En la primera década del siglo XX, Mendoza buscaba diversificar su oferta cultural y recreativa. El Jardín Zoológico abrió sus puertas como un espacio de esparcimiento inspirado en los grandes parques europeos, combinando naturaleza, educación y sociabilidad urbana. Su inauguración se celebró con gran expectativa, pues simbolizaba el progreso de una ciudad que crecía junto al ferrocarril y al auge turístico de la región. La reja de hierro forjado, coronada por el letrero “JARDÍN ZOOLÓGICO”, estaba flanqueada por pilares de piedra sillar. Estos pilares albergaban faroles de gas, encendidos al caer la tarde, que acentuaban la imponencia del acceso. Los barrotes verticales, repujados con motivos vegetales, evocaban la vegetación exótica que aguardaba en el interior. Policías de uniforme oscuro custodiaban el perímetro, garantizando el respeto a los horarios de visita y el correcto comportamiento frente a las jaulas. El guardián del zoológico, provisto de bastón reglamentario y gorra de plato, actuaba como enlace entre la autoridad civil y el personal de cuidado animal. Su función iba más allá de la vigilancia: guiaba a los primeros visitantes y explicaba curiosidades de cada especie. Las fotografías nos revelan a cuatro damas ataviadas con vestidos largos hasta el suelo, mangas suntuosas y corpiños ceñidos, rematados por cinturones de tela y guantes blancos. Sus sombreros ornamentados con flores y plumas eran una declaración de estatus social. Los caballeros, por su parte, vestían sacos oscuros, corbatas de lazo y sombreros de copa baja, completando el cuadro de respeto y solemnidad que exigía cualquier acto público. Acudir al zoológico era parte de una jornada familiar o de sociedad. Paseos matutinos hasta la entrada, bordeando avenidas arboladas. Fotografiarse ante el acceso como prueba de modernidad y cultura. Recorrer los recintos de animales exóticos mientras un guía improvisado —el guardián— narraba historias de cada ejemplar. Terminar la visita con un refrigerio en kioscos próximos, en un ambiente que mezclaba lo lúdico con lo pedagógico. #JardínZoológicoMendoza #ZoológicoMendoza1905 #HistoriaMendocina #FotografíaHistórica #PatrimonioVisual #VidaUrbana1900 #PolicíasDeÉpoca #Damas1900 #Moda1900s #MemoriaColectiva #Mendozantigua
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lunes, 4 de agosto de 2025
La entrada al Jardín Zoológico de Mendoza (1905–1910) Parque General San Martín
En la primera década del siglo XX, Mendoza buscaba diversificar su oferta cultural y recreativa. El Jardín Zoológico abrió sus puertas como un espacio de esparcimiento inspirado en los grandes parques europeos, combinando naturaleza, educación y sociabilidad urbana. Su inauguración se celebró con gran expectativa, pues simbolizaba el progreso de una ciudad que crecía junto al ferrocarril y al auge turístico de la región. La reja de hierro forjado, coronada por el letrero “JARDÍN ZOOLÓGICO”, estaba flanqueada por pilares de piedra sillar. Estos pilares albergaban faroles de gas, encendidos al caer la tarde, que acentuaban la imponencia del acceso. Los barrotes verticales, repujados con motivos vegetales, evocaban la vegetación exótica que aguardaba en el interior. Policías de uniforme oscuro custodiaban el perímetro, garantizando el respeto a los horarios de visita y el correcto comportamiento frente a las jaulas. El guardián del zoológico, provisto de bastón reglamentario y gorra de plato, actuaba como enlace entre la autoridad civil y el personal de cuidado animal. Su función iba más allá de la vigilancia: guiaba a los primeros visitantes y explicaba curiosidades de cada especie. Las fotografías nos revelan a cuatro damas ataviadas con vestidos largos hasta el suelo, mangas suntuosas y corpiños ceñidos, rematados por cinturones de tela y guantes blancos. Sus sombreros ornamentados con flores y plumas eran una declaración de estatus social. Los caballeros, por su parte, vestían sacos oscuros, corbatas de lazo y sombreros de copa baja, completando el cuadro de respeto y solemnidad que exigía cualquier acto público. Acudir al zoológico era parte de una jornada familiar o de sociedad. Paseos matutinos hasta la entrada, bordeando avenidas arboladas. Fotografiarse ante el acceso como prueba de modernidad y cultura. Recorrer los recintos de animales exóticos mientras un guía improvisado —el guardián— narraba historias de cada ejemplar. Terminar la visita con un refrigerio en kioscos próximos, en un ambiente que mezclaba lo lúdico con lo pedagógico. #JardínZoológicoMendoza #ZoológicoMendoza1905 #HistoriaMendocina #FotografíaHistórica #PatrimonioVisual #VidaUrbana1900 #PolicíasDeÉpoca #Damas1900 #Moda1900s #MemoriaColectiva #Mendozantigua
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