martes, 8 de octubre de 2024

1913. Se abre la Diagonal Norte y se Inaugura el Subterráneo. En la imagen el primer tramo de la diagonal. Esquina de Cangallo y Esmeralda, luego de la demolición. Buenos Aires.


Hacía tiempo ya que la Gran Aldea se estaba convirtiendo en la gran ciudad. El crecimiento demográfico como consecuencia, especialmente, de la intensa corriente inmigratoria, avanzaba a grandes pasos. Ya, a principios de siglo, la implantación del servicio eléctrico de tranvías había constituido un trascendental progreso para Buenos Aires que, como consecuencia del mismo, se fue extendiendo cada vez más, poblándose muchos barrios que hasta entonces habían sido verdaderos desiertos. La ciudad se ampliaba constantemente. Se buscaba la descongestión del centro, donde se estaba agrupando toda la población. Con el tranvía eléctrico ya se había conseguido algo, pero era necesario hacer más. Por otra parte, la creciente población de los distintos barrios abría nuevas exigencias. Además la ciudad tendía a parecerse a otras grandes capitales del mundo. Buenos Aires, aparte de extenderse, se modernizaba. También necesitaba respirar, de manera que se proyectaron, poco después del Centenario algunas obras de gran aliento tendientes a su embellecimiento, pero igualmente a dar un desahogo a la parte céntrica, donde la población no cabía y los vehículos abarrotaban las calles entorpeciendo el tránsito, cada vez mayor en la capital. El municipio se ponía a tono con las necesidades de la urbe en plena evolución. Se había proyectado la construcción de un juego de diagonales. Y en el año 1913 se dio comienzo a las obras correspondientes a la Diagonal Norte, que debía partir de Plaza Mayo para unirla con Plaza Lavalle. Grandes edificios rindieron tributo a ese adelanto edilicio y cayeron demolidos por la a piqueta. El pueblo asistía, como asombrado, al inusitado progreso de la ciudad. no igualado por ninguna otra capital del mundo. En muy pocos años se transformaba casi fundamentalmente. Al mismo tiempo que la zona central cambiaba su fisonomía, los arrabales se iban convirtiendo en hermosos barrios residenciales con modernos edificios. Y la construcción de la Diagonal Norte constituía un paso gigantesco en la evolución de la metrópoli. Porque además se había previsto para la nueva arteria un especial estilo de edificación, con casas de idéntica altura, con sentido urbanístico y con miras al futuro. Era el comienzo de una etapa extraordinariamente progresista que no habría de detenerse. Las casas iban cayendo para dejar paso a la nueva arteria con su posterior moderna edificación. Se abría, en el centro de la capital, junto con la avenida, una perspectiva magnífica. El crecimiento era integral. También el puerto Madero, que no tenía muchos años, resultaba pequeño para su enorme movimiento. Y como es natural, se proyectó la construcción de un nuevo puerto, cuyas obras se iniciaron también en el año 1913, que quedó en la historia edilicia de la ciudad como uno de los que dieron mayor impulso a su progreso. Demandó años la construcción de los modernos muelles, pues fue necesario ganar muchos terrenos al río de la Plata. antes de dar comienzo a las obras principales. Pero, es indudable, que la mayor expresión del progreso urbano registrada en ese año, fue la inauguración de la primera línea de trenes subterráneos. Las obras iniciadas en el año. 1911 dieron término en diciembre de 1913, en que se procedió a la inauguración del primer tramo. En esa primera línea los trenes corrieron desde Plaza Mayo a Plaza Once por la Avenida de Mayo y Rivadavia, con miras a su futura prolongación hasta Caballito. De más está decir que la inauguración del subterráneo constituyó un verdadero acontecimiento. Al viaje inicial asistieron altas autoridades nacionales y comunales, así como invitados. El servicio se cumplía con coches adquiridos en Bélgica. Cada uno pesaba 30 toneladas, tenía 16 metros de largo y entre otros muchos detalles, puertas corredizas y dotados de profusa iluminación. Los trenes fueron compuestos hasta por seis vagones cada uno y el nuevo servicio transportaba 17.000 pasajeros por hora. Los vehículos, si bien contaban con motores independientes, podían conectarse entre sí como si formaran una sola unidad. La velocidad de los trenes era de unos cuarenta y cinco kilómetros por hora y. como las paradas se producían en estaciones especiales, construidas cada tres cuadras, el viaje era más rápido que en los vehículos a nivel.



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