El 12 de Octubre de 1937, en el extremo oeste de República Dominicana culminaba la matanza de inmigrantes Haitianos recordada como "La Masacre del Perejíl".(EH)

La Isla la Española, está dividida en dos naciones desde que en 1777, se firmara el tratado de Aranjuez que determinó que el este de la isla fuera de dominio español y el oeste de dominio Francés. República Dominicana, ocupa la parte mas fértil de la isla, mientras que Haití ocupa la parte menos productiva, esto provocó un constante flujo migratorio de haitianos en busca de trabajo y oportunidades. La gran cantidad de trabajadores haitianos reducidos a la servidumbre desplazaban a los trabajadores dominicanos que comenzaron a ver con preocupación el crecimiento de la población del país vecino. Un sentimiento antihaitiano comenzó a enfervorizar a los Dominicanos, en 1937 el dictador Dominicano Rafael Trujillo se hizo eco de esto y con grandilocuentes frases xenófobas prometió terminar con esta situación. El 3 de Octubre de 1937, milicias Dominicanas se trasladaron hacia el oeste del país y comenzaron a deportar a los inmigrantes, el modo de diferenciarlos era hacerles decir "Perejíl", los nativos Dominicanos descendientes de españoles no tenían dificultades, pero los haitianos que hablaban lengua créole, les era imposible pronunciar la "R" y así eran identificados. La deportación se transformó en castigos físicos, luego torturas y finalmente fusilamientos. El saldo varía según las fuentes, aunque no baja de los 10 mil asesinatos, el presidente de Haití, Sténio Vincent, denunció la matanza de Trujillo ante el presidente de los EEUU Franklin Delano Roosevelt, este le impuso a la República Dominicana una indemnización de 750 mil dólares para los familiares de los asesinados y desplazados, pero ese dinero se perdió entre la estructura corrupta del gobierno haitiano. A lo largo de los años los problemas lejos de apaciguarse, se acrecentaron, Haití se convirtió en el país mas pobre de la tierra, República Dominicana se convirtió en un pujante destino turístico, esto acrecentó el recelo a la inmigración dentro de la isla, por ello las heridas de la masacre aún no han sanado.