miércoles, 29 de octubre de 2025

🌙 Mendoza, 1969: noches de humo, ritmo y deseo en la ciudad que nunca dormía


En el verano de 1969, la vida nocturna mendocina alcanzaba su punto más alto: una mezcla de música, humo, brebajes sofisticados y escenarios teatrales convertía a la ciudad en un territorio vibrante y despreocupado, donde cada rincón ofrecía una experiencia distinta. Desde los boliches más estridentes hasta los refugios gastronómicos de madrugada, la fiesta era un ritual colectivo que marcaba el pulso cultural de la época. Los locales más emblemáticos —como Al Diablo, Stereo, Los Pájaros, Kangaroo, La Cueva, El Grille, Guido’s Club y Happening— ofrecían ambientes que iban desde lo psicodélico hasta lo sofisticado. En Al Diablo, el bullicio reemplazaba la intimidad: allí se buscaba aturdirse en compañía, entre happenings y decorados delirantes. En Stereo, la atmósfera era más serena, ideal para quienes preferían la introspección musical. Los Pájaros, con su estética teatral y murales de yeso, era punto de encuentro obligado. Allí, entre cócteles alambicados y cervezas al maraschino con queso fundido, se deslizaban noches enteras de humo, música y minifaldas. En Kangaroo, el baile se desplegaba sobre un estaño poblado, en un entorno que recordaba a los filmes de Antonioni. La ruta nocturna continuaba por Tobago y desembocaba en La Cueva, abierta los 365 días del año, sin importar el clima. Para los que salían hambrientos de la pista, La Güeya ofrecía desde chorizos criollos hasta sándwiches exóticos, acompañados por consomé caliente. Y en la calle Tiburcio Benegas al 700, los carritos de Don Claudio esperaban con paciencia a los últimos trasnochados, ofreciendo una surtida gama de alimentos para cerrar la noche con sabor. #Scroll1969 #MendozaDeNoche #BolicheYMemoria #FiestaRetro #RitmoYQueso #mendozantigua 

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