sábado, 23 de septiembre de 2023

El Padrino. La saga de gánsters que fundó los principios de uno de los géneros más fructíferos del cine, con Francis Ford Coppola en la silla de director y un reparto apabullante de luminarias. (1972)


Es cierto. No fue la primera. Antes estuvieron, entre algunas otras, La ley del hampa (1960) y Mafia (1968), que allanaron el camino de las películas de aquellos inmigrantes italianos, sin escrúpulos, con métodos violentos y temibles. Pero hablar de mafia en la pantalla grande es hablar de la vida de Vito Corleone y su hijo Michael, y su indiscutible reinado en el crimen organizado de Nueva York. Es que El Padrino, la gran obra maestra de Francis Ford Coppola, marcó tendencia en las películas venideras de gánsters: muchos códigos internos del film de 1972 se convirtieron en un ingrediente obligatorio del propio género. Cuando don Vito, el jefe de una de las cinco "familias" más importantes de Nueva York, se niega a participar en el negocio del narcotráfico, comienza una guerra entre bandas, que continuará en las dos películas siguientes. Con el tiempo, su hijo menor, Michael, pasará al mando de los Corleone y se convertirá en un lider frío y calculador. Con un guión interesante, un gran elenco encabezado por Marlon Brando, Al Pacino, Robert De Niro, Robert Duvall, Diane Keaton, James Caan y Andy García, y una dirección impecable, El Padrino desparrama, en tres horas acción, nostalgia y afecto familiar, casi en dosis iguales. Este atrapante cóctel le valió tres premios Oscar en 1973, como Mejor Película, Mejor Guión (de Mario Puzo) y Mejor Actor (Brando). Y con respecto a sus atributos más técnicos: ¿hay alguien en este mundo que no relacione la genial música compuesta para el film por Nino Rota con la mafia, la corrupción y el crimen organizado? La impecable ambientación en los años 40, paralela a la Revolución Cubana (en los dos primeros films), y la fotografía precisa (solo dos detalles: algunas escenas con un tono amarillento-rojizo, más oscuras que lo normal, remiten al cine negro, aunque no lo sea por su temática, y se utilizaron filtros especiales para que Michael presentara un rostro angelical antes de volcarse al crimen) también convierten a El Padrino en una "joyita" del cine moderno. Aunque las dos primeras partes de esta trilogía son ampliamente superiores a la tercera, y se dice que Coppola solo aceptó dirigirla obligado por la peligrosa situación financiera en la que lo había dejado la alta inversión de las dos primeras entregas, realmente vale la pena sentarse nueve horitas delante del televisor, con un buen plato de pasta, y zambullirse en la historia de los Corleone. Es una oferta que no puede rechazar.




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