jueves, 4 de abril de 2024

Taller del estudio fotográfico de Juan Pí. (ca.1928) San Rafael. Mendoza


Hacia 1915, cuando su actividad fotográfica estaba consolidada, volvió a intentar-con un socio- la explotación de una finca. Entre las numerosas revistas que poseía se cuentan varios números, fechados entre 1907 у 1911 de La Hacienda, dedicada a nuevos procedimientos agrícolas. Sus familiares recuerdan que Pi publicó una nota en esa revista, pero en los ejemplares que conservaron no fue encontrada. Como se puede apreciar, Juan Pi poseía una personalidad rica y con intereses variados, pero no inconstante, apoyada en una amplia cultura. Según su hija Flora, conocía siete idiomas: francés, inglés, castellano, alemán, italiano, griego y esperanto, y su biblioteca no era pequeña, en especial los libros en francés, que constituían la mayor colección de la ciudad. El grueso fue donado a una biblioteca pública de San Rafael, pero lo que aún permanece en la casa de su hija, como ser textos de Flaubert, Diderot, Zola, Racine, Rabelais, Mirabeau, Descartes, Anatole France y Colette, entre otros, da cuenta de un gusto educado y exigente. Asimismo, tenía conocimientos musicales y tocaba el piano. En 1914 Pi trasladó su actividad fotográfica al último estudio que tuvo en San Rafael, probablemente el más completo, situado en la calle Bombal 70. Era un galpón que perteneció a otro fotógrafo de oficios múltiples, cuyo cartel decía: Se arreglan carros y relojes. Se sacan muelas y retratos. Allí, Pi montó con mayor seguridad, como dice en su carta, la galería de pose y trabajó, con un éxito que mejoró de año en año, hasta que dejó la fotografía profesional. Hacia 1923, cuando le escribió a Del Conte, que el trabajo era abundante: ...creo que hace un año ue debía escribirle esta carta. He dejado de día en día de hacerlo por no encontrar tiempo para escribir con tranquilidad. Hoy mismo: amanece con un frío tan seco que pienso que de seguro no han de venir clientes; dedicaré mi mañana a hacer algunas ampliaciones y la tarde será para corresponder a mis amigos... cuando tengo mis ampliaciones reveladas, a las 10 y 30, empiezan los clientes y no me dejan hasta las 3 de la tarde, de modo que cuando tengo todo terminado son las 7 de la noche. Cenar, conversar con dos amigos que vienen, un poco de música, luego escribo al señor Lowther, y son ya las 2. No importa, no iré a dormir hasta no haber conversado con usted porque mañana me tomará de nuevo el engranaje de la semana y quién sabe cuándo podría dedicarme a escribir. Otra cita de la misma carta, en la que con completa intransigencia pone su concepción del trabajo fotográfico por encima de los deseos del cliente, prueba que le iba bien en esa época, ya que su actitud no habría podido sostenerse sin el respaldo de un prestigio y un reconocimiento seguros: el dicho ... "quien paga, manda", lo considero falso en nuestra profesión. El que debe mandar aquí es el que tiene autoridad, si es que tiene conciencia. Cuántas veces un cliente, al ver la muestra, la ha encontrado bien y de su conformidad, y no he querido hacer el retrato porque a mí no me gustaba; pero, en cambio, si entrego un retrato que a mí me parece bien, no admito observaciones. O se recibe sin chistar, o lo rompo y devuelvo el dinero, pero me rehúso a hacerlo de nuevo. Relatan sus familiares que en la vidriera de su negocio solía tener una pequeña jaula de pájaros en la que "encarcelaba" los retratos de sus clientes morosos; un cartelito debajo rezaba: Preso por deuda. Dicen que los detenidos se apresuraban a pagar ni bien se enteraban de que su imagen estaba entre rejas. Para mediados de la década del veinte Pi había adquirido un excelente ayudante: su hijo Juanito, que comenzó a sacar fotos a los doce años y paulatinamente se incorporó al taller del padre. 



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