26 de agosto de 1810, en el paraje cordobés conocido como Cabeza de Tigre es Fusilado Santiago de Liniers 🕯️ De héroe a mártir

Santiago de Liniers, figura clave en la defensa de Buenos Aires durante las Invasiones Inglesas, pasó de ser símbolo de resistencia a víctima de la Revolución de Mayo. En 1810, al conocer los sucesos en la capital, intentó organizar una contrarrevolución desde Córdoba, fiel aún a la Corona española. Reunió tropas, pero el apoyo popular era escaso: la mayoría simpatizaba con las ideas revolucionarias. Pese a advertencias de Belgrano, Saavedra y su propio suegro, Liniers persistió. Su ejército se dispersó, perdió las municiones y fue traicionado por un peón. Capturado en San Francisco del Chañar, sufrió un trato humillante: despojado de sus bienes, atado con brutalidad y expuesto a la violencia de sus captores. La Junta revolucionaria ordenó su fusilamiento, pero el comandante Ortiz de Ocampo se negó. Entonces, Castelli y French fueron enviados para ejecutar la sentencia. El 26 de agosto, en el paraje Cabeza de Tigre, Liniers y cuatro compañeros fueron fusilados. French, irónicamente, disparó sobre el héroe que había liderado la Reconquista. Los cuerpos fueron enterrados en una zanja, pero luego recibieron sepultura digna. Décadas más tarde, sus restos fueron trasladados a España. Una inscripción resume su destino: “Los últimos héroes de la Patria Vieja fueron las primeras víctimas de la Patria Nueva”. La ejecución fue un acto de prevención política: Liniers era demasiado respetado, y su presencia podía amenazar el nuevo orden. Así, la Revolución selló su nacimiento con sangre, sacrificando a uno de sus propios constructores.