En Mendoza
circula uno que otro aguatero,. La modalidad se había reimplantado tras la
destrucción de la ciudad por el terremoto del 20 de marzo de 1861 y que, entre
otros males, dejó a la población sin el abastecimiento de agua que desde El Challao
llegaba hasta la plaza Constitución (Pedro del Castillo) a través de un canal
revestido en piedra; esa dotación fue reforzada posteriormente con una toma en
la Acequias de Rey
(el Jarillal).
La población
debía obtener aguas del Zanjón o del Tajamar. Esa agua debía dejarse en reposo
y recibía un elemental proceso de clarificación utilizando hojas de penca. La otra alternativa era el servicio del
aguatero a domicilio. El agua era transportada en toneles y se vendía a 10
centavos moneda nacional el balde (diez
litros). No era nada económico si se tiene en cuenta que un peón que trabajaba
de sol a sol, obtenía una remuneración de 50 centavos el día.
En 1876 se
instala en Mendoza la primera red de agua corriente, transportando el agua
desde El Challao hasta un depósito de almacenaje emplazado en el extremo oeste de
calle Unión ( trazado total de Sarmiento, Emilio Civít y Avenida del
Libertador) desde donde partía una cañería principal de hierro fundido hasta la
esquina de Unión y San Nicolás (Sarmiento y San Martín). Allí se iniciaba la
cañería de distribución tendida con caños de barro cocido revestido con material cementicio.
Las raíces de
los árboles se encargaban en poco tiempo de producir deterioros en la cañería de
distribución lo que sumado a la escasa cantidad de agua que bajaba de El Challao
motivaba frecuentes desabastecimientos , lo que explica la supervivencia de uno
que otro aguatero.
Las primeras cañerías
de Hierro fundido y hierro galvanizado para la distribución de agua corriente a domicilio
se tiende en el año 1882, dando origen a una normalización aceptable y sentando
las bases de la red definitiva mientras se estudiaban nuevas fuentes de
suministro para abastecer la demanda real de la población. De esa forma
desparecen de la ciudad los últimos aguateros.
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