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martes, 6 de febrero de 2018
La curiosa historia de amor del genial paisajista Carlos Thays
Thays fue jardinero, horticultor, ambientalista,
además de artista y científico, y su historia en la Argentina comenzó en 1889
cuando llegó por un proyecto de dos años, pero -como sus plantas- echó raíces y
se quedó para siempre en el país. Convencido de que toda persona rica o
pobre, joven o vieja, tiene el derecho a disfrutar de un espacio público,
creó los parques más conocidos: el Tres de Febrero y
el Jardín Botánico, en Palermo; las Barrancas, en Belgrano; el Parque Centenario;
la Plaza Colón, detrás de la Casa Rosada; el Parque Lezama, en San Telmo; y el
eje Plaza de Mayo y de los Dos Congresos. Pero como una vida puede abarcar
muchas pasiones, Thays además inventó el concepto de parque natural y
así logró preservar el entorno de las Cataratas del Iguazú. También
hizo posible la industrialización de la yerba mate en su tiempo.
El jardinero francés que cambió Buenos Aires
Por esas bromas que tanto le gusta realizar al
destino, el hombre al que Buenos Aires le debe el 80 por ciento de sus
lugares verdes no nació en estas pampas sino en Francia, el 20 de
agosto de 1849. Su padre era un tipógrafo belga establecido en París y su
madre, una joven de Versalles. Thays fue discípulo de uno de los paisajistas
más reconocidos de su tiempo, Edouard André, con el que trabajó por toda
Europa. Fue el maestro quien lo recomendó para realizar el Parque Sarmiento en
Córdoba. Así fue como el discípulo dejó la glamorosa París para
trasladarse a la Argentina. Su plan original era quedarse por dos años,
sin embargo se aquerenció para siempre.
En 1891 lo nombraron director de Parques y Paseos
de la Ciudad de Buenos Aires, pero no fue elegido "a dedo" y mucho
menos por acomodo. Dijo que solo aceptaría el cargo si ganaba un
concurso público abierto a especialistas de todo el mundo. Se impuso
con un proyecto de desarrollo paisajístico urbano que proponía
convertir los bosques de Palermo en un gran paseo urbano, poblar la ciudad de
pequeñas plazas barriales que sirvieran de espacio de encuentropara los
vecinos y crear algunos grandes parques que funcionarían como enormes pulmones
para la ciudad. Y por supuesto no dejar calles sin arbolar ni plazas sin llenar
de flores.
Un amor de película
En una kermesse, Thays conoció a Cora Venturino, él
tenía 41 años, ella apenas 16, pero la atracción fue recíproca. Cora se
convirtió en su esposa pero también en la socia ideal que lo seguía feliz a su
trabajo con una canasta con la merienda.Primero lo hacía sola pero luego se
sumaron sus hijos, Carlos León y Ernestina. Para ellos su padre tenía el
mejor trabajo del mundo: diseñar plazas. La familia entera lo acompañaba
mientras el padre se encargaba de indicar dónde y qué plantar, delineaba
caminos y canteros, diseñaba rejas y obras ornamentales, armaba invernaderos y
hasta corregía o abría artificialmente fuentes o surtidores de agua.
Incansable, llegaba a trabajar más de veinte horas por día; él mismo
dirigía cada obra, pues no tenía equipo de trabajo. Por eso en medio de una
jornada agotadora, se escuchaba un "hup, hup", la manera cariñosa que
empleaba Cora para llamarlo e indicarle que era momento de hacer una
pausa para merendar. Con los años, sus nietos usaron esa expresión como apodo
para su adorado abuelo. Quizá por eso, en tiempos donde los medios de
transporte eran precarios, Cora no dudó en seguir a su marido a
Misiones para ayudarlo en la tarea de organizar el Parque Nacional
Iguazú, aunque esto implicó llegar a caballo hasta las cataratas, y soportar
un clima y un paisaje tan agobiantes como mágicos.
Apasionados por el verde, armaron su hogar dentro del Jardín Botánico de Buenos
Aires, en esa coqueta casita que todavía se conserva y donde hoy
funcionan las oficinas administrativas. Pero la casa no solo era refugio
familiar, sino también el lugar donde el matrimonio creó un centro
científico de relevancia internacional, dedicado al estudio no solo de
la flora argentina sino también de otras regiones del mundo.
Para ser
feliz, es preferible vivir en una cabaña dentro de un bosque que en un palacio
sin jardín
Carlos
Thays
Dicen que "un paisajista debe tener el
entusiasmo de un creador, la sensibilidad de un artista, la inspiración de un
poeta y la paciencia de un sabio". Repasando la vida de Thays esa frase no
fue un dicho sino un hecho, gracias a su tarea convirtió una Buenos Aires gris
y monótona en una suerte de jardín gigante y bello. Y ahí radica su talento:
solo un visionario podía imaginar cómo se verían esos vástagos de apenas 30
centímetros en 100 años. Trajo diferentes especies del norte como
tipas, jacarandás, lapachos, ceibos o palos borrachos y logró que se adaptaran
a una zona tan distinta y húmeda. Con paciencia de artesano criaba los
árboles en el vivero del Jardín Botánico donde planificaba cómo plantarlos,
mantenerlos y cómo se verían al crecer. Así pobló plazas, calles, regimientos y
hospitales con 150 mil árboles y como cada especie tiene una época de
floración, logró que los vecinos siempre puedan ver flores al andar.
