viernes, 20 de junio de 2025

Antes de 1923, los carteros esperaban en cada puerta hasta que alguien abriera, lo que les llevaba una hora y media al día. Posteriormente, Estados Unidos impuso la obligatoriedad de los buzones, lo que permitió a los carteros dejar el correo y seguir su camino.


Antes de la década de 1920 en Estados Unidos, los carteros tenían que esperar en cada casa hasta que alguien saliera a recibir el correo. Esto no solo era ineficiente, sino que acumulaba más de una hora y media al día de espera, lo que reducía la cantidad de entregas posibles. En 1923, el Servicio Postal de EE. UU. emitió una orden obligando a que todas las viviendas urbanas contaran con un buzón o una ranura en la puerta. Esta medida buscaba agilizar las rutas de reparto y aliviar la carga de trabajo de los carteros. Desde entonces, los carteros ya no necesitaban interactuar con cada persona ni esperar a que abrieran la puerta, lo que incrementó significativamente la eficiencia del sistema postal. El cambio fue tan efectivo que inspiró mejoras similares en otros países y sentó las bases para la logística postal moderna. Un pequeño detalle—como un buzón—terminó revolucionando la manera en que nos comunicábamos en el día a día.

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