viernes, 14 de febrero de 2020

El 14 de Febrero de 1990, una simple y banal idea de Carl Sagan derivaba en un hito de la historia de la astronomía, ese día se tomaba la fotografía mas lejana de la tierra, sembrando la semilla de uno de los libros mas importantes de la historia de la exploración espacial "Un punto azul pálido".

A finales de 1989 el científico Carl Sagan, consejero de la NASA le sugiere a los operadores de la sonda "Voyager I" que giraran la lente de su cámara hacia la posición de la tierra, los ingenieros le dicen que por estar a 6 mil millones de kilómetros lo mas probable es que no se viera nada. Otro argumento para negarse era la cantidad de energía que se requeriría para el procedimiento de giro y calibración del Zoom, y que de producirse un fallo ya no se podría reorientarla hacia el frente, sin embargo Carl Sagan insistió. Finalmente la cámara estuvo en posición el 14 de Febrero de 1990, la foto transmitida se transformaría en un hito de la ciencia espacial, la imagen mostraba un diminuto puñado de pixeles descoloridos que Carl Sagan describió poéticamente como "Un punto azul pálido". Sagan se vio tan impactado por esa imagen que abandonó toda actividad científica y se volcó de lleno a escribir "Un punto azul pálido: una visión del futuro humano en el espacio" finalmente publicado en 1994. Uno de los pasajes mas famosos del libro se ha transformado en una guía para pacifistas y naturalistas de todo el mundo por ello nos honra compartirlo.
"Un punto azul pálido"
Desde este lejano punto de vista, la Tierra puede no parecer muy interesante, pero para nosotros es diferente. Considera de nuevo ese punto, eso es aquí, eso es nuestra casa, eso somos nosotros. Todas las personas que has amado, conocido, de las que alguna vez oíste hablar, todos los seres humanos que han existido, han vivido en él. La suma de todas nuestras alegrías y sufrimientos, miles de ideologías, doctrinas económicas y religiones seguras de sí mismas, cada cazador y recolector, cada héroe y cobarde, cada creador y destructor de civilizaciones, cada rey y campesino, cada joven pareja enamorada, cada madre y padre, cada niño esperanzado, cada inventor y explorador, cada profesor de moral, cada político corrupto, cada “superestrella”, cada “líder supremo”, cada santo y pecador en la historia de nuestra especie ha vivido ahí, en una mota de polvo suspendida en un rayo de sol. La Tierra es un escenario muy pequeño en la vasta arena cósmica. Piensa en los ríos de sangre vertida por todos esos generales y emperadores, para que, en gloria y triunfo, pudieran convertirse en amos momentáneos de una fracción de un punto. Piensa en las interminables crueldades cometidas por los habitantes de una esquina de este píxel sobre los apenas distinguibles habitantes de alguna otra esquina. Cuán frecuentes sus malentendidos, cuán ávidos están de matarse los unos a los otros, cómo de fervientes son sus odios. Nuestras posturas, nuestra importancia imaginaria, la ilusión de que ocupamos una posición privilegiada en el Universo... Todo eso es desafiado por este punto de luz pálida. Nuestro planeta es un solitario grano en la gran y envolvente penumbra cósmica. En nuestra oscuridad, en toda esta vastedad, no hay ni un indicio de que vaya a llegar ayuda desde algún otro lugar para salvarnos de nosotros mismos. La Tierra es el único mundo conocido hasta ahora que alberga vida. No hay ningún otro lugar, al menos en el futuro próximo, al cual nuestra especie pudiera migrar. Visitar, sí, Colonizar, aún no. Nos guste o no, por el momento la Tierra es donde tenemos que quedarnos. Se ha dicho que la astronomía es una experiencia de humildad, y formadora del carácter. Tal vez no hay mejor demostración de la locura de la soberbia humana que esta distante imagen de nuestro minúsculo mundo. Para mí, subraya nuestra responsabilidad de tratarnos los unos a los otros más amable y compasivamente, y de preservar y querer ese punto azul pálido, el único hogar que siempre hemos conocido.

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