Un hombre incansable
En Buenos Aires, Thays realizó 69 plazas y paseos
públicos, pero también otras provincias se maravillaron con su talento. Llevan
su firma los parques 20 de Febrero (Salta), 9 de Julio (Tucumán), San Martín
(Mendoza) y Urquiza (Entre Ríos). Su experiencia y conocimientos sumados a la
perfección de sus creaciones lo convirtieron en el preferido de las élites que
se lo disputaban al momento de contratarlo para embellecer sus propiedades. Así
fue como creó los jardines de unas cuarenta estancias entre las que se destacan
las tres de Julio Argentino Roca: La Larga y La Argentina en Buenos Aires y La
Paz, en Córdoba. Otra de sus obras es la estancia La Candelaria en Lobos donde
se encargó de parquizar 100 hectáreas e introdujo 240 especies. También La
Porteña, la estancia de San Antonio de Areco donde Ricardo Güiraldes escribió
Don Segundo Sombra y que llenó de eucaliptos, cedros del Líbano, robles y una
avenida de acceso con un árbol originario del Mediterráneo, el almez, que
todavía brinda su sombra. Todos estos parques conservan un sello que
los distingue: alrededor de la casa, un jardín de estilo francés,
rígido y geométrico, y el resto del lugar se adentra con el entorno, con un
diseño más libre y natural. Además siempre incorporaba un espejo de agua.
Pero Thays no trabajó
solo para la aristocracia argentina, él lo hacía para todos. Solía repetir que "para
ser feliz, es preferible vivir en una cabaña dentro de un bosque que en un
palacio sin jardín". Por eso, si los vecinos de los barrios le pedían una
plaza, allá iba a diseñarla. Si le solicitaban flores para una fiesta, no
dudaba en mandarles las más lindas y perfumadas. Su tarea era tan espectacular
que lo llamaban el "jardinero de la nación".
Thays se convirtió en un anciano muy alegre que
solía entretener a todos relatando las divertidas vivencias de su vida. Argentino por opción, no
olvidaba sus orígenes y solía cantar canciones francesas o entonar La
Marsellesa. A diferencia de otros protagonistas de la historia argentina, no
vivió la incomprensión que padeció Belgrano, ni tuvo la agitada vida privada de
Sarmiento ni los cuestionamientos de un Rosas o Urquiza. Su tarea no fue tan
ingrata como mandar hombres a la guerra ni tan controvertida como aumentar
impuestos. Fue Thays fue un hombre sabio con un espíritu desprovisto de interés
comercial o gloria personal que "simplemente" creó una arquitectura
tan bella que logró despertar las ganas de vivir en esta ciudad.
Cuando
murió, en Buenos Aires el 31 de enero de 1934, una multitud salió a acompañar
el paso del cortejo al cementerio de la Chacarita. Lo despidieron funcionarios y aristócratas, pero también obreros y
estudiantes, familias y trabajadores.Gente que deseaba expresar su agradecimiento a un hombre que
les había regalado el placer de enamorarse junto a un sendero de flores o de
sentir que Buenos Aires es una sucursal del cielo tapizada de flores de
jacarandá.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/2105385-la-curiosa-historia-de-amor-del-genial-paisajista-carlos-thays
Walt Disney le dió color a Mendoza En 1941, en una visita diplomática, el dibujante llegó a la provincia y paseó por nuestras calles. Los Andes lo entrevistó en exclusiva.
Una de las más memorables crónicas y entrevistas
que fueron publicadas por Los Andes es
la de Walt Disney en setiembre de 1941.
El mentor de un hito del cine que no tiene
comparación, tuvo una relación intensa y afectiva con nuestra provincia. Su llegada a Mendoza fue el 25 de setiembre del 41 y se instaló aquí por
varios días.
La visita fue parte de una gira por Sudamérica que
emprendió Disney, su esposa Lillian Bounds, y 16
colaboradores, entre los que se incluía a la única dibujante
femenina -Mary Blair- que tenía por entonces su compañía.
El propósito de la travesía era una misión
diplomática encomendada por el gobierno de Estados Unidos como parte de la
llamada “Política de buena vecindad”, que tenía por objeto fortalecer lazos
entre nuestro país y el del norte y frenar la influencia de los nazis y sus
aliados, en aquellas instancias de la Segunda Guerra. El viaje comprendía a
Brasil, Argentina, Chile y Perú.
La llegada de Disney tuvo una repercusión
extraordinaria entre los mendocinos. Y nuestro diario dio cuenta de este evento
inusual -el viernes 26 de setiembre- con una crónica y entrevista titulada:
“Walt Disney, que llegara ayer en avión a ésta, ha recogido nutrido material en
Argentina y creará otros personajes”.
