Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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domingo, 15 de mayo de 2022
Debbie Reynolds comiendo un helado, 1965.
Mary Frances Reynolds, conocida como Debbie Reynolds, fue una actriz y cantante estadounidense, famosa por sus papeles en Cantando bajo la lluvia, La conquista del Oeste, Molly Brown siempre a flote, Mother, In & Out y por interpretar a Aggie en las películas de Halloweentown.
Balneario y Restaurant, Sierras Mendocinas; EL CHALLAO. (año 1940) Mendoza
Gran Piletas con aguas surgentes permanentes, esmerado servicio de restaurant sin recargo de precios, hermosa pista de baile , todo en un ambiente de sana sociabilidad.
Instrucciones secretas para el General San Martín (por Carlos Campana)
Aunque se ha dicho siempre que el Libertador ideó el plan para liberar a Chile, la realidad indica que solo cumplió con gran maestría las directivas que le llegaron de Buenos Aires. Era una calurosa tarde del 30 de diciembre de 1816 en la ciudad de Mendoza y la mayoría de sus habitantes dormía la tradicional siesta. Las calles estaban desiertas, pero por el camino principal se sentía el sonido de los cascos de un caballo que venía al galope, dejando tras de sí una intensa polvareda. El jinete llegó al edificio del correo, que se ubicaba a un costado de la Plaza Mayor –hoy Pedro del Castillo– y bajó apresuradamente dirigiéndose a esa dependencia con un par de valijas de vaquetas de cuero. El joven se hizo anunciar al administrador don Juan de la Cruz Vargas: traía un correo extraordinario de parte del gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata dirigido al flamante capitán general José de San Martín. Eran varios sobres y todos decían “de carácter reservadísimo”. El administrador Vargas era uno de los grandes amigos del jefe del entonces Ejército de los Andes y se encargó de llevar la correspondencia personalmente al campo de instrucción situado a unos kilómetros al Norte de la entonces pequeña aldea mendocina. Como era una documentación de gran importancia, el funcionario enfiló por la calle de la Cañada en dirección a donde estaban acantonadas gran parte de las tropas.
Correspondencia reservada
Al llegar Vargas al campamento los integrantes de la guardia lo hicieron pasar de inmediato al despacho en el que el vencedor de San Lorenzo esperaba a su amigo, quien después de saludarlo le entregó en mano los misteriosos sobres. Luego, el funcionario volvió a la ciudad. El General San Martín abrió los frondosos sobres que contenían las instrucciones reservadísimas que su amigo y director Supremo Juan Martín de Pueyrredón le enviaba para concretar la campaña hacia el país trasandino. El título “Instrucciones Reservadas que deberá observar el Capitán General don José de San Martín en las operaciones de la campaña destinada a la reconquista de Chile” daba inicio al desarrollo de la documentación. En esos papeles se detallaban tres importantes temas: el referido a la guerra tenía nueve fojas y se describía en unos 32 artículos; seguidamente se encontraba el tema sobre política y gobernabilidad, contenido en cinco fojas de 15 artículos, y por último el de hacienda, con tres fojas y un articulado de 12 puntos que explicaban cada una de las acciones a seguir. En el artículo primero, en el tema referido a la guerra el director Supremo instruía al General San Martín sobre lo siguiente: “La consolidación de la independencia de la América de los reyes de España, sus sucesores y metrópoli y la gloria a que aspiran en esta grande (sic) obra las Provincias Unidas del Sur, son los únicos móviles a que debe atribuirse el impulso de la campaña. Esta idea la manifestará el general ampliamente en sus proclamas, la difundirá por medio de sus confidentes en todos los pueblos y la propagará de todos modos. El ejército irá impresionado de los mismos principios. Se celará no se divulgue en él ninguna especie que indique saqueos, opresión, ni la menor idea de conquista, o que se intenta conservar la posesión del país auxiliado”. El segundo era un tema interesante, ya que solicitaba que “para seguridad de los pertrechos de guerra, víveres y demás artículos que se depositen en los almacenes de reserva y, para establecer un camino o línea permanente de comunicación con la provincia de Mendoza, después de haber cruzado los Andes, construirá una fortificación de campaña en el pueblo, caserío o sitio más aparente, que franquee un paso sostenido de los ulteriores auxilios que deben remitirse”. En su lectura, el jefe del Ejército de los Andes se detuvo en el quinto punto, que le fue de gran interés y donde se explicaba que “la conservación de la fuerza procedente de estas provincias será