En Mendoza, “choco” no es cualquier perro: es ese perro pequeño, de pelo rizado, simpático y callejero. Su uso revela una forma única de nombrar lo cotidiano con afecto, precisión y sabor local. Según la lingüista mendocina María del Carmen “Nené” Ramallo, “choco” es parte de un conjunto de palabras que los mendocinos usan con naturalidad, pero que no siempre tienen origen local. En este caso, no hay registro etimológico formal que vincule “choco” con el lunfardo porteño ni con lenguas indígenas o europeas. Es más bien un modismo popular, transmitido oralmente, que se ha instalado en el habla cotidiana de Mendoza. Lo interesante es que “choco” no se refiere a cualquier perro, sino específicamente a ese tipo de can pequeño, de pelo rizado, muchas veces mestizo, que suele verse en barrios, plazas o casas familiares. Es un término afectivo y descriptivo, que encapsula una imagen muy precisa: el “choco” es simpático, inquieto, y tiene ese pelaje que parece una esponja viviente. Aunque el lunfardo nació en Buenos Aires como una jerga marginal, con raíces en lenguas inmigrantes (italiano, español, francés, portugués), muchos términos se expandieron por el país y fueron adaptados regionalmente. En Mendoza, algunos modismos como “choco”, “pandito” o “chapecas” se consideran mendocinismos, aunque no todos tienen origen local. En el caso de “choco”, no hay evidencia de que provenga del lunfardo clásico, pero sí se ha convertido en una marca de identidad lingüística regional. El “choco” representa algo más que un perro: es parte del paisaje urbano y emocional de Mendoza. Así como en otras regiones se habla del “firulais” o el “pichicho”, el “choco” mendocino tiene su propia carga simbólica. Es el perro que acompaña, que corre detrás de las bicicletas, que duerme bajo la parra, que ladra sin maldad. #ChocoMendocino #ModismoConPelaje #LunfardoDeAltura #ArchivoDelHabla #PerroConIdentidad #MendozaEnPalabras #Mendozantigua
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jueves, 9 de octubre de 2025
🐾 “Choco”: el modismo mendocino que ladra identidad
En Mendoza, “choco” no es cualquier perro: es ese perro pequeño, de pelo rizado, simpático y callejero. Su uso revela una forma única de nombrar lo cotidiano con afecto, precisión y sabor local. Según la lingüista mendocina María del Carmen “Nené” Ramallo, “choco” es parte de un conjunto de palabras que los mendocinos usan con naturalidad, pero que no siempre tienen origen local. En este caso, no hay registro etimológico formal que vincule “choco” con el lunfardo porteño ni con lenguas indígenas o europeas. Es más bien un modismo popular, transmitido oralmente, que se ha instalado en el habla cotidiana de Mendoza. Lo interesante es que “choco” no se refiere a cualquier perro, sino específicamente a ese tipo de can pequeño, de pelo rizado, muchas veces mestizo, que suele verse en barrios, plazas o casas familiares. Es un término afectivo y descriptivo, que encapsula una imagen muy precisa: el “choco” es simpático, inquieto, y tiene ese pelaje que parece una esponja viviente. Aunque el lunfardo nació en Buenos Aires como una jerga marginal, con raíces en lenguas inmigrantes (italiano, español, francés, portugués), muchos términos se expandieron por el país y fueron adaptados regionalmente. En Mendoza, algunos modismos como “choco”, “pandito” o “chapecas” se consideran mendocinismos, aunque no todos tienen origen local. En el caso de “choco”, no hay evidencia de que provenga del lunfardo clásico, pero sí se ha convertido en una marca de identidad lingüística regional. El “choco” representa algo más que un perro: es parte del paisaje urbano y emocional de Mendoza. Así como en otras regiones se habla del “firulais” o el “pichicho”, el “choco” mendocino tiene su propia carga simbólica. Es el perro que acompaña, que corre detrás de las bicicletas, que duerme bajo la parra, que ladra sin maldad. #ChocoMendocino #ModismoConPelaje #LunfardoDeAltura #ArchivoDelHabla #PerroConIdentidad #MendozaEnPalabras #Mendozantigua
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