La entrevista se realizó en inglés, ya que Disney
no hablaba el español. Y cuenta, textualmente, lo siguiente:
“Hemos entrevistado al extraordinario dibujante.
Cordial, ameno, de simpatía comunicativa, evacuó nuestras preguntas con buscada
llaneza, rehuyendo trascendentalismos. Desde luego, se imponía el interrogarle
acerca de las impresiones que se lleva de nuestra Nación. Al respecto nos
contestó:
-Evidentemente, mi impresión es óptima. Es un gran
país. Lo creo a tal punto que algunos artistas argentinos, que me han insinuado
la posibilidad de trabajar conmigo en Estados Unidos, les he manifestado, sin
eufemismos, que entiendo que en esta república hay elementos de riqueza
suficientes como pa- ra obtener un porvenir mejor. El de ellos, por lo menos, y
lo creo sinceramente de este modo, se encuentra aquí...
-¿Ha sido fructífera su labor en Buenos
Aires?
-En Buenos Aires me he divertido demasiado. Esto es
lo que puedo decir. Mi propósito era el de trabajar intensamente, pero la
diversión me ha dejado poco tiempo. No obstante, he hecho acopio de materiales.
Debo llevarlos hasta Estados Unidos y allí concentrarme para buscar su
aplicación en los dibujos animados. Algunos de mis colaboradores han ido a
Salta con el fin de buscar, asimismo, elementos de orden folklórico, ya en el
terreno de la música, ya en el de la danza o en el simplemente costumbrista.
Durante mi estada en la metrópoli argentina he visitado algunos “ranchos” y he
salido muy satisfecho. Puedo adelantar que algunos de mis próximos personajes
aparecerán tirando boleadoras...
-¿Algunos de sus personajes conocidos?
-No. Tengo la intención de crear uno especialmente
para films de esa índole. Posiblemente me inspire en el quirquincho... Por otra
parte, también me han interesado sobremanera algunas cosas pintorescas del
Brasil, fundamentalmente de extracción popular. No es difícil que recurra al
loro, ave típica de la zona, para que baile un samba... Ya veremos...
-Tenemos entendido que ha contratado al destacado
dibujante argentino Florencio Molina Campos...
-En efecto, aun cuando todavía no haya firmado
ningún compromiso, me he puesto en contacto con él. Creo que Molina Campos
aprehende certeramente el lado cómico de las cosas y consigue la faz risueña
del detalle. Su labor es conocida en Norteamérica, en donde algunas revistas
han publicado sus creaciones. Creo, asimismo, que su producción resulta
interesante porque posee el tipo del gaucho antiguo, cuya filiación es hoy
difícil de encontrar.
Su próxima labor
Salpicada de ocurrencias en que Disney destila un
ingenio sutil, de repercusión directa, prosigue la entrevista. En ella abre
brechas el notable dibujante para añadir conceptos y decir de vez en cuando una
ocurrencia, no por buscar comicidad sino espontáneamente.
Su rostro y sus ademanes se serenan y tornan cierta
gravedad al interrogarle acerca del concepto que tiene del porvenir del dibujo
animado. Su contestación es sobria y sencilla, pero en él se enciende un lógico
entusiasmo. Indudablemente, Disney “siente” su arte.
Contesta en los siguientes términos:
“Una de mis actividades estriba en que tengo a todas
y cada una de mis películas como experimentos. Evidentemente, creo que la
perfectibilidad es inalcanzable, pero entiendo, del mismo modo, que en cada
oportunidad se puede avanzar más. Personalmente, opino que el dibujo animado
tiene un porvenir al cual aun no pueden ponérsele límites. Hay un hecho
evidente: las más notables expresiones literarias han perseguido constantemente
el ideal de la fantasía. Se ha llegado a mucho pero, creo, no a la dimensión
alcanzada por el arte que cultivo. Además, el dibujo animado puede llegar a
zonas que le son vedadas a otras ramas de la cinematografía; las posibilidades
de la fotografía son limitadas. Para demostrárselo gráficamente, quiero decirle
que en “Fantasía” llegamos a la reconstrucción de animales prehistóricos
imprimiéndoles los movimientos que les eran característicos, por lo menos desde
el punto de vista de los especializados en paleontología. Así también, durante
los últimos diez años el dibujo animado ha tomado tal vuelo, ciertamente
insospechado, que esa misma circunstancia afirma la convicción de que su
porvenir escapa a lo que podamos imaginarnos. Desde luego que su perennidad y
su progreso se verán supeditados a la capacidad de los hombres que lo cultiven.
El dibujo animado debe desarrollarse, mantenerse y progresar a la altura de los
tiempos. Por lo demás, su misma función tiende a no restarle vuelos: no debe
servir solamente para solaz, para un momento de diversión; puede lograrse con
él finalidades educativas de gran alcance".
Donald hablará castellano...
Disney creyó, sin duda, que ya había dado mucho
pábulo a la seriedad. Por ello, aprovecha una pregunta para tornar a la
sonrisa. Una de las personas asistentes le pregunta si algunos de sus
personajes hablarán castellano en sus próximas películas. Sonriendo,
responde:
-El pato Donald quiere hablar castellano. Pero les
advierto una cosa: no lo entenderán más de lo que lo entienden ahora, con sus
gruñidos. Su lenguaje no puede ser más universal...”.