siempre la que inspire mayor confianza en la terminación feliz de la campaña. Se evitará por lo mismo cuanto sea posible su desmembración en pequeñas acciones. Se adoptará con preferencia la guerra de recursos, y las armas sólo se empeñarán en los lances de absoluta necesidad, evitando todo combate cuanto sea posible, al principio de la campaña.” Después de leer los 28 artículos, San Martín pasó directamente al de política y gubernativo, en donde se dejaban bien aclarados los pasos a seguir durante la reconquista del país hermano. La lectura se concentró en el artículo 6º, que proponía lo siguiente: “Luego que la capital de Chile se encuentre libre de la opresión de los enemigos y a cubierto de sus invasiones, nombrará el general, provisionalmente, un ayuntamiento, incluyendo en él cuantos individuos sea posible de los que lo componían por la última elección de los patriotas antes de la entrada de Osorio con las tropas del rey, siempre que aquellas personas no sean contrarias al sistema político que sea necesario adoptar”. Las instrucciones finalizaban con el ramo de hacienda, donde se aconsejaba al General acerca de algunas acciones relacionadas con las finanzas militares. Estas órdenes finalizaban con el artículo 12º, que manifestaba lo que sigue: “Sin embargo de cuanto queda manifestado en los precedentes artículos de esta instrucción, no siendo posible prever los acontecimientos en la campaña y las diversas circunstancias del momento, el general en jefe es plenamente autorizado para obrar según ellas en la forma que sus talentos, honor y previsión política juzgue conforme a la conservación y aumento de la gloria de la nación, a su libertad, a su crédito y al logro de la grande empresa que se le ha confiado”. Remataban el escrito las firmas del primer mandatario, brigadier don Juan Martín de Pueyrredón; el ministro de Guerra, José Florencio Terrada; el secretario Vicente López y el ministro de Hacienda, don Juan Domingo Trillo. Después de leer detenidamente estos documentos –que tenían como fecha el 21 de diciembre de 1816–, el General San Martín convocó a su Plana Mayor, conformada por un pequeño grupo de hombres de confianza –entre los que se encontraban el brigadier Bernardo O'Higgins y otro cuatro jefes– para ajustar los últimos detalles con el objetivo de lanzar la operación contra los realistas en territorio chileno en enero de 1817. En días posteriores el Ejército de los Andes inició una marcha combinada por varios pasos cordilleranos, culminando en la cuesta de Chacabuco con la victoria final contra el ejército realista el 12 de febrero de ese año y la recomposición del gobierno patriota de Chile, nombrando a O'Higgins nuevo director Supremo del país trasandino.
San Martín, un fiel ejecutor
Esta documentación muy poco conocida es clave para desmitificar totalmente al General José de San Martín, quien desde hace más de un siglo es considerado por algunos historiadores como el ideólogo de toda la campaña de los Andes y el plan continental. Sin embargo, las instrucciones reservadas fueron confeccionadas en Buenos Aires luego de la independencia de las Provincias Unidas del Sur por un grupo de militares entre los que se encontraba el joven amigo de Libertador Tomás Guido. Además, existen datos precisos que indican que estos escritos fueron realizados previamente, a través de la llamada Logia Ministerial, integrada por San Martín, Pueyrredón, Terrada, Tagle, Guido y otros patriotas. Esas instrucciones, sumadas a la planificación táctica que se llevó a cabo en Mendoza, dieron como resultado la mayor de las victorias que tuvieron las armas de las entonces Provincias Unidas del Sud. De esta manera, podemos decir que el mayor mérito que tuvo el General José de San Martín fue cumplir con maestría absoluta cada uno de los objetivos de aquel plan.
https://ciudadano.news/cultura/instrucciones-secretas-para-el-general-san-martin
viernes, 13 de mayo de 2022
Vídeo. El director coral Alejandro Scarpetta recuerda el viaje a Japón que hicieron los Niños Cantores de Mendoza. Una experiencia única que enorgulleció a Mendoza en todo el mundo. (1971/72)
La centenaria historia del taxi en Mendoza (por Carlos Campana)
Los automóviles de alquiler empezaron sus recorridos sin reglamentación, pero en 1911 el municipio capitalino impuso la primera ordenanza para regular el negocio. Siguen siendo la salvación cuando no llegamos puntuales a un lugar o en situaciones de emergencia. Los taxis, aquellos transportes que con su negro y amarillo colorean la Ciudad, cumplen en Mendoza un gran servicio a la comunidad que tiene más de cien años. En 1910 un italiano fue el pionero y al año siguiente reglamentó oficialmente este novedoso transporte.
