sábado, 2 de marzo de 2024

Exclusa de un canal de riego (c.1915) San Rafael. Provincia de Mendoza. Foto Juan Pí


En materia política, el fenómeno más notable de la región cuyana en las primeras décadas del siglo XX fue el populismo de los Lencinas, en Mendoza, y los Cantoni, en San Juan. Fueron caudillos entroncados, nacionalmente, con el partido radical y sostenidos tanto por un sector de la burguesía provincial, integrado por bodegueros inmigrantes como Gargantini, Giol y Orfila, cuanto por amplias capas de trabajadores urbanos y rurales de las empresas agroindustriales. El lencinismo fue la principal fuerza política de Mendoza en la década de los años veinte, gobernó entre dos períodos controlados por los conservadores (1880-1918 у 1930- 1943). El tercer actor político de la provincia fue el partido socialista, para el cual esta era, después de Buenos Aires, la circunscripción más importante del país. Es preciso relacionar el sur de la provin cia, es decir, el territorio hoy formado por los departamentos de San Rafael, Alvear y Malargüe, con este marco provincial. El sur comprende el 58% de la superficie mendocina y está separado de la zona poblada del norte por un desierto de 100km de ancho por 350 de largo. Los caminos que lo vinculaban con las ciudades más próximas, como Mendoza, Villa Mercedes, San Luis, Chos Malal y Neuquén, siempre fueron deficientes, en muchos casos meras huellas de tierra, al menos hasta 1930. El aislamiento del sur mendocino contribuyó a forjar una mentalidad de enclave, diferente de la del resto de la provincia. Los habitantes del sur se sentían marginados, al tiempo que se creían discriminados por los del norte. De ello resultaban conflictos, como los que solían producirse a propósito de la distribución de los derechos de agua, que dieron lugar a batallas legislativas, debates periodísticos y hasta enfrentamientos armados. También la representación política fue objeto de esas riva- lidades: el departamento de Malargüe, creado en 1877, fue abolido en 1892, para reducir los representantes del sur mendocino en la legislatura de la provincia. Para entender el medio sociocultural del sur mendocino es preciso, ante todo, señalar su carácter de frontera. En la segunda mitad del siglo XIX, en efecto, los territorios de indios estaban separados de la "civilización" por un espacio de límites imprecisos que incluía el sur de Mendoza. En esa franja de tierra se asentaban los fortines, desde los cuales las tropas del ejército nacional procuraban reprimir los malones indígenas. En la región que aquí interesa, el primer fortin fue erigido bastante antes: en 1805, al final de la dominación hispánica, cerca de la confluencia de los ríos Atuel y Diamante: llevó el nombre de San Rafael y constituyó el origen de la primitiva villa y actual ciudad. Su instalación se relaciona con un tratado celebrado entre las tribus mapuches o araucanas, que habitaban el territorio, y las autoridades españolas. Pero todavía varias décadas después los indios organizaban incursiones profundas en el territorio de los blancos. El saldo de cada malón eran muertos y heridos, mujeres cautivas y ganado desaparecido, lo que era comentado por todos y, con el consiguiente miedo, se transmitía de boca en boca, de pulpería en pulpería. El desarrollo del sur mendocino estuvo estrechamente ligado a los fortines y a sus comandantes. La represión del indio y las campañas de conquista del desierto (para usar la denominación de entonces) aparecían como las gestas épicas del sur, según lo reflejan, aun en la actualidad, los nombres de calles, plazas y edificios públicos de esa región. 


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