Al finalizar la entrevista, ese mismo día Walt, su
esposa y sus colaboradores se alojaron en el Plaza Hotel. Con una agenda muy
apretada -armada por Juan Carlos Alurralde-, visitaron al gobernador Adolfo
Vicchi y luego partieron a visitar algunas bodegas de Maipú y Luján. También
estuvieron en la Facultad de Artes de la UNCuyo y otras instituciones.
El sábado 27 el genial dibujante realizó una
presentación en los cines Avenida y Buenos Aires, en donde concurrieron más de
dos mil alumnos de escuelas primarias.
Paseó por la avenida San Martín, desde la calle Lavalle
hasta Sarmiento, para luego ir al Cerro de la Gloria y el Zoo. Todas estas
visitas fueron filmadas en colores por Disney.
Aquí se marca un hito, ya que es la primera vez en
la historia que la ciudad de Mendoza fue registrada con esa nueva tecnología en
aquel tiempo. Por la noche, los visitantes norteamericanos fueron invitados a
participar en un baile en su honor en el Club Unión.
Walt, Lillian y el grupo, viajaron hacia Tupungato
y visitaron la estancia “Los Árboles” de
Fabián Correas y la finca de Juan Carlos Alurralde. Disney se vistió de gaucho
y por supuesto se comió un buen asado acompañado por excelente vino mendocino.
Además, el creador de Mickey, participó de una
jineteada montando un potro y demostrando una destreza que dejó a todos
boquiabiertos.
El lunes 29 partieron desde el aeropuerto ‘Los
Tamarindos’ hacia Santiago de Chile. “El público los despidió con grandes aplausos”.
Fuente: http://losandes.com.ar/article/view?slug=walt-disney-le-dio-color-a-mendoza
lunes, 5 de febrero de 2018
Efemérides. 5 de Febrero de 1973. Muere a los 36 años de edad, Hernán Figueroa Reyes, en un accidente automovilístico, músico, cantante y compositor salteño de la música folklórica de Argentina.
Hernán Figueroa Reyes nació en Salta, Argentina, el 14 de septiembre de 1936 y murió en un accidente el 5 de febrero de 1973) fue un músico, cantante y compositor salteño de música folklórica de Argentina.
Integró Los Huanca Hua en su primera formación y luego emprendió una carrera solista. Aportó canciones que integran el cancionero popular de Argentina como "El corralero" (composición del chileno Sergio Sauvalle), "Para Villa María" (Hernán Figueroa Reyes - O.Wilson), "Regalos para mamá" (W.Belloso - G.Montenegro), "Disculpe" del escritor y compositor uruguayo H. Ferrari, "Zamba para decir adiós" (Argentino Luna), "Chacarera de un triste" (Hermanos Simón), "Por las trincheras" (C. Chazarreta - A. Giménez), "El tata está viejo" (Rafael Carret), "Tendrás un altar" (A. Polito - I. Diez), "Zamba para no morir" (L.Quintana - N. Ambros - H. Rosales), y sus temas propios "Zamba del cantor enamorado", "Zamba del gaucho guerrero". Aprendió a cantar y tocar guitarra con el folclorista José María de Hoyos. En 1960 integró la formación original de Los Huanca Hua, junto con Juan Carlos de Franco Terrero, Guillermo Urien y los hermanos Chango Farías Gómez y Pedro Farías Gómez. El grupo revolucionó el modo de interpretar la música folclórica, mediante complejos arreglos vocales, introduciendo la polifonía y el uso de fonemas y onomatopeyas para marcar el ritmo. Integró el quinteto hasta 1963, cuando se separó para iniciar su carrera como solista; fue reemplazado por Marián Farías Gómez.
En adelante formó su conjunto con Emilio «Bocha» Martínez, como primera guitarra, Hernán Rapela y Sergio (Capote) Piñero. En 1966 alcanzó su mayor éxito con la canción «El corralero» de Sergio Sauvalle, y obtuvo su consagración en el Festival de Cosquín. Sus principales escenarios de actuación fueron El Palo Borracho y La Peña de Olivos.
El 2 de febrero de 1973 sufrió un accidente de automóvil en el «km 109» de la ruta nacional RN 9, sufriendo graves heridas que le causaron la muerte el 5 de febrero, a la edad de 36 años. Fue padre de 7 hijos: Hernán (h), Carina, Andrea, Martín, Gonzalo, Jimena y Florencia.
Efemérides. 5 de Febrero de 1967. Se quita la vida la cantautora chilena Violeta Parra
Fué una de las principales folcloristas de América, fundadora de la música popular de su país. Nació el 4 de octubre de 1917. Violeta del Carmen Parra Sandoval nacio en San Fabián de Alico o San Carlos, el 4 de octubre de 1917 y se suicido en Santiago de Chile, el 5 de febrero de 1967 fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada una de las principales folcloristas en América del Sur y gran divulgadora de la música popular de su país, a la que enriqueció con su obra. Es miembro de la prolífica familia Parra.
