A fines de agosto de 1816, en plena preparación del Ejército de los Andes, se produjo un atentado en los galpones de la maestranza en plena ciudad por parte de un grupo de realistas que tenía como objetivo sabotear a las fuerzas patriotas en su preparación.
El incidente conmocionó a toda la población y la noticia llegó a Buenos Aires, la capital de las entonces Provincias Unidas del Sud que fue publicada en la "Gazeta de Buenos Ayres".
Este fue otro de los atentados que tuvo que soportar el flamante jefe del ejército, General José de San Martín, ya que, unos días antes, una facción de la oficialidad intentó asesinarlo mediante un complot que afortunadamente fue desactivado.
La maestranza del Estado
La noche cayó sobre la aldea mendocina aquel 29 de agosto, el repiquetear de las campanas de los templos, marcaban las 20. A esa hora, los obreros de la maestranza cerraban sus trabajos, pero antes de marcharse los capataces de las distintas secciones se aseguraban que las fraguas estuviesen apagadas.
Este establecimiento, se encontraba a dos cuadras al sur de la plaza mayor o principal - hoy Pedro del Castillo y eran unos galpones de la casa que ocupaba los talleres.
En aquel lugar, unas treinta personas trabajaban; entre los cuales se destacaban, carpinteros, hojalateros, talabarteros, rienderos y zapateros. Todos se encontraban a las órdenes del jefe de maestranza, capitán Luis Beltrán.
A pesar de dejar las puertas cerradas, se creyó que varios realistas aprovecharon la oscuridad de la noche para cumplir con su objetivo, que era incendiar la casa y sus galpones lindantes en donde se encontraban varios quintales de pólvora con el objeto de retrasar la preparación del ejército hacia Chile.
Se incendia la ciudad
A la medianoche, comenzó el fuego en la casa de la maestranza y algunos vecinos vieron las llamas que salían desde el interior. Inmediatamente, se dio la voz de alarma entre ellos y varios salieron con sus ropas de dormir para sofocar el fuego que se extendía a otras dependencia. También las autoridades militares y civiles concurrieron a ver lo que ocurría.
El fuego era de tan grandes dimensiones que parecía que se quemaba toda la ciudad. Muchas familias comenzaron a evacuar sus casas de la cuadra en donde se encontraba la maestranza, porque podía explotar el depósito de la pólvora.
Vecinos, soldados y autoridades buscaron recipientes de madera vacíos para sacar agua de las acequias, pero éstas estaban vacías; es que los realistas, habían cerrado las compuertas interrumpiendo el curso.
Entonces, se cubrió el techo y las paredes del edificio con pieles de carnero, colchones, alfombras, frazadas, empapadas en agua. Con gran esfuerzo el siniestro fue sofocado con ingenio. Sin el accionar efectivo de los vecinos, el hecho podría haber sido una catástrofe considerable.
Un castigo particular
Días después, el gobierno realizó una exhaustiva investigación. A los responsables del establecimiento se los hizo declarar y en todos los casos los relatos fueron coherentes. Se descubrió que el atentado fue provocado en una de las fraguas que había sido prendida intencionalmente, luego de que los trabajadores se marchasen.
El juez llamó a varios realistas para declarar y posteriormente se dictó que un grupo de sospechosos habían perpetuado el siniestro. Con este motivo, el gobernador San Martín, impuso una pena de dinero para una parte de los españoles que estaban en contra de la causa americana y estos tuvieron que pagar casi diez mil pesos. Una cifra de suma importancia para ese momento.
La maestranza estuvo por un mes sin poder trabajar activamente, pero eso no significó que impidiera meses después partir con el ejército a liberar Chile.
http://www.losandes.com.ar/article/el-dia-que-atentaron-contra-san-martin
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