El italiano que inventó al taxista
Aquellas calles silenciosas y pacíficas de la aldea mendocina comenzaron paulatinamente a poblarse de automóviles. Fue tal su aceptación en la provincia que, con el correr del tiempo, tuvieron que cambiar las calles de tierra por adoquines. Por supuesto, una de las primeras fue la avenida San Martín, que se preparó para que estos vehículos comenzaran a circular sin problemas. También otras arterias fueron adoquinadas. La Ciudad tenía ya otro aspecto. Era diferente y el aumento progresivo del automóvil causaba la curiosidad de muchos. Fue en 1910 que de la mano del italiano Francisco Tangredi nació el primer coche de alquiler y el primer taxista. Este emprendimiento lo inició con un automóvil marca Boughton. Tangredi nació en 1880 y llegó a Mendoza a principios del siglo XX y se casó con Antonia Coussin. Fue así que su auto empezó a prestar servicio a los mendocinos y pronto otros choferes se unieron a su iniciativa. El segundo auto que brindó el servicio fue un Bianchi, modelo importado de Italia y luego los siguieron otros con otras marcas que incluían a los tradicionales Ford T, que por aquel entonces los vendía un escocés, recién llegado, llamado John A. Walker quien mantuvo esa empresa comercial por varias décadas. Mientras tanto, el parque automotor comenzó a crecer y muchos aprendieron que podía ser muy rentable.
La vieja Mendoza
Por 1910, la urbe mendocina progresaba en forma permanente. Contaba con varias casas de dos pisos, algunas de ellas ya antisísmicas y las calles céntricas estaban empedradas. La avenida San Martín se encontraba prolijamente trazada y era la principal arteria en donde transitaba la mayor cantidad de vehículos. También, en el Centro, se encontraban las vías por donde circulaban los tranvías a caballo. Faltaba muy poco tiempo para que se le sumara una nueva forma de transporte: el tranvía eléctrico. Además, las confiterías de la Ciudad estaban en su mayor auge en aquel momento, ya que allí concurría la alta sociedad: hombres distinguidos tomaban café y hablaban de los temas políticos, culturales y económicos y muchos analizaban las noticias que llegaban desde Europa y Estados Unidos. Por las noches, esas confiterías se transformaban en salas cinematográficas, como el Edén de Mendoza o El progreso. Aunque la más importante de todas era la confitería Colón, ubicada en la calle San Martín 1.532. En el año en donde apareció este nuevo medio llamado taxi, gobernaba Rufino Ortega (hijo) quien, con su mente progresista, realizó varios cambios en aquella aldea. Además, los mendocinos habían vivido un majestuoso evento llamado El Centenario, que fueron los festejos de la formación del primer gobierno patrio el 25 de mayo de 1810. El medio del transporte más popular de aquel tiempo era el coche de alquiler a caballo, más bien conocido como ‘mateo’. Este era el medio de movilidad para aquellos que no poseían un transporte de tracción a sangre propio o un automóvil. El coche de plaza hacía trayectos no muy largos, por lo general, se ubicaban en la Plaza Independencia y en la estación del Ferrocarril. Desde allí, uno podía trasladarse hacia cualquier punto de la Ciudad, por una módica suma de dinero. Los viajes se hacían con tarifas fijas. Por ejemplo, costaba unos $0,50 para trayectos de un kilómetro y medio a la redonda. Pero todo cambió cuando comenzaron a aparecer los automóviles. Muchos de los pasajeros con mayor poder adquisitivo, pero sin la posibilidad de llegar a un auto, utilizaban este rápido y confortable medio de traslado. Los automóviles de alquiler empezaron sus recorridos sin reglamentación y sin ninguna tarifa regulada. Cualquiera podía pedir un viaje y cada uno cobraba lo que se le antojaba. Hasta que el municipio capitalino, en 1911 impuso una ordenanza por la cual manifestaba la primera reglamentación de automóviles de alquiler en la provincia.
