Cada comarca en la tierra
tiene un rasgo prominente:
el Brasil su sol ardiente,
minas de plata el Perú.
Montevideo su cerro,
Buenos Aires, patria hermosa,
tiene la pampa grandiosa,
la pampa tiene el ombú.
Con esta poesía de Luis Lorenzo Domínguez, que muchos memorizamos en la escuela, el diario La Razón informó, en diciembre de 1927, los resultados de su encuesta para identificar “el árbol patrio”. Ganó el ombú, con 14.670 votos, aunque ya en ese tiempo generó discusiones. Se planteó que más que árbol es una hierba, que no es autóctono de la pampa argentina y que la distinción debería pasar al caldén, más presente en la zona de la provincia de La Pampa (el ombú, aclaremos, arraigó en toda la región pampeana).
Cosas de las elecciones y del corazón. Durante alrededor de dos meses votaron casi 30.000 chicos. La encuesta se dirigía a ellos, aunque se nota en las respuestas que, muchas veces, escribían los padres, abuelos y hasta los maestros. El escrutinio final arrojó los siguientes resultados:
Ombú: 14.670 votos
Pino: 3.160
Laurel: 2.150.
Ceibo: 2.100
Algarrobo: 1.430
Los demás árboles que recibieron votos fueron: quebracho (570), tala (440), sauce (430), vasco (353, ¿será el retoño del roble de Guernica que había en Buenos Aires?), ñandubay (350), espinillo (300), caldén (290), olivo (240), yerba mate, naranjo y tipa con 200; luego, con números más modestos: palmera y aromo (111), pacará (109), álamo (107), lapacho (106), ciprés, chamiar, eucalipto, urunday, sombra de toro y ubajay (100); araucaria, palo borracho y gualeguay (40); guayacán y cedro (20); paraíso (18), abedul (17), higuera (15), plátano, jacarandá, piquillín (11), magnolia y mistol (10), roble (5) y nogal (3).
Un verdadero muestrario arbóreo de nuestro país. Aunque no era necesario, mucha gente enviaba junto con el cupón la justificación de su voto. Algunos la basaban en la belleza, la densidad de su sombra, la relación con el gaucho y su descanso, y hasta razones históricas, como una joven llamada Ruth Castro Correa, quien recordó algunos ombúes históricos: los de Santos Lugares en los campos de Rosas; el ombú donde descansó el virrey de Sobremonte en su huida a Córdoba, ubicado en la quinta de Zamudio en San Fernando; el de Perdriel, donde se reunieron grupos armados dispersos para defender la ciudad de Buenos Aires en la primera Invasión Inglesa (1806); y el ombú de la Esperanza, en San Isidro, donde los generales Guido, San Martín y Pueyrredon se propusieron independizar a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
¿Habrán influido los versos de Luis Domínguez en la elección de los chicos? Sin dudas. Los escribió en 1843, cuando tenía 24 años. El poema, del cual hemos publicado solo un fragmento, le permitió ganar un concurso literario.
Camino a cumplir noventa años con la cucarda de árbol patrio, celebramos la imponente presencia del ombú en la soledad de la llanura, en la vida rural y en la literatura gauchesca.
Fuente: http://blogs.lanacion.com.ar/historia-argentina/costumbres/por-que-el-ombu-es-el-arbol-nacional/
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