Fué una de las principales folcloristas de América, fundadora de la música popular de su país. Nació el 4 de octubre de 1917. Violeta del Carmen Parra Sandoval nacio en San Fabián de Alico o San Carlos, el 4 de octubre de 1917 y se suicido en Santiago de Chile, el 5 de febrero de 1967 fue una cantautora, pintora, escultora, bordadora y ceramista chilena, considerada una de las principales folcloristas en América del Sur y gran divulgadora de la música popular de su país, a la que enriqueció con su obra. Es miembro de la prolífica familia Parra.
Su contribución al quehacer artístico y musical chileno se considera de gran valor y trascendencia. Su trabajo sirvió de inspiración a varios artistas posteriores, quienes continuaron con su tarea de rescate de la música del campo chileno y las manifestaciones constituyentes del folclore de Chile y América Latina. Sus canciones han sido versionadas por diversos artistas, tanto chilenos como extranjeros.
En conmemoración de su natalicio, el 4 de octubre fue elegido el «Día de la música y de los músicos chilenos». Además de lanzar al mundo discográfico a sus hijos Ángel e Isabel Parra con el disco Au Chili avec los Parra de Chillán (1963), continuó sus grabaciones con el LP Recordando a Chile (una chilena en París), que incluyó dos canciones compuestas y cantadas en francés, así como también otros temas muy importantes de su carrera, como «Paloma ausente» y «Arriba quemando el sol»; asimismo, en 1962 grabó para el sello Arión una serie de canciones editadas en diversas recopilaciones posteriores. Fue una etapa de gran nostalgia, tal como lo atestiguan canciones tan sentidas como «Violeta ausente».
En 1964 logró una marca histórica al convertirse en la primera latinoamericana en exponer individualmente una serie de sus arpilleras, óleos y esculturas en alambre en el Museo de Artes Decorativas del Palacio del Louvre, en una muestra titulada "Tapices de Violeta Parra". También escribió el libro Poesía popular de Los Andes, y la televisión suiza filmó el documental Violeta Parra, bordadora chilena. En este periodo, forjó una firme relación con el antropólogo y musicólogo suizo Gilbert Favre, el gran amor de su vida —con el que vivió en Ginebra, compartiendo su tiempo entre Francia y Suiza—, y destinatario de sus más importantes composiciones de amor y desamor: «Corazón maldito», «El gavilán, gavilán», «Qué he sacado con quererte», entre muchas otras.
En esta época, surgieron sus textos más combativos: canciones como «Miren cómo sonríen», «Qué dirá el Santo Padre», «Arauco tiene una pena» y «Según el favor del viento» formaron la base de la corriente musical conocida como la Nueva Canción Chilena. Las canciones fueron recogidas en las numerosas ediciones de Canciones reencontradas en París.
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