Su contribución al quehacer artístico y musical chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y América Latina. Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros.
En conmemoración de su natalicio, el 4 de octubre fue elegido el «Día de la música y de los músicos chilenos». Además de lanzar al mundo discográfico a sus hijos Ángel e Isabel Parra con el disco Au Chili avec los Parra de Chillán (1963), continuó sus grabaciones con el LP Recordando a Chile (una chilena en París), que incluyó dos canciones compuestas y cantadas en francés, así como también otros temas muy importantes de su carrera, como «Paloma ausente» y «Arriba quemando el sol»; asimismo, en 1962 grabó para el sello Arión una serie de canciones editadas en diversas recopilaciones posteriores. Fue una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como «Violeta ausente».
En 1964 logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente una serie de sus arpilleras, óleos y esculturas en alambre en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre, en una muestra titulada "Tapices de Violeta Parra". También escribió el libro Poesía popular de Los Andes, y la televisión suiza filmó el documental Violeta Parra, bordadora chilena. En este periodo, forjó una firme relación con el antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre, el gran amor de su vida —con el que vivió en Ginebra, compartiendo su tiempo entre Francia y Suiza—, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor: «Corazón maldito», «El gavilán, gavilán», «Qué he sacado con quererte», entre muchas otras.
En esta época, surgieron sus textos más combativos: canciones como «Miren cómo sonríen», «Qué dirá el Santo Padre», «Arauco tiene una pena» y «Según el favor del viento» formaron la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones fueron recogidas en las numerosas ediciones de Canciones reencontradas en París.
Efemérides. 5 de febrero de 1865: El Presidente de Paraguay, Francisco Solano López, pide permiso al gobierno argentino para cruzar territorio correntino e invadir Brasil, pedido que fue negado por el presidente argentino, el General Bartolomé Mitre.
Foto: Retrato de Francisco Solano López. c.1864
Foto: Misión diplomática a Brasil. Bartolomé Mitre acompañado por Manuel Onésimo Molina, Enrique Santos Quintana, Daniel Muñoz, José María Muñoz y José Cantilo, enviados a Brasil por el presidente Sarmiento para negociar el apoyo de ese país a las exigencias argentinas sobre límites con el Paraguay, 1872.
domingo, 4 de febrero de 2018
Efemérides. 4 de Febrero de 1852, mure degollado sin juicio previo tras la Batalla de Caseros. Martín Isidoro de Santa Coloma y Lezica
Martín Isidoro de Santa Coloma y Lezica nacio en Bernal, el 3 de enero de 1800 y fue asesinado en Caseros, el 4 de febrero de 1852, fue un militar argentino. Fue coronel de la Confederación Argentina, y murió degollado sin juicio previo mientras estaba detenido tras la Batalla de Caseros. Era hijo de Ana María de Lezica, casada con Juan Antonio de Santa Coloma, quienes tuvieron en total 13 hijos, entre ellos Eugenio y Martín Isidoro de Santa Coloma. Vivían en una quinta de Quilmes, a 10 km al sur de la ciudad de Buenos Aires, capital del Virreinato del Río de la Plata.
En 1807, la quinta fue tomada por el ejército inglés como cuartel general del general británico John Whitelocke, durante las Segunda Invasión Inglesa al Río de la Plata.
Los descendientes de Santa Coloma donaron la quinta a las Hermanas de María Auxiliadora (salesianas), las que se lograron conservarla. Hoy es monumento histórico de la ciudad de Bernal, en Quilmes (provincia de Buenos Aires). Santa Coloma se unió al ejército de Buenos Aires en 1824, en el cuerpo de los Blandengues de la Frontera, unidad de caballería especializado en la lucha contra los indígenas. Sus primeras acciones en la guerra civil fueron en la campaña en la que el ejército porteño auxilió a Santa Fe contra el general unitario José María Paz, entonces gobernador de Córdoba. Fue juez de paz para el distrito de los Corrales de Miserere en 1834, y también miembro de la Sala de Representantes de su provincia, formando en el partido federal rosista. Ejerció este cargo hasta la revolución de los Libres del Sur y el fallido intento subversivo de 1839, época en que se reincorporó al ejército como teniente coronel.
Después de la invasión de Juan Lavalle a la provincia, se unió a las fuerzas de Manuel Oribe, que lo persiguieron por Santa Fe y Córdoba. Luego de la victoria de Quebracho Herrado, permaneció en Santa Fe, a la espera de los acontecimientos de Corrientes y Uruguay, por lo que no participó en la campaña contra la Coalición del Norte. Mientras tanto, el gobernador santafesino Juan Pablo López se alió con los unitarios; Santa Coloma se retiró a San Nicolás de los Arroyos, y Rosas envió contra Santa Fe a dos ejércitos, uno al mando de Pascual Echagüe y Santa Coloma, y el otro, el que volvía de vencer a Lavalle, al mando de Oribe. En marzo de 1842, Santa Coloma derrotó a López en Monte Flores, y pocas semanas después, nuevamente en Colastiné. El gobernador huyó hacia Corrientes, mientras Santa Coloma y Oribe tomaban la ciudad de Santa Fe.
