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En las barrancas de Belgrano, sobre tierras que habían pertenecido a Juan Manuel de Rosas, se levantó entre 1865 y 1878 el Templo de la Inmaculada Concepción, conocido popularmente como La Redonda. La obra estuvo a cargo de los arquitectos Nicolás y José Canale junto a Juan Antonio Buschiazzo, quienes adoptaron un estilo inspirado en el Panteón Romano, con planta circular y columnas corintias. El financiamiento provino de los propios vecinos, que vendieron materiales de la antigua capilla “La Calera” y aportaron recursos para la nueva construcción. El templo fue inaugurado el 8 de diciembre de 1878, en una ceremonia a la que asistieron el presidente Nicolás Avellaneda y el gobernador bonaerense Carlos Tejedor, en vísperas de su célebre enfrentamiento político. Su interior, más reducido que su imponente fachada, albergó un altar mayor de mármol blanco realizado por el escultor Miguel Castellanos, bajo la imagen de la Virgen de la Inmaculada Concepción y una reproducción de la Última Cena de Leonardo da Vinci. Se añadieron seis altares secundarios dedicados al Calvario, San José, Santa Ana, la Virgen del Rosario, la Virgen del Carmen y Jesús Crucificado. Con mosaicos venecianos, imágenes barrocas y un púlpito de gran valor artístico, La Redonda se convirtió en un símbolo urbano y religioso de Buenos Aires, rodeado de jardines que ofrecieron un espacio de recogimiento. Según el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y el Instituto de Investigaciones Históricas de la UBA, el templo es considerado uno de los hitos arquitectónicos más bellos de la ciudad. Incluso trascendió al mundo literario: Ernesto Sábato lo incluyó en su novela Sobre héroes y tumbas, donde el personaje Fernando Vidal Olmos penetraba en sus dependencias en el célebre “Informe para ciegos”. #LaRedondaBelgrano #InmaculadaConcepción #Templo1878 #ArquitecturaHistórica #PatrimonioPorteño #BarrioBelgrano #HistoriaVisual #BuenosAiresAntiguo #MonumentoReligioso #MemoriaUrbana #mendozantigua
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