Se debe a un error cometido por los inmigrantes que no sabían de astronomía. Y a Sarmiento, cuyos restos llegaron a Argentina el 21 de septiembre de 1888.
La estación de las flores nunca comienza, como dice el calendario, el 21 de septiembre, sino días antes o después, de acuerdo a la hora cuando se produce el equinoccio en el hemisferio Sur. Es decir, comienza de acuerdo a los estrictos números astronómicos.
¿Por qué entonces en la Argentina se ha elegido una fecha imposible para celebrar tanto el Día de la Primavera como el Día del Estudiante?
La respuesta a la primera pregunta es que se debe a un error cometido por una inmigración para nada ilustrada en las lides astronómicas. Y la respuesta a lo segundo es que así se lo decidió en 1902, en honor a que los restos repatriados desde el Paraguay de Domingo Faustino Sarmiento, el gran precursor de la estudiantina, llegaron al puerto de Buenos Aires el 21 de septiembre de 1888, explica Ana María Bertolini en una nota para la agencia Télam.
Las estaciones no comienzan en fechas fijas ni duran lo mismo debido, por un lado, a la inclinación del eje terrestre y a que no hay un ajuste perfecto entre el calendario y el camino del Sol.
Basta tomar un almanaque, y si se quiere mayor precisión, una efeméride astronómica, para caer en cuenta que en el norte la Primavera dura 92 días y 9 horas, mientras que en el sur apenas alcanza a los 89 días y 7 horas.
Pasó que los inmigrantes, que venían de festejarla en Europa los 21 de marzo, no repararon en esto y al llegar aquí cometieron el error conceptual de pasarla al 21 de septiembre, en vez del 22 ó el 23.
Para saber cuándo empieza la primavera (literalmente, primer verdor) o el otoño hay que ver cuándo se producen los equinoccios: en el norte, el de marzo cae siempre entre el 20 y el 21 de ese mes; en cambio, en el sur, el de septiembre ocurre entre el 22 y el 23, nunca el 21.
El equinoccio
Un equinoccio (noche igual) sucede cuando la eclíptica o camino aparente del Sol traspasa uno de los dos puntos del Ecuador celeste: cero grado de Aries, en marzo; y cero grado de Libra, en septiembre.
El equinoccio de Libra es el punto del Ecuador celeste donde el Sol pasa de norte a sur, trayendo la Primavera austral y llevando el Otoño boreal; a la inversa, en el de Aires, el Sol traspasa el Ecuador de sur a norte, produciendo el Otoño austral y la Primavera boreal.
Y es exactamente en ese momento cuando la noche y el día tienen la misma duración; de allí en más, se irán acortando o prolongando.
En las zonas próximas al Ecuador, el día y la noche tendrán 12 horas cada uno; en consecuencia, el Sol aparecerá a las 6, justo sobre el punto cardinal este, y desaparecerá a las 18, sobre el cardinal oeste, lo que no ocurre en ningún otro momento del año. Además, sus habitantes verán durante el equinoccio al Sol del mediodía sobre sus cabezas y sus cuerpos no proyectarán sombra.
Esto sucede porque la Tierra gira sobre sí misma con una inclinación de 23,44 grados respecto del eje de su plano orbital; si lo hiciese en forma perpendicular, en las zonas templadas no existirían el invierno ni el verano, y todo el tiempo sería primavera.
Distinto es en los polos, la parte de la Tierra más alejada del Sol: en el equinoccio de septiembre, el Polo sur pasa de tener una noche de 6 meses, a un día de 6 meses; y el Polo Norte, a la inversa: de un día de 6 meses pasa a una noche de 6 meses.
De los equinoccios, los solsticios, los eclipses, la revolución sinódica de Venus, el año lunar y el año terrestre se ocuparon muchísimo los mayas, tan temprano como desde el año 3000 antes de nuestra era y hasta el 1546 después de Cristo, cuando su civilización desapareció.
El calendario maya
Su calendario, por ejemplo, es más exacto que el gregoriano, puesto que no necesita de años bisiestos para acomodarse al camino del Sol.
Sus extraordinarios conocimientos astronómicos y matemáticos les permitieron establecer una profunda relación entre las estructuras piramidales y el movimiento de los cuerpos celestes, tal como se lo ve plasmado en uno de los centros de su cultura: el Castillo de Chichén Itzá -templo dedicado a su dios, Kukulkán- en Yucatán, México, construcción basada en el punto y el círculo, que permite la observación de la salida del Sol durante el día y la noche más largos del año (solsticios de verano e invierno) y también durante los equinoccios.
Tal pirámide es un gigantesco calendario arqueológico-astronómico: durante los equinoccios, piedras dispuestas en triángulos invertidos van generando uno tras otro y desde el amanecer siete haces de luces y sombras que forman la silueta de una serpiente con la cabeza emplumada que baja reptando las escaleras y luego las sube: es nada menos que el dios Kukulkán, quien desciende del cielo a la Tierra y vuelve a ascender al cosmos.
El espectáculo convoca cada 21 de marzo y 22 de septiembre a miles de turistas que se ubican en semicírculo de cara a la pirámide y que ante el prodigio exclaman su admiración en todos los idiomas.
No es para menos porque además de haber creado ese símbolo sagrado hecho de luz, que cumplía una función religiosa, las sombras que proyectan las escaleras del Castillo a lo largo del año organizan el calendario más perfecto del mundo.
Kukulkán significa en maya "pluma y serpiente" y su equivalente azteca es Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
A falta de semejante maravilla, hay en otra partes del mundo una módica manera de celebrar el encuentro entre el hombre y la naturaleza que propone la llegada de la primavera: se llena una maceta con tierra nueva, se le ponen semillas de trigo, se encienden con un fósforo de madera un incienso, una vela blanca y otra verde, se medita y ora a favor de sí mismo y de la humanidad y luego se le echa agua. Dicen que cuando germina el trigo, los deseos se cumplen.
La astrología y las estaciones
Estos nombres obedecen a la astrología, que en los albores de la civilización fue madre de la astronomía: en orden al zodíaco, los equinoccios se producen cuando el Sol llega al cero grado de Libra (22 ó 23 de septiembre), o de Aries (20 ó 21 de marzo). El equinoccio de Libra es el punto del Ecuador celeste donde el Sol pasa de norte a sur, trayendo la primavera austral y llevando el otoño boreal; a la inversa, en el de Aries, el Sol traspasa el Ecuador de sur a norte, produciendo el otoño austral y la o primavera boreal.
Fuente: http://www.mdzol.com/nota/490253/