Echagüe fue nombrado gobernador, pero enseguida pasó el río Paraná. Santa Coloma quedó a cargo de las tropas porteñas y santafesinas hasta el regreso de Echagüe, mientras el 6 de diciembre de 1842, en la batalla de Arroyo Grande, sobre la margen derecha del río Uruguay, el ejército de Manuel Oribe, compuesto de 8500 hombres y bien armado, derrotaba al jefe uruguayo Fructuoso Rivera. Durante este período, Santa Coloma cometió excesos, posiblemente con robos, persecuciones y algún asesinato; los unitarios lo llamaban el «carnicero de San Lorenzo», pero posiblemente era un exceso, al menos en una época en que estos hechos eran normales en ambos bandos.
Al regreso de Echagüe, quedó con sus tropas en la guarnición de la ciudad de Santa Fe. A fines de junio de 1845, Juan Pablo López partió de Corrientes y, cruzando el Chaco, derrotó a Santa Coloma en Calchines, cerca de Santa Fe. El porteño resultó gravemente herido, y se retiró con dificultad hacia el sur de la provincia junto con Echagüe, donde esperaron la ayuda porteña. López gobernó Santa Fe hasta fines de julio de 1845, reuniendo en un solo mes un importante botín por medio de contribuciones forzosas, pero se retiró ante el avance de Echagüe y Santa Coloma. El 12 de agosto de 1845, este último derrotó a Juan Pablo López en Malabrigo, aunque éste consiguió huir con el botín.
Durante el bloqueo anglo-francés del Río de la Plata, Santa Coloma dirigió la defensa de la costa de San Lorenzo contra las incursiones de la flota enemiga, en particular en la Batalla de Punta Quebracho el 4 de julio de 1846, unos 30 km al norte de San Lorenzo, en que combatió como segundo del general Lucio Norberto Mansilla. El cuadro ecuestre de Félix Revol, presente en el Museo Histórico Nacional, retrata al coronel Santa Coloma dirigiendo las tropas de infantería en la Batalla de la Vuelta de Obligado. Organizó luego una guarnición permanente en San Lorenzo. Después del pronunciamiento de Justo José de Urquiza, éste desembarcó en Coronda, dividiendo a las fuerzas santafesinas de Echagüe y de Santa Coloma. Por ello, ambos evacuaron Santa Fe hacia Buenos Aires. Santa Coloma mandó una división de caballería en la batalla de Caseros, el 3 de febrero de 1852. Después de la derrota, se refugió en la iglesia de Santo Domingo.
Domingo Faustino Sarmiento quien más adelante sería presidente de la República, lo sacó de allí, y el abogado unitario santafesino Francisco Seguí, quien sostenía que Santa Coloma le había robado una novia con permiso de Urquiza y sin juicio alguno lo hizo traer ante su presencia al día siguiente y lo hizo degollar.
Similar suerte siguió el coronel Martiniano Chilavert, que fue fusilado ese mismo día, también sin juicio alguno.
Efemérides. 4 de Febrero de 1852, muere Martiniano Chilavert. El Mártir de Caseros.
Martiniano Chilavert nació en Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, el 16 de octubre de 1798 y murió fusilado en Buenos Aires, Argentina, el 4 de febrero de 1852 militar argentino de destacada participación en la guerra del Brasil y en las guerras civiles entre federales y unitarios. Nació en Buenos Aires, hijo de un oficial de milicias. Parte de su infancia y juventud transcurren en España, pero regresó al Río de la Plata con su padre en 1812, en la misma fragata Canning que transportaba a José de San Martín y Carlos María de Alvear.
Ingresó al Regimiento de Granaderos de Infantería, obteniendo el grado de subteniente de artillería. Siguió la carrera de Alvear en 1820, uniéndose a la invasión de Buenos Aires por Estanislao López, y luchando en la Batalla de Cañada de la Cruz y en Pavón Terminó exiliado en Montevideo, de donde regresó en 1821 y renunció al ejército, para completar sus estudios de ingeniería. Fue docente en un colegio secundario y en 1823 participó en la fundación de Bahía Blanca como ingeniero.
Se reincorporó a las armas en 1826 para luchar en la guerra contra el Imperio del Brasil, alcanzando el grado de Sargento Mayor en la artillería. Dirigió una batería sobre el río Paraná y combatió en el regimiento de infantería de Tomás de Iriarte en la campaña al sur del Brasil y en la batalla de Ituzaingó. En noviembre de 1827 impidió una invasión brasileña en la desembocadura del río Salado y participó en la campaña de Fructuoso Rivera a las Misiones Orientales. Allí estaba cuando la revolución de diciembre de 1828, en la que Juan Lavalle derrocó y fusiló a Manuel Dorrego. Al año siguiente se trasladó a Buenos Aires y fue uno de los jefes de artillería en la derrota de Puente de Márquez. Caído Lavalle, lo siguió al destierro en el Uruguay y en sus campañas en Entre Ríos. Ya para entonces era un decidido unitario, aliado de Ricardo López Jordán (padre), Justo José de Urquiza, y consideraba a Lavalle su jefe natural.
