En los Estados Unidos también hubo viñetas sicalípticas durante el siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, al igual que en España, bien que moderado su consumo y diversificada su oferta en función de la moralidad conservadora imperante en el país, sobre todo en sus estados interiores. Es este un asunto que merece un estudio en profundidad. Se ofrecen a continuación unas notas introductorias a ese estudio.
La presencia de la belleza femenina idealizada en los productos de la cultura popular impresa estadounidense fue ganando terreno según avanzó el siglo. Pongamos varios ejemplos: Physical Culture, revista de culturismo pionero de Bernarr Macfadden aparecida en 1899, era una publicación sobre los buenos hábitos que presentaba en sus portadas a bellos y bellas modelos (por este orden) que en absoluto podría calificarse de concupiscentes, pero su editor se enfrentó a acusaciones de obscenidad por mostrar epidermis en sus portadas durante los años diez del siglo XX. En la década siguiente, con la llegada de la modernidad y la apertura de miras propiciada por la bonanza económica del país, Physical Culture modificó su estrategia y todas las portadas fueron protagonizadas por bellas mujeres en sugerente pose. Otro caso singular fue el deAdventure Magazine, nacida en 1910, revista de relatos de aventuras que no usaba nunca la figura femenina en sus portadas, salvo entre 1915 y 1916, años en los que sólo mujeres protagonizaron las cubiertas. Golden Book, de 1925, nació como revista seria que, a partir del final de los años veinte, tuvo que distribuirse como una publicación de peor calidad, como las etiquetadas como pulps (porque se imprimían sobre papel muy barato), con el fin poder mantenerse en los quioscos durante la depresión de los años treinta. Para ello modificó sus portadas por otras de composición y contenidos más llamativos y cambió su título por el deFiction Parade en 1935, pero murió en 1938, como la gran mayoría de revistas eróticas y pornográficas que circularon por los EE UU y Canadá.
Evocaciones de París
Algo en común tuvo la prensa “picante” estadounidense de principio de siglo con respecto a la española: el modelo en el que se fijaron ambas fue el francés. Francia era considerado un país de moral más “relajada” por aquel entonces, ya que allí se hicieron populares los espectáculos de variedades con enaguas a la vista, de allí procedía el peculiar sanitario denominado bidé o la prostitución sofisticada (o sea, aseada), y de allí las más refinadas viñetas pícaras de la historieta mundial. Fueron los periódicos especializados galos que florecieron a partir del año 1900 los que avivaron el género sicalíptico en la prensa ilustrada del nuevo siglo, sobre todo a través de cabeceras como Frou-Frou, Sans-Gêne, La Vie de Garnison, Le Régiment, Paris Plaisirs, Le Sourire, Bagatelle o La Vie Parisienne, que sirvieron viñetas de autores delicados al tiempo que audaces como Arnac, Badert, Raymond Cazanave, Le Rallic y otros. Ellos inauguraron un modelo de prensa que pasó a ser conocido como “presse défouloir”[1].
Prensa sicalíptica francesa. |
Fueron estas publicaciones, también distribuidas en los EE UU algunas de ellas, las que inspiraron a los editores estadounidenses a inaugurar una prensa picarona y humorística que rápidamente obtuvo su público. En América, como en el resto del mundo por entonces, todo lo que llegaba de París era sinónimo de modernidad, glamour y erotismo, y La Vie Parisienne, por ejemplo, era revista bien conocida por los estadounidenses. Entre las publicaciones que intentaban atraer lectores a base de evocar aquella soñada sensualidad del otro lado del Atlántico recordamos: The Parisienne (1915-1921), Paris Nights (1924-1939), Real Story Book / Frolics / Paris Frolics (1928-1938), la muy subida de tono y única en la que se vieron pezones en las cubiertas French Night Life Stories (1933-1939)y otros títulos[2], que gozaron de buenas ventas hasta el final de los años treinta.