Radiografía de un coche de alquiler
Fue así, que las calles de la Ciudad de Mendoza pronto se vieron invadidas de estas nuevas máquinas a combustión de cuatro asientos y con un chofer que llevaba a los pasajeros por donde quisieran y a una velocidad no mayor a 20 km por hora. Las carrocerías de estos automóviles estaban pintadas de variados colores –no como los conocemos hoy en día con el color negro y amarillo– y tampoco tenían números ni matrículas. Por supuesto, el conductor del automóvil estaba muy bien vestido, con chaqueta, gorra y antiparras en sus ojos. A partir del 16 de mayo de 1911, se inició una nueva era para los incipientes ‘tachos’. Como había una gran cantidad, el horario de circulación era de 7 de la mañana hasta el mediodía. Cabe destacar que se incorporó en cada uno de los vehículos un aparato denominado taxímetro, que marcaba una tarifa de $1 para los primeros 1.200 metros y por cada 300 metros posteriores circulados tenía un costo de $0,20. También cobraban el tiempo de espera, a razón de $0,15 cada dos minutos. A diferencia de la actualidad, los taxis de antaño podían llevar a otros pasajeros que iban con diferente destino –tipo colectivo– y bajarse en donde quisieran. Además, cuando un taxista cobraba de más a cualquier pasajero las multas eran muy elevadas. Con el tiempo, el taxi se fue acomodando a tarifas accesibles y se hizo un transporte popular.
https://ciudadano.news/cultura/mendoza/la-centenaria-historia-del-taxi-en-mendoza
jueves, 12 de mayo de 2022
miércoles, 11 de mayo de 2022
Juan de San Martín: el padre del Libertador José de San Martín. (por Carlos Campana)
Fue el primero de una familia de granjeros en la localidad de Cervato de la Cueza, quien se inició como militar cuando tenía solo 18 años y sus cuatro hijos varones siguieron en el camino de las armas. Se llamaba Juan de San Martín y quizás nunca se imaginó que el último de sus hijos, llegaría a ser el Libertador de Sudamérica y estaría entre los más destacados generales de la historia. Hoy, a 244 años del nacimiento del Padre de la Patria, recordamos a su progenitor.
Un pueblito... allá en palencia
Desde hacía más de 300 años que los San Martín se habían instalado en un pueblo llamado Cervato de la Cueza, que por aquel tiempo tenía más de un centenar de habitantes. Un lugar, en donde los romanos habían pisado y se habían instalado varios siglos atrás en plena era cristiana, en las inmediaciones de esa localidad. Aquella pequeña y serena aldea atravesada por el río de la Cueza, vivía de la agricultura y de la cría de ganado. Allí, en una de las casas de la calle de las Solanas número 22 –que luego se cambió por 27– vivía Andrés de San Martín y de la Riquera y doña Isidora Gómez y Gómez, la casualidad dio que ambos habían enviudado muy jóvenes. Al poco tiempo, Andrés e Isidora contrajeron matrimonio en el antiguo templo de San Miguel, el 14 de febrero de 1726. Dos años después, un 3 de noviembre de 1728, nació un niño al cual bautizaron el 12 de ese mes y año, con el nombre de Juan en el templo de San Miguel, el mismo nombre que su abuelo paterno. El pequeño Juan creció en aquella pequeña hacienda, entre trigales y parrales. Pero aquel hogar se vio envuelto en una tragedia, al fallecer el padre de la familia. Fue así que Isidora volvió a enviudar y se quedó sola con su hijo, teniendo que hacerse cargo de los quehaceres campestres. A los 18 años, el joven Juan tomó una importante decisión que cambiaría para siempre su vida.
El soldado San Martín
En 1746 ingresó en el Ejército real como soldado en el regimiento de Lisboa. Aquel joven de estatura baja, cabello castaño claro y ojos garzos, vestía su uniforme de casaca color blanca sin collarín y con vueltas de color grana como también la chupa –una especie de chaleco– y el calzón. Desde varios años atrás, el Ejército español mantenía contiendas en el norte de África contra los musulmanes. Durante el tiempo que Juan de San Martín se había incorporado como militar, se habían encaminado hacia la pacificación, pero su regimiento fue trasladado al continente africano para realizar varias campañas Ya con el grado de suboficial llegó a la fortificación de la ciudad de Melilla, lugar donde permaneció por más de 17 años. Por sus grandes méritos en campaña, el 20 de noviembre de 1764 se le concedió el grado de teniente. Luego, el teniente San Martín, fue destinado a diferentes regiones de España: como Cantábrica, Galicia, Guipúzcoa, Extremadura y Andalucía. En 1764, ya con una excelente foja de servicio, se le destinó para continuar su carrera en el Río de la Plata. A principios de 1765, se embarcó y partió desde el puerto de Cádiz con destino a Buenos Aires.
