensa, huyeron tras saquear casas y negocios.
Esta situación hizo que el gobernador Reina se reuniera con sus funcionarios e intentara defender la ciudad. Al conocer la noticia de la llegada de las tropas de Lamadrid en los alrededores del Plumerillo, una pequeña unidad federal que estaba lista para la defensa, huyeron dejando todo su armamento al enemigo. Sin sus tropas, el gobernador Reina nada podía que hacer.
En la madrugada del día 3 de setiembre una partida del ejército unitario al mando del coronel Ángel Salvadores entró a la ciudad. Inmediatamente, parte del pueblo salió a las calles para apoyar a los unitarios, mientras que el gobernador José María Reina, dejó su puesto y se fugó junto a otros federales. Horas más tarde, Lamadrid -quien estaba a unos cinco kilómetros al norte-  ocupó con su ejército a la ciudad y posteriormente le fue otorgado el cargo de gobernador. 

El libertador de Cuyo
Durante la tarde de ese día,  las calles fueron decoradas con banderas nacionales y el pueblo se juntó en la iglesia matriz para la asunción del mando. 
El general Aráoz de Lamadrid a la cabeza junto a sus tropas hizo su entrada triunfal por la calle de la Cañada- hoy Ituzaingó-  en donde ciento de señoras y señoritas lanzaban flores y gritaban: “¡Vivan los libertadores, mueran los tiranos!” Una de las jóvenes se acercó a él y en el medio de la calle, le dijo: “¿Usted es el libertador? Permítame Vuestra Excelencia coronarlo de laureles como a tal”.
Tomó una corona de flores que llevaba y la colocó en la cabeza de Lamadrid, quien quedó plenamente emocionado. Luego del Tedéum en su honor oficiado en la iglesia principal, partió hacia la plaza Mayor rodeado de señoras y caballeros quienes vitoreaban su nombre, casi le fue imposible poder pasar ante esta multitud.
Varios de sus soldados tuvieron que retirar al gentío  para que el general pudiese entrar en la casa de gobierno para realizar la jura pertinente. Por la noche los vecinos más respetables de Mendoza, realizaron un gran baile en honor a Lamadrid y sus oficiales.
 Los días contados
El general Gregorio Aráoz de Lamadrid, sólo permaneció como gobernador 19 días, ya que el 24 de setiembre de 1841 fue completamente derrotado en la batalla de Rodeo del Medio por las tropas federales del general Ángel Pacheco.
Entre las primeras medidas, puso orden en la ciudad. Luego de una prolija investigación, envió a encarcelar a los saqueadores federales que arrasaron con las propiedades urbanas y de la campaña. Tomó medidas preventivas pensando en un posible sitio que los  federales podrían ejecutar. De esta forma puso orden a una provincia que se encontraba en la total anarquía.
Después del 24 de setiembre, cuando los federales derrotaron a las tropas del general unitario Lamadrid, el jefe de los federales, José Félix Aldao, ocuparía posteriormente el cargo de gobernador de la provincia días antes de su muerte ocurrida el 19 de enero de 1845. 
La batalla de Rodeo del Medio puso en fuga a los pocos sobrevivientes unitarios, incluso Lamadrid, decidieron cruzar la cordillera de los Andes con rumbo a Chile por la ruta de la cumbre. 
El derrotado jefe y sus soldados atravesaron el camino y fueron sorprendidos por un temporal de nieve y viento, el cual le produjo muchas bajas por congelamiento a ese diezmado ejército.
Fuente: http://www.losandes.com.ar/article/el-fugaz-gobierno-unitario-de-lamadrid

domingo, 17 de enero de 2021

HACE 204 AÑOS SE INICIABA EL CRUCE DE LOS ANDES...

Por Eduardo Javier Mundani Osuna

 "Lo que no me deja dormir es, no la oposición que puedan hacerme los enemigos, sino atravesar estos inmensos montes." José de San Martín.

Unos días antes, el 10 de enero, una de las columnas secundarias, la de Cabot, había partido de El Plumerillo para iniciar el cruce.
Pero el día 17 de enero, es cuando las columnas principales, comandadas por el propio San Martín, por el paso de "Los Patos", y la columna comandada por Las Heras, por el paso de "Uspallata", comienzan a internarse en la Cordillera de los Andes.

El Cruce en cifras:
5424 hombres (3 generales, 28 jefes, 208 oficiales, 2105 Granaderos y Soldados de Infantería)
22 cañones transportados (2 obuses de 6 pulgadas, 7 cañones de batalla de 4 pulgadas, 9 cañones de montaña, 2 cañones de hierro y 2 cañones de 10 onzas)
28 km promedio de avance por día
800 km de frente de teatro de operaciones
3000 msnm(altitud) fue la altura media
40 °C de diferencia térmicas entre el día (30 °C) y la noche (-10 °C).

La precaria salud del General San Martín hizo que muchos de los tramos lo hiciera en camilla. Sin embargo, el Cóndor de los Andes sabía de la magnificencia de su empresa, y eso lo llevó a enfrentar todas las adversidades, aún a costa de su propia salud:

"Estoy bien convencido del honor y patriotismo que adorna a todo oficial del ejército de los Andes; y como compañero me tomo la libertad de recordarles que de la íntima unión de nuestros sentimientos pende la libertad de la América del Sur. A todos es conocido el estado deplorable de mi salud, pero siempre estaré dispuesto a ayudar con mis cortas luces y mi persona en cualquier situación en que me halle, a mi patria y a mis compañeros". José de San Martín.

Recordemos y honremos a aquellos valientes, que guiados por la mano del Argentino Más Grande, iniciaron hoy hace 204 la Epopeya mas importante de la Historia Americana, EL CRUCE DE LOS ANDES.

Cruce de los Andes (San Martín y O'Higgins) - Óleo de Martín Boneo (1865)



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