Desde 1836 fue el jefe de artillería de los distintos ejércitos de Fructuoso Rivera en su lucha contra Manuel Oribe, luchando en la derrota de Carpintería, acompañándolo en su exilio en el Brasil y, junto a Lavalle, en la victoria de Palmar. Prestó también algunos servicios diplomáticos frente a los representantes franceses y brasileños.
Aunque estaba alarmado por la dependencia en que se ponían los aliados respecto a Francia, siguió a Lavalle en su invasión a Entre Ríos en julio de 1839, como jefe de estado mayor y de la artillería. Pero Lavalle tuvo muchas discusiones con Chilavert, y terminó acusándolo de indisciplina. Éste pasó a unirse al ejército de Rivera, con el que éste invadió Entre Ríos en 1841. Después de la derrota de Arroyo Grande, se exilió nuevamente en el Brasil.
En su última etapa de exilio, al enterarse de la batalla de Vuelta de Obligado (en que una flota coligada de una entente anglofrancesa ataca el territorio argentino), aunque opositor político decidido a Juan Manuel de Rosas, en abril de 1846 le ofreció sus servicios,
"por ser opuesto a mis principios combatir contra mi país unido a fuerzas extranjeras, sea cual fuera la naturaleza del gobierno que lo rige".
En mayo, escribió al general federal y oriental Manuel Oribe:
"El cañón de Obligado contestó a tan insolentes provocaciones. Su estruendo resonó en mi corazón. Desde ese instante un solo deseo me anima: el de servir a mi patria en esta lucha de justicia y de gloria para ella."
En esto también, Chilavert compartía las ideas del general José de San Martín. A comienzos de 1847 regresó a Buenos Aires y se dedicó a reorganizar el cuerpo de artillería. Por supuesto, los unitarios lo llamarían traidor. En cartas a Juan Bautista Alberdi y otros prohombres de la oposición, se defendió con energía; pero no pudo convencerlos de seguirlo.
En el conflicto que enfrentó a Rosas con Urquiza y el Imperio del Brasil, dirigió todas las fuerzas de artillería de la Confederación en la batalla de Caseros, haciendo fuego contra el grueso de las tropas brasileñas hasta agotar la munición. La última resistencia fue la de la artillería de Chilavert y la infantería de Díaz (también unitario). Como se le terminaron las balas, mandó recoger los proyectiles del enemigo que estaban desparramados alrededor suyo y disparó con estos. Y cuando no hubo nada más que disparar, finalmente la infantería brasileña pudo avanzar... y así terminó la batalla.
Habiendo tenido ocasión de escapar, permaneció sin embargo fumando tranquilamente al pie del cañón hasta que lo llevaron frente a Urquiza. Urquiza ordenó su fusilamiento por la espalda castigo usualmente aplicado a los traidores, pero cuando lo llevaron al sitio de fusilamiento, Chilavert, tras derribar a quienes lo arrastraban, exigió ser fusilado de frente y a cara descubierta. Se defendió a golpes, pero fue ultimado a bayonetazos y golpes de culata. De acuerdo a varios autores, todas sus heridas fueron de frente, aunque hay autores que afirman que fue herido por la espalda; todas las fuentes coinciden en que no pudo ser fusilado. Su cadáver permaneció insepulto varios días.
Efemérides. 4 de Febrero de 1846. Batalla de Laguna Limpia. Corrientes
En 1846 el general José María Paz fue completamente derrotado por el general Justo José de Urquiza en el combate de Laguna Limpia, Corrientes. La Batalla de Laguna Limpia fue un combate durante las guerras civiles argentinas, ocurrido en el sudoeste de la provincia de Corrientes el 4 de febrero de 1846, en que el ejército del gobernador de Entre Ríos, Justo José de Urquiza, venció y tomó prisionero al jefe de la vanguardia del ejército correntino, Juan Madariaga.El gobernador Joaquín Madariaga puso su ejército en manos del general José María Paz, que ya en 1841 había logrado un impresionante triunfo en la batalla de Caaguazú en Corrientes. Paz organizó eficazmente a su ejército, y cuando el gobernador entrerriano invadió la provincia, le preparó una trampa en el extremo norte de los esteros del Iberá. Para llevarlo hasta allí tenía que cruzar toda la provincia, de modo que ordenó al jefe de su vanguardia, el hermano del gobernador, que se mantuviera cerca del enemigo, pero sin presentar batalla.
Madariaga se dio cuenta de que llevar a Urquiza hasta el otro lado de la provincia dejaba todo Corrientes en manos del enemigo, y que la población sufriría mucho, por lo que intentó resolver la guerra por medio de operaciones de guerrillas.Pero Urquiza se movió con gran rapidez y lo alcanzó el 4 de febrero, obligándolo a la lucha.
El terreno era favorable a las fuerzas de Madariaga, pero éste no supo sacar provecho de esta circunstancia, y el estrecho callejón por donde debían avanzar los federales se convirtió en un angosto pasillo por donde huyeron los correntinos, llevándose por delante a los ubicados más atrás.