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Entre las revistas que incluyeron viñetas también hubo alguna que utilizó lo francés como aval. Las más dignas de recuerdo del comienzo del siglo en los EE UU fueron Art Magazine, Whiz Bang yFrench Humor[3]. La revista Art Magazine,producida en Michigan desde 1907, iba dedicada a la ilustración, el diseño y el cartooning, siguiendo los gustos de su editor, G. H. Lockwood, que a veces disfrazó los desnudos que publicaba en su interior con excusas artísticas. Aguantó con varios cambios de título hasta 1924[4]. En 1920 nació Whiz Bang, una revista de textos humorísticos que se acompañaban con fotos e ilustraciones, que incluyó viñetas jocosas, a veces con cierto alcance picante[5]. La titulada French Humor, nacida en 1927, obviamenteevocaba la desinhibida cultura francesa, la idea del “humor francés” en relación con lo burlesco al tiempo que erótico. Fue una revista fundada en 1927 por un editor tradicionalmente relacionado con el arranque de la ciencia ficción, Hugo Gernsback, que en esta publicación se dedicó a reproducir viñetas y textos procedentes de varias revistas francesas de los años veinte, con las cuales tenía contratados los derechos exclusivos para su difusión en los Estados Unidos. En realidad, sus contenidos no eran tan sugestivos como se proponía en portada, eran más bien inocentes, y algunos eran ininteligibles para el lector medio porque se publicaban con sus pies en francés, sin traducir[6]. En 1928 el título cambió por Tidbits y murió al poco.
Art Magazine, revista de nudismo y viñetas. A su derecha, Capt. Billy`s Whiz Bang, el primer lanzamiento de un editor de cómics luego muy popular. | ||
French Humor y su continuación,Tidbits. |
La española, cuando posa, es que posa de verdad. |
Sobre estas líneas, tira de Merely Margy. Bajo ellas, tira de Fritzie Ritz. Más abajo, a la derecha, espectacular y deliciosa página de Sunny Sue. | |
A la explotación del fenómeno en su conjunto, consistente en mostrar espectaculares ilustraciones de chicas bonitas que podían o no protagonizar los relatos o secciones del interior de la revista, se le denominógood girl art y fue muy apreciado por los adultos americanos de la época. Este reclamo había sido inaugurado realmente por la revista Life (la primera con este título, humorística, que se publicó entre 1883 y 1936 y que daría lugar a la titulada igualmente luego), y en él destacaron ilustradores tan recordados como Charles Dana Gibson, Harrison Fischer, James Montgomery Flagg o el peruano Alberto Vargas, el más famoso de todos, que se educó artísticamente entre París y Ginebra, por cierto. Pero hubo muchos más ilustradores de este tipo, menos conocidos por la cultura oficial porque se dedicaron a iluminar portadas e interiores de las revistas pulp, muchas de las cuales fueron también de tipo erótico o festivo. Enoch Bolles, George Quintana o Peter Driben fueron los ilustradores más apreciados de los años veinte y treinta.
El fenómeno good girl art alcanzó cotas masivas porque fueron cientos los títulos de revistas dedicadas a publicar noticias diversas, relatos picantes o ligeros adornados con ilustraciones de chicas en paños menores, gran parte de ellas en contextos del mundo del espectáculo, sobre el cual se creó una impresionante (y duradera) mitología que fue paralela al ascenso del cine como negocio. En 1915 arrancó Film Fun, publicación humorística relacionada temáticamente con la industria de Hollywood, y también fue el año de aparición de Breezy Stories, gruesa revista que ofrecía novelettes de corte romántico y festivo. Estos dos títulos fueron muy representativos del fenómeno, pero existieron más publicaciones de este tipo entre los años veinte y cuarenta del siglo pasado, y muchas de ellas llevaron cómics o viñetas de humor gráfico salaces. Precisamente, los americanos también se refieren al conjunto de revistas de este tipo comosaucy magazines, un subgénero del cual Phil Stephensen-Payne ha catalogado cerca de 300 colecciones en los Estados Unidos[8], más casi 250 en el Reino Unido (en este caso la mayoría consistieron en lanzamientos únicos o de corta numeración)[9], que gozaron de mucho éxito sobre todo en la década de los años treinta, más precisamente entre 1929 y 1939, toda una década de crisis.
