Llegó a esta tierra para cambiar definitivamente la industria del vino. Benegas nació el 9 de julio de 1844 en Rosario, Santa Fe. Sus padres, de una importante trayectoria política, fueron don Pedro Benegas, quien colaboró con Aaron Castellanos en los trabajos de colonización, y doña Ángela Ortiz Posse.
En 1865 llegó a Mendoza y descubrió su gran amor: la vid. Si bien apenas arribó a nuestra provincia lo hizo bajo el amparo de su tío comerciante, Ángel Ceretti, su vida se entretejió entre parrales y viñas. Sus primeras incursiones fueron en las plantaciones a gran escala.
En los comienzos de su vida vitivinícola, organizó empresas industriales, fundó bodegas y sus productos gozaron de gran fama.
Entre otras actividades, Tiburcio Benegas fue miembro fundador de la Masonería local y participó por varios años en esa sociedad secreta junto a importantes personalidades de aquel entonces entre los que se encontraban políticos, educadores, abogados y médicos de tradicionales apellidos.
Uno de los momentos más importantes de su vida llegó en 1883 cuando adquirió los viñedos de la bodega “El Trapiche”. Situada en el departamento de Godoy Cruz, los antecedentes de esta bodega se remontan a la época colonial. Sus viñedos fueron sometidos a una explotación sistematizada y científica hasta entonces desconocida en lo que al ámbito vitivinícola de nuestro país respecta.
Nuevas ideas para la vid
Hombre de gran capacidad administrativa y un trabajador incansable, poseyó plantíos de viñas importadas de Francia con alrededor de siete mil cepas y setecientas mil plantas.
Su tenacidad lo llevó a estudiar el sistema de poda conocido como Guyot y la forma de regadío de sus viñedos con sus cien compuertas y sus tubos en forma de sifón para la filtración del agua.
En la labranza de sus tierras utilizó arados Collins, también conocido como cincel. Este tipo de arado es de gran utilidad, dadas las características de nuestro suelo, ya que sus púas permiten que la raíz de la cepa llegue más profundo y que esta conserve la humedad. Los cultivos trabajos con esta herramienta son menos vulnerables a las sequías.
Además, utilizó aporcadoras de última generación para la época, lo que llevó a que sus vinos fueran meritorios de grandes elogios y la aprobación de los más importantes catadores de Burdeos. Podemos decir, sin lugar a dudas, que Tiburcio Benegas fue el propulsor de la más importante industria del vino en nuestra provincia.
Paralelamente, este prolifero personaje incursionó en la vida política, militando en el entonces Partido nacional y ocupando, luego, una banca en la cámara de diputados de la provincia. En 1879, presidió la Legislatura de Mendoza.
El 24 de setiembre de 1888, Benegas fundó el Banco de la Provincia de Mendoza, institución de la que luego fue su director. En esos años presidió la comisión de la Exposición de Mendoza, preparada para celebrar la llegada del ferrocarril a nuestra provincia.
Su personalidad justa y emprendedora, y dueño de un prestigio intachable, Tiburcio Benegas prestó ayuda a quienes compartieron su concepción optimista de las posibilidades económicas de la provincia.
Esas características fueron las que lo llevaron a ser electo diputado nacional, llegando en 1887 a ser senador nacional. Pocos meses después ocupó la gobernación, cuya gestión gozó de gran aceptación entre los mendocinos.
A pesar de esto, el 6 de enero de 1889, a un año y medio de su gestión fue depuesto de su cargo por una revolución encabezada por el general Rufino Ortega. Benegas fue encarcelado junto a Juan Serú y Agustín Álvarez entre otros.
Por aquel tiempo, el vicepresidente Carlos Pellegrini dispuso la intervención federal, y envió a Manuel Derqui para hacerse cargo del Ejecutivo; pero esto no fue más que una estrategia, ya que éste devolvió sus funciones a Benegas, quien asumió hasta el 9 de junio de 1889, fecha en que renunció a la gobernación.
En 1895 volvió a ser elegido senador nacional por Mendoza. Posteriormente, el gobierno lo nombró en 1903, ministro plenipotenciario y enviado extraordinario a la República de Chile. Este fue su ultimó cargo, el cual ocupó con brillante desempeño y la gran humildad que lo caracterizó siempre, ya que dos años después se vio obligado a renunciar por cuestiones de salud.
Conoció a su esposa, doña Lubina Blanco, a través de su otro amor, la vid. El padre de doña Lubina, don Eusebio Blanco compartía con Benegas la pasión por esa industria. Benegas murió el 5 de Noviembre de 1908 en Buenos Aires. Sus restos descansan en el cementerio de la Capital.
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