Los correntinos perdieron ciento sesenta muertos, y de entre los prisioneros, a Juan Madariaga, cuyo caballo rodó contra un tronco. Junto al general correntino cayó su correspondencia, por lo que Urquiza se enteró de que Paz lo llevaba hacia el norte.
Urquiza avanzó hacia el norte, saqueando las estancias enemigas a su paso, y antes de enfrentarse a Paz, retrocedió, saqueando media provincia.
El prestigio de Paz quedó muy disminuido por los efectos de la campaña, y Urquiza aprovechó para proponer tratativas de acuerdo a través de Juan Madariaga, que fue puesto en libertad. Las negociaciones con Urquiza enfrentaron al general cordobés con el gobernador, con lo que Paz abandonó la provincia.
Tras la firma del Tratado de Alcaraz y su rechazo por Rosas, la situación se resolvería a fines del año siguiente, en la batalla de Vences. Ésta significaría el fin de la rebelión correntina.
sábado, 3 de febrero de 2018
Efemérides. 3 de Febrero de 1813, muere Juan Bautista Cabral. El Soldado Heróico
Juan Bautista Cabral nacio en Saladas, Corrientes, en 1789 y murió en el combate de San Lorenzo, el 3 de febrero de 1813 fue un soldado argentino, de origen zambo, perteneciente al Regimiento de Granaderos a Caballo, que murió tras el Combate de San Lorenzo al socorrer al entonces coronel José de San Martín cuyo caballo había caído durante el combate. La providencial acción de Cabral en el bautismo de fuego de las fuerzas argentinas figura de manera conspicua en la iconografía patriótica y le ha granjeado fama duradera. Es poco lo que se conoce de la vida de Cabral. Se sabe que nació en la provincia de Corrientes, en el municipio de Saladas en la localidad que hoy lleva su nombre y que era hijo de José Jacinto, un indígena guaraní y la esclava de origen angoleño Carmen Robledo, ambos al servicio del estanciero Luis Cabral.
Cuando contaba con unos 23 años de edad se incorporó al ejército en un contingente reclutado por el gobernador de Corrientes, Toribio de Luzuriaga. Enviado a Buenos Aires, ingresó en 1813 al segundo escuadrón del recién creado Regimiento de Granaderos a Caballo.
De acuerdo a la biografía que transmite Pastor Obligado, su diligencia y capacidad de mando le granjearon galones de cabo para diciembre de ese año, y de sargento al siguiente; la que recoge Bartolomé Mitre en su monumental Historia de San Martín y de la Emancipación Americana, por el contrario, lo hace soldado raso a la fecha del combate.
Independientemente de su grado, su acción crucial tuvo lugar a poco de comenzada la refriega, cuando el fuego enemigo derribó la montura de San Martín y aprisionó a éste debajo del animal. Desafiando la tropa enemiga, que se aproximaba cargando con bayonetas, Cabral desmontó y ayudó al coronel a incorporarse.
Los detalles exactos de la acción no se saben. Pero en algunas interpretaciones, Cabral interpone su cuerpo como escudo entre las bayonetas realistas y San Martín, lo que demostró su gran valentía y honor para salvar al General. Con todo, resultó gravemente herido en la acción. Si bien no murió en el campo de batalla sino en el refectorio del vecino convento de San Lorenzo, utilizado como hospital de campaña tras el enfrentamiento. La leyenda, iniciada en una carta dirigida por San Martín a la Asamblea del Año XIII, le adjudica en su lecho de muerte la máxima "Muero contento, mi General, hemos batido al enemigo": Según Mitre el grado de sargento le fue concedido post mortem en mérito a su arrojo en la batalla. A pesar de que es sabido que no existía en la época tal reconocimiento. El ascenso post mortem, luego de muerto, es establecido en la Primera Guerra Mundial, siglo XX. Por ello y como los familiares de los oficiales recibían una pensión aproximada al 30 por ciento de sus sueldos, San Martín recomienda a la ciudad del Capitán Bermúdez, quien firmaba Vermúdez, y solo a él. La historia lo ha convertido en un héroe nacional, y existen numerosos monumentos erigidos en su honor: figura prominente en el texto de la Marcha San Lorenzo, obra de Carlos Javier Benielli y Cayetano Alberto Silva que expresa «Cabral Soldado Heroico, cubriéndose de gloria, cual precio a la victoria, su vida rinde, haciéndose inmortal. Y allí salvó su arrojo, la libertad naciente de medio continente, honor, honor al Gran Cabral»; notesé que el poeta mendocino al anotar el grado del correntino pone genéricamente Soldado, evitando caer en el tema de la Sargentía Discutida de la que tanto han hablado Pedro Pablo Hass en su libro Cabral Sargento Epónimo, luego editado en 2004 como Cabral Soldado Heroico y el Profesor Horacio Fórmica en sus Trabajos del Congreso Sanmartiniano del Regimiento de Granaderos en 2013.[cita requerida]
También se encuentran homenajes en un tango de Manuel Campoamor, Sargento Cabral, que recuerda la hazaña. Asimismo sucede también en un chamamé, típica música correntina que lo homenajea.
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