Sudamérica, marcada por su destino
El teniente Juan de San Martín, fue recibido por el entonces gobernador de Buenos Aires, don Pedro de Cevallos quien luego sería el primer virrey del Río de la Plata, e inmediatamente se lo incorporó como teniente de las “Asambleas de Infantería" para instruir al batallón de Milicias de Voluntarios de Buenos Aires. Unos meses después, los portugueses se encontraban en la parte Norte de Colonia de Sacramento en donde se producían enfrentamientos con las tropas rioplatenses por lo que el teniente San Martín, fue destinado al bloqueo de la Colonia –hoy Uruguay– donde permaneció hasta 1766. Por su gran desempeño, el gobernador le confió la comandancia del Partido de las Vacas y Víboras, en territorio uruguayo. En 1768, el nuevo gobernador Francisco Paula de Bucareli, le confirió la administración de la estancia de los exjesuitas denominada Calera de las Vacas muy cerca de Colonia, en Uruguay. Un año después, Juan de San Martín, será nombrado primer ayudante del batallón de Voluntarios de Buenos Aires, por el rey Carlos III en octubre de 1772.
Matrimonio y algo más...
En 1770, mientras se encontraba en Buenos Aires, conoció a Gregoria Matorras del Ser, joven prima del nuevo gobernador de Tucumán, Jerónimo Luis de Matorras.Tiempo después, Juan y Gregoria, se casaron por poder el 1 de octubre de 1770 en el templo de la Merced, el mismo lugar donde 42 años después, se casaría su hijo menor José, con María de los Remedios de Escalada. Luego de encontrarse en la metrópoli rioplatense, la joven pareja se trasladó a la estancia de Calera de las Vacas. Allí nacieron tres de sus hijos: María Elena, el 18 de agosto de 1771; Manuel Tadeo, el 28 de octubre de 1772 y Juan Fermín Rafael, el 5 de octubre de 1774. A punto de concluir sus funciones como administrador de la hacienda en Uruguay, Juan José de Vértiz y Salcedo –nuevo gobernador de Buenos Aires- le nombró el 13 de diciembre de 1774 teniente gobernador del departamento de Yapeyú, haciéndose cargo de sus nuevas funciones desde principios de abril de 1775. Al llegar a Yapeyú, más conocida como Nuestra Señora de los Tres Reyes Magos, el teniente gobernador San Martín inició una importante actividad administrativa y de formación militar, para los pobladores de aquella pequeña aldea. La familia San Martín, se agrandó cuando nació en 1776 el cuarto niño bautizado por el religioso Francisco de la Pera como Justo Rufino. Dos años después, nació el 25 de febrero de 1778, el último de sus hijos llamado José Francisco, pero quien sería bautizado al día siguiente como Francisco José, cuyos padrinos fueron Cristóbal de Aguirre y doña Josefa de Matorras, por el mismo párroco que bautizó a su hermano Justo Rufino. Posteriormente, Gregoria Matorras y sus hijos partieron hacia Buenos Aires y tiempo después, el capitán y teniente gobernador fue reemplazado, a principios de 1781 por Francisco de Ulibarri, y tiempo después este mismo puesto fue asumido por su amigo y consejero Diego de Alvear y Ponce de León. Luego Juan fue destinado a Buenos Aires como ayudante mayor de la Asamblea de Infantería. El militar de Cervato de la Cueza, solicitó a las autoridades reales licencia para viajar a la península ibérica con su familia, la que le fue conferida el 25 de marzo de 1783. Partió desde Buenos Aires y llegó a Cádiz en 1784, donde fue incorporado a la guarnición de Málaga y luego de un tiempo se retiró con más de 40 años de servicios al rey. El 4 de diciembre de 1796, aquel militar que dio gran parte de su vida en tierras rioplatenses falleció en Málaga y fue enterrado en la iglesia de Santiago Apóstol de aquella localidad. En 1881, en ese mismo lugar, el gran pintor español Pablo Picasso fue bautizado el 10 de noviembre. El 24 de noviembre de 1947, el Gobierno argentino, trajo sus restos junto a los de su esposa Gregoria Matorras, en el buque de guerra ARA La Argentina y los mismos fueron depositados en el cementerio de la Recoleta cerca de la tumba de Remedios de Escalada de San Martín, esposa del Libertador. Luego de estar allí en anonimato por muchos años, en 1998, la urna funeraria fue trasladada a las ruinas de Yapeyú en Corrientes en donde permanece hasta hoy.
https://ciudadano.news/cultura/juan-de-san-martin-el-padre-del-libertador
martes, 10 de mayo de 2022
Móvil de la policía provincial marca Chevrolet, detenido, con un policía y dos cviles que lo rodean, en las afueras de San Luis hacia 1950.
Obsérvese el reflector en el techo de la cabina que podía ser dirigido, desde el interior de la cabina, segun las necesidades de los procedimientos.