martes, 4 de febrero de 2025

En la foto se observa a uno de los contratistas de viña, junto a sus hijos, en la puerta de su pequeña y humilde vivienda de adobe. Mendoza


Se puede apreciar el parral, conducido por palos, a modo de encastrado, franqueando la casa y dando continuidad a la galería abierta. La pequeña verja de madera que cierra la galería, impide el ingreso de los animales de granja que se criaban sueltos en la casa como complemento de la economía doméstica, que en este caso era manejada por la mujer del contratista. Este anónimo protector, el contratista, conducía el agua por los surcos, cuidaba, ataba y podaba los sarmientos; y era también, quien rogaba al cielo para que la piedra no cayera. Era, en realidad, el artífice del viñedo para que cada parra produjera su mejor uva. (Licenciado Daniel Grilli, del archivo de fotografía histórica. Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo)





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