La multiforme y selecta obra artística que Don Carmelo Cannavo viene realizando en la Argentina, desde hace casi un cuarto de siglo palpita en las grandes necrópolis del país con todos los prestigios emergentes de un arte superior, donde un refinamiento exquisito y una concepción delicada, resplandecen como si fuesen joyas cariñosamente labradas por un orfebre que más cuida la integridad de su reputación y el alto concepto de su firma, que los groseros materialismos fugitivos. Pero es que la vasta cultura del eximio artista que nos ocupa, no sólo se reduce sus magníficos monumentos funerarios, sobre los cuales, la critica seria y autorizada de la época se ha pronunciado repetidas veces y elogiosamente, pues esta se polifurea en diversas y meritorias manifestaciones estéticas, que acusan hasta la evidencia, un caudal de rica sensibilidad, clave y enigma plausible de sus celebrados éxitos. El monumento que está en vías de terminarse en el Cementerio de la Ciudad de Mendoza, en homenaje a la memoria del malogrado industrial Luciano Salazar, ofrece al lector un motivo elocuente para poder apreciar en sus líneas, en el detalle y en la perspectiva, la belleza arquitectónica, la severidad de su conjunto (pues la esplendidez de la forma externa, armoniza admirablemente con el interior. comprendiendo cripta, decorado, altar y demás), revela la magnitud de este trabajo, que no sólo dará lugar a otros similares, por parte de los muchos que van a comentar casi a diario este soberbio mausoleo, sino que servirá para afianzar definitivamente los merecimientos del artista Cannavo, que habrá triunfado una vez mas y en buena ley
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