sábado, 3 de octubre de 2020

El 3 de octubre de 1226, en Asís, Italia, se apagaba la vida terrenal de un hombre que había cambiado para siempre la historia de la Iglesia y la espiritualidad cristiana: Francisco de Asís, fundador de la Orden Franciscana. Su legado quedó marcado por la humildad, la predicación y la entrega absoluta a los pobres y enfermos.


Francisco había nacido en 1181 con el nombre de Giovanni di Pietro Bernardone, en el seno de una próspera familia de comerciantes. Los viajes constantes de su padre, sobre todo a Francia, le valieron a Giovanni el apodo de “Francesito”, que con el tiempo derivó en Francesco. El joven, acostumbrado a los lujos y privilegios, participó incluso en batallas: en 1197 luchó junto a las tropas papales y en 1202 fue hecho prisionero en una guerra contra Perugia. Sin embargo, una experiencia en Apulia en 1205 marcó un quiebre en su vida: comprendió que debía abandonar las armas y dedicar su existencia a la fe. A partir de entonces, Francesco se volcó al servicio de los más desposeídos. Vendió sus bienes, convivió con leprosos y utilizó el dinero para reparar capillas en ruinas, como la de San Damián. Su padre, indignado, lo llevó ante el obispo Guido. Allí, en un gesto que aún resuena con fuerza en la historia, Francisco se despojó de sus vestiduras y declaró: “Renuncio a mis bienes y solo reconozco a Dios como mi Padre”. Aquel acto selló su destino. En 1208 tuvo una nueva revelación: debía evangelizar viviendo en absoluta pobreza, sin monedero ni posesiones. Su mensaje radical llamó la atención del papa Inocencio III, quien en 1209 aprobó la naciente Orden Franciscana. Más tarde, el IV Concilio de Letrán (1215) le otorgó reconocimiento oficial, y Francisco impulsó además las Hermanas Clarisas y la Orden de los Hermanos y Hermanas de la Penitencia. En 1224, retirado en el Monte Alvernia, experimentó una visión mística: Cristo crucificado se le apareció, dejándole en el cuerpo las llagas de la Pasión. Aquel fue el inicio de su camino final. Dos años después, regresó a Asís para entregar su espíritu el 3 de octubre de 1226. Tan fuerte fue la huella que dejó, que apenas dos años más tarde, el 16 de julio de 1228, el papa Gregorio IX lo canonizó, gracias en parte a los testimonios de su discípulo San Buenaventura. Desde entonces, San Francisco de Asís se convirtió en símbolo universal de humildad, paz y amor a toda la creación. #SanFranciscoDeAsís #HistoriaCristiana #OrdenFranciscana #Espiritualidad #VidaAustera #PazYHumildad #IglesiaCatólica #Clarisas #FeYEsperanza #Santidad #Canonización #AmorALaCreación #Asís #HistoriaMedieval #Santos

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