Betty Boop, una tira que muestra su sex appeal y su ingenuidad. |
Sexo entre bambalinas
Betty Boop en su primera encarnación, de celuloide, con cara de perrito. |
En sus tiras de historieta había más sugerencias que obviedades en lo relativo al sexo, los autores de la serie Betty Boop para la prensa centraron su atención en realzar su ñoñería o ligereza de cascos. Pero lo verdaderamente relevante del personaje fue su forzada iconicidad, claro ejemplo de la sexualización a la que fue conducida la figura femenina dibujada con el fin de satisfacer los gustos del público (masculino / machista) consumidor, y también el afán de los medios de comunicación por obtener buenos dividendos explotando esta representación, lo que despejaba su interés por reforzar otros valores de lo femenino, como pudieran ser los intelectuales. La mujer deseada en el primer tercio del siglo XX supuraba sexualidad pero mostraba pocas luces, paradójicamente, pese a que vivía entre candilejas.
Véase cómo va cambiando la filosofía editorial de Film Fun, desde el culto al actor, pasando por el recato y llegando a una cover girl espectacular. | |||
Gran parte de las revistas que explotaron este modelo de mujer pasaron a centrar sus intereses en el llamado star system, una mitomanía emanada del arte de la interpretación, no sólo en el emergente cine sonoro, también en el teatro y en la radio. La citada Film Fun fue la revista más importante de este tipo, dedicada en su primer lustro de vida a regodearse con los grandes cómicos del cine (Chaplin, sobre todo), pero a partir de 1922 adoptó un nuevo rumbo en el que se hacía eco de los cuchicheos de Hollywood y cedió gran parte de sus contenidos a la sicalipsis, con estupendas chicas en portada y con una ración de viñetas picantes en cada entrega. Durante la década de los años veinte, el recato fue la norma en Film Fun, pero avanzando en los treinta sus ilustradores y viñetistas se fueron permitiendo más atrevimientos. Todo ello hasta que llegó la escoba moralista de los cuarenta, pues fue cancelada en 1942.
En 1921 nació otra publicación de similares mimbres pero también pendiente del humor, College Humor and Sense, más conocida como College y de larga vida igualmente, ya que perduró hasta 1943. Lo importante de este título fue que destinó un lugar preferente para el humor gráfico en sus páginas y que organizó, sobre todo a partir de 1936, concursos para humoristas (loscartoonist contests anunciados en portada) enfocados a localizar nuevos valores de humor dibujado.
Distintos momentos en la trayectoria de College Humor. |
Citemos otras publicaciones de este tipo, porque nos permite apreciar cómo evolucionó la representación de la imagen de la mujer en relación con lo erótico. La revista que siguió en importancia a Film Fun fue Pep (luego Pep Stories), nacida en 1926 y que sirvió relatos picantes, fotografías insinuantes y luego ilustraciones incitadoras en las que la protagonista era habitualmente una muchacha muy joven –casi una niña– de pecho pequeño y ropas de adolescente… si es que las llevaba. En los treinta fue cambiando el modelo de mujer expuesta en público por una más madura y exótica, entre ellas la “mujer española”, de formas más rotundas. Cerró en 1938 este título.
A esta altura hay que citar Ballyhoo, lanzamiento del sello Dell en 1931 que gozó de larga vida también, hasta 1939[10]. Fue una revista satírica fundamentalmente enfocada a los asuntos de gobierno, que dejó abierta la puerta a cierta picaresca mostrando siempre a mujeres de largas y desnudas piernas en portada. Practicó un humor inteligente y sarcástico, puesto que se reía de la vanidad de Hollywood e ironizaba sobre el culto al cuerpo y las mismas good girl art. Las excelentes viñetas de Russell Patterson y Hoff fueron lo mejor de la publicación.
Tattle Tales (1932-1938) fue otra cabecera atrevida; enseñaba los pechos de las chicas en sus cubiertas más que las demás, centrando también su atención en las aspirantes a actrices, lasplay-girls de Hollywood, muchachas bonitas y fáciles que despertaban la imaginación libidinosa de los hombres. Otros títulos igualmente vinculados con el cine fueron: Broadway Nights (1928-1932), que se centraba en la rutilante vida nocturna neoyorquina con sus chicas de teatro deseosas de triunfo, Movie Merry Go-Round (1936-1939) o Movie Humor (1934-1939), la cual se caracterizó por publicar imágenes llamadas photolaughs, consistentes en fotografías con comentarios jocosos añadidos, muchas veces en globos de texto dispuestos sobre los personajes al modo de las viñetas de cómic.
De 1933 fue Cupid’s Capers, magazín especializado en mostrar mozas flexibles en posiciones imposibles[11]. duró un par de años y destacó en especial por el arte de Enoch Bolles en sus portadas. Sin duda, Bolles fue un autor excepcional. Quizá uno de los más sobresalientes ilustradores de la década de los años treinta. Con sus chicas de rasgos marcados, mirada penetrante y ropajes ajustadísimos hacía las delicias de los compradores de revistas literarias como Breezy Stories, Snappy Stories o Gay Broadway en los años veinte y treinta, o Titter en los cuarenta y cincuenta, y es digno de destacar que ilustró números de Puck o Judge, revistas de variedades y humor en las que cupieron viñetas de tono subido, o America’s Humor, otra revista que incluyó alguna historieta seudoerótica ocasionalmente.
Un autor inolvidable, Enoch Bolles. | ||
En 1936 nació Silk Stocking, dedicada, como su título indica al fetiche de las medias de seda, que llevó chicas de portada portentosamente dibujadas por Peter Driben. Driben, dibujante formado en París (en cuyas revistas dibujó coristas) fue otro autor que nos interesa recordar porque también hizo excitantes portadas en otras revistas similares[12]. De todas las publicaciones en las que firmó Driben, la más atrayente para un entusiasta de los cómics fue Joker, revista de humor de carácter picante que incluyó historietas cortas, viñetas y chistes escritos. Wild Cherries, nacida en 1933, contuvo también historietas y viñetas, la gran mayoría de autores anónimos. Otra del estilo fue Bunk, revista satírica que se publicó entre 1933 y 1934; era eminentemente antirrepublicana y trufó sus contenidos con viñetas e historietas verdes, al estilo de las que luego harían las delicias de los lectores de Playboy o Penthouse.
Tres revistas de humor citadas en el texto. La portada de Joker fue del prolífico Peter Driben. |
Todas estas publicaciones se acumularon en un corto espacio de tiempo, los siete años comprendidos entre 1932 y 1939, en los cuales cundió la depresión económica en el país. En este caldo de cultivo también floreció una nueva modalidad periodística que iba más allá de las ficciones enfebrecidas de los pulps y de las fantasías trazadas por los ilustradores de portadas, nos referimos al periodismo de cuchicheos o “prensa rosa”. Según han establecido algunos teóricos de los media en los EE UU, como Douglas Kahn o David Henkin, la cultura del entretenimiento recondujo la cultura popular en los años treinta, y las ciudades se “saturaron” de imágenes y mensajes de distinto orden, más dinámico y bullicioso. Tal y como la describió Peter Fritzsche, la vida en las ciudades se fue alejando de la tradicional y pausada oralidad y fijación de las imágenes para acoger una iconosfera audiovisual nueva, con constantes voces electromagnéticas e imágenes semovientes, en la que el vodevil primero, la radio después y el cine sonoro más tarde contribuyeron a construir un nuevo mundo idealizado con su propia mitología. En ese contexto, la prensa había ido buscando ardides para explotar la desnudez de las chicas y vender más sexo, pues de eso se trataba en definitiva, y fue sustituyendo las excusas de “estudio artístico” usadas en los años veinte por la “necesidad” de informar sobre los escándalos que se suscitaban en el turbulento mundo de los negocios y del espectáculo. Así, los años treinta se fueron llenando de “sonoridad”, si seguimos este postulado, hasta en las revistas, que mostraron más “estrépito” en los escándalos, más noticias chirriantes y más espectacularidad en las chicas expuestas en las portadas. Era la traslación del ruido urbano al papel[13].
Squawkies era una cosecha de rumores, desnudos y viñetas. |
Varias portadas de la revista Hooey, repleta de viñetas picantes. A la izquierda de estas líneas, portada del más destacado dibujante de la revista, Carl Bluettner. A la derecha, viñeta de Henri Weiner y de un annual con las mejores viñetas del año. |
Hubo otras revistas de este tipo, como la titulada Brevities, en las que se volvía a recurrir a lo francés como lugar común de sexualidad relajada. Disfrutó de éxito en los primeros años treinta, acompañando sus textos con viñetas de humor gráfico con chicas desnudas y escenas de cama. A veces tomaban imágenes de los pulps para rellenar contenidos, y llegada la época de las restricciones morales tuvieron problemas con la justicia. Éste fue el caso de Stephen G. Clow, detenido bajo acusación de inmoralidad por editar las revistas Broadway Brevities, Canadian Tattler y Garter Girls, en las cuales se combinaban las fotos eróticas con los relatos picantes y viñetas de humor gráfico licencioso. El concepto concreto por el que este empresario fue detenido fue por difundir “literatura obscena”[14].
De los spicy pulps a los dirty comics
La presencia de cómics en las publicaciones comentadas hasta aquí fue constante pero escasa, abundando más las viñetas humorísticas que las historietas. Donde los cómics adquirieron cierta importancia fue en los pulps y en ciertas producciones de carácter underground. De los spicypulps, o pulps picantes, cabe recordar especialmente los titulados Spicy Detective Stories o Spicy Adventure Stories porque entre sus contenidos fueron incluidas historietas de corte erótico. La nacida en el año 1934 Spicy Detective[15], era una revista con relatos de género negro en los que las chicas monas tenían un papel preponderante. Sus interiores y portadas se publicaban en una versión dirigida al consumidor adulto, y en paralelo se lanzaba otra edulcorada, es decir autocensurada, para un mercado más abierto. En sus páginas se publicaron las aventuras en historieta de Sally Sleuth desde noviembre de 1934, dibujadas por Adolphe Barreaux, firma francesa muy adecuada para este subgénero de cómics (era natural de Nueva Jersey, pero fue realmente hijo de franceses). Sus biógrafos dicen que fue él quien convenció al editor Harry Donenfeld de lo buena que era la idea de publicar historietas subidas de tono dentro de los pulpsde este tipo. Comprobado el éxito, Donenfeld incluyó más cómics picantes en sus revistas del género, entre ellas la serie “Diana Daw”, que comenzó en el mismo mes en Spicy Adventure, en este caso con dibujos de Max Plaisted[16], “The Astounding Adventures of Olga Messmer, the Girl with the X-Ray Eyes”, obra de Watt Dell Lovett, iniciada en agosto de 1937 en Spicy Mystery(duró un año), “Dan Turner”, “Marcia of the Movies”, “Polly of the Plains” o “Vera Ray”, otra de Dell Lovett creada como homenaje a la esposa de Barreaux, llamada Vera Marie[17].
Portadas de los pulps mencionados que contuvieron historietas. Bajo estas líneas, ejemplos de historietas de Sally the Sleuth, Polly of the Plains y de Vera Ray. | ||
Estas historietas eran simples en general. Su interés residía en la aparición de cuerpos desnudos de mujeres –muertas o en acción–, la eventual rotura de ropas de la protagonista mientras corre por su vida o en pos de un criminal, y algún juego amoroso con un coprotagonista. En todo caso, se representaban mujeres fuertes, dueñas de su destino en comparación con otros personajes femeninos de los cómics de entonces, aunque su pervivencia en el medio no escapó de aquellas revistas de papel barato. En 1946, casi todas estas revistas picantes habían desaparecido del mercado, y de este tipo de cómics nunca más se supo.
El modelo de mujer utilizado en estos pulps fue el mismo modelo de mujer apetecible sexualmente que se usó para las “novias eternas” de los cómics populares de la época. Nos referimos a la Dale Arden de Flash Gordon, morena juncal de largas piernas y bien torneados muslos que se exhibió ante los aficionados con sus mejores galas en muchas ocasiones. Compitió en atractivo con la sugestiva Narda que acompañaba a Mandrake, o con las más ingenuas pero igualmente apetecibles Aleta (novia de Prince Valiant), Beryl (la emprendedora acompañante de Brick Bradford) o Jane (la juiciosa compañera de Tarzan, que iba siempre en bikini) y por supuesto con las muchas otras chicas que aparecieron en las clásicas comic strips estadounidenses. Eran representaciones alejadas del modelo real de mujer y cercanas al modelo de “mujer objeto” que encubría un patrón sexual de hembra. Esto fue lo que tuvieron en común con los tebeos denominados 8-pagers o Tijuana Bibles, unos cómics porno clandestinos que proliferaron masivamente en los años treinta y cuarenta. Los personajes masculinos en estos bastos cómics aparecían como tipos atractivos si eran héroes o feos si eran villanos, pero ellas siempre aparecían dibujadas con buenas formas, proporcionadas y exuberantes, aireando sus genitales sin rubor para abultar rápidamente la bragueta de los personajes masculinos. Incluso cuando el personaje parodiado era uno sin formas femeninas, como por ejemplo un cartoon, se mostraba sexuado.
Varias portadas de 8-pagers. |
La viñeta mencionada en el texto, del autor "F". |
La mujer que se mostraba en estas viñetas e historietas, en todas las que proliferaron durante los años veinte y treinta en los EE UU, procedía de un decantado de simbologías que alcanzaron cierto grado de instrumentalización de la feminidad. La representación del cuerpo femenino en los EE UU vivió una transformación desde la alegoría al objeto. Es decir, al igual que en Europa su imagen fue usada en la prensa americana como prontuario de ideas o proyectos entre el final del siglo XIX y el comienzo del XX, relacionada tanto con el hogar –en hacendosa pose– como con la tecnología –haciendo el papel de musa o como “premio” al hombre que se acercaba a esa tecnología–. Según avanzó la década, y tras haber tomado como ejemplo la erótica de la mujer de la vieja Europa, surgió una mujer nueva, la eterna aspirante al plano irreal del star system, que vivía entre la idealización absoluta y la realidad a pie de calle. Esta chica era dibujada siempre muy joven y lozana, con cintura estrecha, muslos carnosos y pechos pequeños pero esféricos y duros. En los veinte no variaron las sonrisas ni las curvas, aunque ellas se mostraron más abiertas y flexibles, dispuestas para servir al hombre. En los treinta la tendencia fue la misma, pero ellas se mostraron más insinuantes aún, y como cambio sustancial le crecieron los pechos y engrosaron sus labios. En el colmo de esta hiperbolización de la sensualidad femenina en un contexto de historieta y humorístico podríamos citar los personajes femeninos de Al Capp, por ejemplo.
La mujer pasó de musa de las artes a reclamo iconográfico sexualizado. | |
La llegada de la II Guerra Mundial transformó este panorama, desviando el interés de la población hacia las soflamas propagandísticas durante un tiempo. La pornografía y el erotismo no desaparecieron, por supuesto, pero sí que menguó el número de pulps picantes en el mercado. Llegaba otra época. En las revistas y en los cómics fue recuperada la mujer como célula social trabajadora y también como heroína que transmitía mensajes de aliento. Pero sólo durante la guerra y nunca rebajando su talla de sujetador.
Y cuando dejaron de caer bombas regresó la “bomba” sexual, sobre todo en los cincuenta, alcanzando la sexualización icónica de la mujer elevadas cotas en los magazines de fotografía artística, variedades, chismorreos y cartoons, que abundaron mucho en esta década, y también en los comic books.
Es otra historia, aunque es una historia muy parecida.
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