Luego de una dieta en el siglo XXI podes terminar con varios kilos menos. Pero luego de una dieta en el siglo XVI podías terminar sin nada desde el collar para arriba. Allá lejos y hace tiempo, sobre todo en Europa, las dietas eran prolongadas asambleas de estado que generalmente empezaban con alegría y terminaban en un drama. Ahora que lo pienso se parecen bastante a las de nuestro siglo. La mas recordada de todas es la 'Dieta de Worms', el último intento de la iglesia católica por poner en vereda al díscolo de Martín Luthero. En 1517 este buen alemán había puesto patas para arriba la estructura de la iglesia con sus reclamos y acusaciones hacia Roma llamadas 'Las 95 tesis'. Luthero había tratado al Vaticano como un reducto de despreciables corruptos con mas amantes que vergüenza, traficantes de influencias y vendedores de perdones. La verdad es que no se ofendieron mucho, pero se les empezó a retobar la tropa. El papa León X se obsesionó con Luthero y en poco tiempo lo reprendió, lo expulsó y lo excomulgó, pero no pudo hacer que cierre la boca. Como ya estaba claro que desconocía el poder de Roma, al Papa se le ocurrió que lo reprendiera su propio Rey. Carlos V emperador del Sacro Imperio Romano Germánico solo tenía 21 años y estaba mas para una fiesta que para un juicio eclesiástico, pero León X se puso pesado y accedió. Como era costumbre que los acusados en una Dieta imperial terminaran achurados, para que Luthero no arrugue le concedieron un salvoconducto para llegar y para irse de Warms. Pero Luthero no los necesitaba, envalentonado dijo '-Iría a Worms aunque hubiese allí tantos demonios como tejas en los techos". Carlos V le dio la palabra y el protestón no paró mas. Se despachó para el campeonato y le repitió palabra por palabra su escatológica opinión sobre los embajadores de Dios en la tierra con sede en Roma. Defenestró la intención de Roma de alejar al pueblo de la palabra de Dios al recitar la biblia en latín, que aparte de no entenderse era un plomazo. Tuvo un párrafo especial sobre la doble moral de no permitir que los curas se casen mientras los Papas tenían hijos por todo Roma. Para finalizar y con las venas a punto de reventar les escupió en la cara que no aceptaba la autoridad de la dirigencia Vaticana. Carlos V con la mente en la siguiente parranda no quiso perder tiempo y viendo que no se iba a arrepentir dio por terminado el espectáculo y firmó el 'Edicto de Warms'. Al buen Martin se le prohibió leer las sagradas escrituras y mucho menos predicarla. Temiendo por su seguridad Erasmo de Róterdam le solicita al príncipe Federico que simule un secuestro y lo esconda en el castillo de Wartburg. Para cuando asomó la cabeza ya había traducido la biblia al alemán y ya no había una iglesia, había dos.
(Pequeñas Piezas de la Historia, por Gabriel Horacio Blasco Dantuono)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario