martes, 17 de marzo de 2020

El 17 de Marzo del año 45 antes de Cristo, en Hispania, colonia Romana en la actual Andalucía se desarrolló la "Batalla de Munda", que marcó el fin de la Segunda Guerra civil Romana.


El conflicto se había originado cinco años antes cuando una facción tradicionalista del senado romano liderada por Pompeyo Magno quiso recortar los poderes crecientes de Julio César que impulsado por sus conquistas militares en los confines del imperio ya era Gobernador de Galia e Hispania. La movida de Pompeyo en el senado fue neutralizada por Marco Antonio, representante de la plebe, que vetó la ley. Se inició una feroz persecución de adeptos a Julio César por lo que Marco Antonio huyó de Roma, sin oposición, Pompeyo logró que el senado le de poderes especiales. Julio César regresó a Roma para enfrentar a Pompeyo en el año 49 a.c. iniciando la Segunda Guerra Civil Romana. Durante los siguientes 4 años ambas facciones se fueron enfrentando en distintos campos de batalla por toda la costa del Mediterráneo, librándose memorables contiendas como las batallas de Llerda, Dirraquio, Farsalia y Tapso. Pompeyo fue decapitado en Egipto, por lo que los ejércitos quedaron en manos de sus hijos Cneo Pompeyo, Sexto Pompeyo y su lugarteniente Tito Labieno, estos no estaban a la altura de la contienda y poco a poco se fueron debilitando. Los tres quedaron aislados en Hispania con los últimos 80 mil soldados y 6 mil jinetes leales a Pompeyo, hasta allí llegó Julio César con unos 40 mil soldados y 8 mil jinetes que rápidamente divisaron al numeroso ejército enemigo expuesto en la llanura de Munda. La mañana del 17 de Marzo, Julio César dio la orden de atacar, la batalla se transformó en una matanza donde ambos bandos peleaban encarnizadamente sin sacarse ventaja, para elevar la moral de su tropa, el propio Julio César se trenzó en la lucha cuerpo a cuerpo enfervorizando a sus hombres que finalmente ganaron la contienda. Tan difícil fue la batalla que Julio César se refería a ella diciendo "-Siempre combatí por la victoria, pero ese día luche por mi vida". Mientras las huestes de Julio César solo sufrieron 1000 muertos, las de Pompeyo sufrieron mas de 30 mil, reflejando el profesionalismo y la efectividad del vencedor que rodeó el campo de batalla con estacas para que los heridos no puedan huir. Esta batalla marcó el fin de la Segunda Guerra Civil Romana, Julio César regresó a Roma con poderes dictatoriales, pero la oposición conservadora no había desaparecido asesinándolo un año después.

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