Dice el tango que 20 años no es nada y parece que menos 100. Pues ese es el tiempo que ha pasado desde la primera vez que el inmenso cantante de la música ciudadana llegara a Mendoza y cantara aquí el 16 de noviembre de 1917. Aquel artista era Carlos Gardel, quien, acompañado por el uruguayo José Razzano y el ‘Negro’ José Ricardo, dejó su sello en la provincia. ‘El Zorzal’ visitó Mendoza en varias ocasiones y en julio de 1933 fue la última vez que pisó suelo cuyano. Dos años después pasaría a la inmortalidad al morir trágicamente en un accidente aéreo en Medellín (Colombia) el 24 de junio.
La aldea recibe a Carlitos
Desde Santiago de Chile, tres jóvenes artistas argentinos partieron en el tren Trasandino con rumbo a Mendoza para luego quedarse en Buenos Aires: su destino final. Fue a principios de diciembre de 1917, en el marco de una extensa gira por Viña del Mar y Santiago de Chile. Durante el viaje, algunos de los pasajeros que se encontraban allí se arrimaron a saludar a Carlos Gardel, José Razzano y José Ricardo. Después de varias horas de viaje, el ‘Morocho del Abasto’, el ‘Oriental’ y el ‘Negro’ llegaron a la estación del ferrocarril Trasandino, ubicada en Belgrano y Sargento Cabral de Ciudad -donde hoy se encuentra el Archivo General de la Provincia-. Los tres fueron recibidos por el empresario del cine y teatro “Centenario” y el público que los esperaba ansioso para saludarlos. Minutos después Gardel junto a sus compañeros se trasladaron a un hotel céntrico en donde iban a hospedarse.
Tiempos de escasez
Por aquel tiempo nuestra provincia vivía momentos muy críticos en lo político y económico: cientos de personas, en las calles, pedían algo de comer. Quien era por esa época gobernador, Francisco Álvarez, al no poder controlar la situación tenía sus días contados. Desde Buenos Aires, el presidente Hipólito Yrigoyen decretó la intervención federal a varias provincias, incluyendo a Mendoza. Y días después de la llegada de Gardel arribó el interventor federal Eufrasio Loza, que se hizo cargo del gobierno. En gran parte del país se realizaban huelgas y marchas para mejorar los magros salarios de los trabajadores. Los ferroviarios estaban en paro y también se plegaron otras organizaciones y el Partido Socialista. A pesar de la crisis, los que podían costear las entradas eligieron refugiarse de la drástica situación en el entretenimiento artístico y, los que tenían la posibilidad de contar con algún fonógrafo, se solazaban escuchando al dúo Gardel-Razzano (los discos de pasta se vendían en la agencia “Casa Lepage” de calle Godoy Cruz 142 de Ciudad). Pero esta vez el encuentro de los melómanos sería en vivo pues los artistas habían llegado a Mendoza para presentarse en el cine teatro “Centenario”, con la intención de deleitar al público con sus canciones. Y, claro, se agotaron las localidades. Antes de su actuación los músicos tuvieron la oportunidad de realizar varios paseos por aquella la pequeña urbe que era Mendoza. Tan famosos eran que los transeúntes que los veían a su paso se acercaban a saludarlos.
Una voz en el Centenario
Lentamente la noche se asomó en la ciudad de Mendoza y a las 21.30 del 16 de noviembre, cientos de personas se reunieron en el cine teatro Centenario, ubicado en la calle Las Heras al 100, esquina 9 de Julio. A aquella primera actuación de Carlos Gardel asistió un público proveniente de la alta sociedad mendocina, una platea cargada de renombrados apellidos: los Corvalán, los Reta, los Guiñazú. También algunos políticos y bodegueros. Media hora después los intérpretes, vestidos de elegante smoking de color negro, camisa blanca y moño, salieron al escenario para hacer sonar su música. La magia de la voz de ‘Carlitos’ cautivó a toda la audiencia, en especial a las jovencitas que suspiraban al ver al ‘Zorzal Criollo’ frente a sus ojos. El dúo inició su repertorio con “Mi noche triste”, tango de Samuel Castriota y José María Contursi, que había sido grabado por el grupo en abril de ese mismo año. Luego cantaron “Entre colores”, “El sol del 25”, la zamba “Ya canta el gallo”, “A mi morocha”, “Gaucha”, “Una rosa para mi Rosa”. El auditorio ovacionó a ‘Carlitos’ y al ‘Oriental’, tanto que tuvieron que repetir algunas canciones. Finalizada la función las admiradoras los esperaron para que les firmaran un autógrafo o simplemente para saludar al estupendo cantor. Ni Razzano ni Gardel esperaban tal éxito para su espectáculo y, debido a esto, su estadía en la ciudad se prolongó por varios días más de los previstos. Sí, los dejamos prendados.
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