🕊 El largo regreso del Libertador: vida, exilio y repatriación de José de San Martín.

Treinta años después de su muerte, los restos del General José de San Martín emprendieron el viaje de regreso a su tierra natal. Fue el presidente Nicolás Avellaneda quien impulsó la repatriación, y el 5 de abril de 1880 partieron a bordo de la nave Villarino, rumbo a Montevideo y luego a Buenos Aires. El 28 de mayo de ese año, más de 50.000 personas se congregaron para recibir al Libertador en una jornada cargada de emoción y memoria. San Martín fue un descolonizador incansable, figura clave en la independencia de Sudamérica. Aunque vivió 72 años, pasó 54 de ellos en Europa, epicentro del poder colonial. Los 18 restantes los dedicó a los tres países que liberó: Argentina, Chile y Perú. Su pensamiento estuvo profundamente influenciado por la Ilustración y por una cultura eurocéntrica que, lejos de alejarlo de su causa, lo fortaleció en su lucha contra las monarquías absolutistas. Siempre actuó en favor de los pueblos oprimidos, respetando las culturas originarias, criollas y locales. Su ambición, tanto en Europa como en América, fue derribar el “Antiguo Régimen” y abrir paso a la libre determinación de los pueblos, a los derechos del hombre y a la igualdad. Su tarea emancipadora culminó tras la célebre entrevista con Simón Bolívar en Guayaquil, en 1822. Ese mismo año renunció como Protector del Perú y se retiró de la vida pública, eligiendo el exilio como respuesta a la “anarquía de los años veinte” que comenzaba a desgarrar el continente. Desde la Revolución Francesa, la gran disyuntiva ideológica en Occidente era absolutismo o liberalismo. San Martín se inclinó decididamente por lo segundo. En 1823 regresó brevemente a Mendoza, y en febrero de 1824 se embarcó con su hija Merceditas rumbo a Francia. Sin poder desembarcar allí, lo hizo en Londres, donde fue recibido por amigos como el doctor Paroissiens —médico del Ejército de los Andes— y su exsecretario, el general Álvarez Condarco. A fines de ese año se instaló en Bruselas, mientras Merceditas ingresaba a un colegio en Londres. La visitaba con frecuencia, llamándola cariñosamente “mi pequeña Mercedes”, entonces de 8 años. Fue en su residencia belga donde, hace exactamente 200 años, escribió las célebres Máximas para Merceditas. En 1828 intentó regresar a la patria, pero no logró pisar suelo argentino. El fusilamiento de Dorrego, el ataque de Lavalle a Buenos Aires y las guerras internas lo decepcionaron profundamente. Desde Montevideo, volvió a Europa. El país se consumía en una guerra civil fratricida. En 1830, Bélgica se independizó de España, generando un clima de agitación social que San Martín prefirió evitar. Así, eligió Francia como su destino definitivo. Aunque el absolutismo seguía resistiendo, Francia le ofrecía un entorno más estable y afín a sus ideales. Allí vivió desde los 52 hasta los 72 años, rodeado de los pensamientos de Montesquieu, Rousseau, Diderot y Voltaire. Inicialmente residió en París, y luego se trasladó a Grand Bourg, a 27 km al sur, donde cultivó una huerta y jardines que disfrutaba con dedicación. Vivía con Merceditas, y durante la epidemia de cólera de 1832 ambos se contagiaron. Fueron atendidos por el médico y diplomático Mariano Balcarce, hijo del general González Balcarce. Ese encuentro dio inicio al noviazgo entre Merceditas y Mariano, quienes se casaron ese mismo año. En Grand Bourg recibió visitas ilustres como Juan Bautista Alberdi (1843), Florencio Varela (1844) y Domingo Faustino Sarmiento (1846). Allí nacieron sus nietas: María Mercedes en 1833 y Josefa Dominga en 1836. En Palermo, Buenos Aires, el arquitecto José P. Otero construyó una réplica de esa casa, sede del Instituto Nacional Sanmartiniano desde 1933, inaugurada en 1946 con la presencia del presidente Perón. En febrero de 1846, San Martín se alojó en la Piazza della Minerva 69 de Roma, como recuerda una placa conmemorativa. Viajaba acompañado por su mucamo y en ese recorrido se encontró con Gervasio A. Posadas, nieto del primer Director Supremo. En una tienda adquirió una estatua de Napoleón que llevó consigo a París. En 1848 estalló una nueva revolución en Francia, instaurando la Segunda República. Ante la inseguridad, la familia se trasladó a Boulogne-sur-Mer, en el norte del país. Allí vivió sus últimos dos años, en el segundo piso de la casa de un amigo. A las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, falleció acompañado por Merceditas y Mariano. La cama y el mobiliario donde murió fueron donados por su nieta Josefa al Museo Histórico Nacional, en San Telmo. La casa de Boulogne-sur-Mer fue adquirida por el gobierno argentino en 1926 y desde 1928 funciona allí el Museo Libertador General San Martín. Sus restos embalsamados descansaron durante 11 años en la catedral local, luego fueron trasladados al panteón de los Balcarce en Brunoy, París. Finalmente, en 1880, el presidente Avellaneda concretó la repatriación. El féretro partió en el Villarino y fue recibido por una multitud en Buenos Aires. Avellaneda, Sarmiento y el embajador peruano pronunciaron discursos antes de depositar los restos en la Catedral Metropolitana. Los restos de Mariano Balcarce, Merceditas y María Mercedes también fueron repatriados, pero a Mendoza. Por iniciativa del General Perón en 1951, hoy reposan en la Basílica de San Francisco, en la intersección de España y Necochea, en la capital mendocina. #SanMartín #LibertadorDeAmérica #HistoriaArgentina #RepatriaciónSanMartín #GrandBourg #BoulogneSurMer #IndependenciaSudamericana #MemoriaHistórica #MuseoSanmartiniano #MáximasParaMerceditas #Ilustración #RevoluciónFrancesa #Guayaquil1822 #Merceditas #MarianoBalcarce #Perón #CulturaVisual #ArchivoHistórico #EfeméridesArgentinas #PatrimonioNacional #SanMartínVive