Cuando las potencias europeas se empezaron a repartir el continente africano, las reuniones parecían una kermese. El que emboca la pelotita se lleva tres países del oeste, el que voltea al osito se hace acreedor a dos del sur, bueno ok, no fue así, pero casi. No había un criterio definido, pero los ingleses, campeones mundiales en materia ferroviaria se les ocurrió un método. Quien consolide una ruta comercial, se queda con la región. Las potencias rivales cayeron como chorlitos. A finales del siglo XIX ya estaban trabajando en el 'Uganda Railway', que unía el Gran Valle del Rift con el puerto de Mombasa. Con los esclavos no alcanzaba, necesitaban personal especializado que trajeron desde Inglaterra. Los problemas técnicos como la deformación de los rieles por el calor o el hundimiento en ciénagas eran tonterías. Lo malo eran los ataques de tribus locales, la disentería, la malaria y las letales moscas Tse tse. Pero cuando llegaron al río Tsavo llegó lo peor, se convirtieron en comida. Para construir el puente sobre ese río debieron instalarse en un campamento permanente. Para alimentarse, las hordas de obreros acabaron con la fauna autóctona dejando sin comida a los grandes predadores. Fue allí cuando los leones comenzaron a merodearlos, nada mas rico y fácil de cazar que un obrero dormido. La tercera noche se produjo el primer ataque, pero los gritos ahuyentaban al atacante que desaparecía sin dejar rastros, salvo un cadáver. Como eran enterrados, al volver el atacante, ya no estaba la comida, por ello empezaron a cambiar de táctica, los arrastraban fuera del campamento. El pánico se apoderó de los obreros que veían como sus compañeros eran descuartizados o simplemente desaparecían. Una tarde al fin los vieron, creyeron que eran 2 leonas. En realidad se trataba de 2 leones macho sin melena, característicos de Kenia. Los tours gastronómicos de los leones duraron 9 meses y los obreros ya no solo desaparecían por ser comidos, ahora desertaban. Cansados de perder mano de obra, ya se habían deglutido a 35, el ingeniero y militar británico John Henry Patterson se hizo cargo del problema. Con paciencia y un Martini-Enfield calibre .303 esperó el momento adecuado. Este llegó el 9 de diciembre de 1898, con certeros disparos hirió a ambos, uno cayó a los pocos metros, el otro desapareció un par de días, pero regresó por comida y fue rematado. Patterson se llevó a ambos cuerpos a Inglaterra donde los transformó en alfombras que lucía orgulloso. También escribió el best seller 'Los devoradores de hombres de Tsavo'. En 1935 el Natural Field Museum de Chicago se los compra por 5 mil dólares para transformarlos en un diorama. Patterson había recortado las pieles haciendo que los taxidermistas no pudieran recrear el verdadero tamaño de los leones. igual meten mucho miedo.
(Pequeñas Piezas de la Historia, por Gabriel Horacio Blasco Dantuon)
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