Se presentó en La Barra de Santa Lucía, en las afueras de Montevideo, donde se alojaba el equipo argentino. Llegó acompañado por sus guitarristas Aguilar, Barbieri y Riverol, y cantó tangos como Corrientes y Buenos Aires y Patadura, este último con temática futbolera. Compartió charlas con jugadores como Guillermo Stábile, Luis Monti, Carlos Peucelle y Fernando Paternoster, quien incluso lo invitó a asistir a la final. Gardel, con su habitual diplomacia, respondió: “No, muchachos. Quise cantarles unos tangos y nada más. ¡No quiero que haya ganadores!”. Gardel ya había cantado para ambos equipos en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, donde Uruguay venció a Argentina. Su presencia en la concentración argentina fue vista como un gesto de unidad rioplatense, en medio de una rivalidad creciente. Aunque tenía vínculos afectivos con Uruguay y Argentina, evitó tomar partido y no asistió a la final del 30 de julio, que terminó con victoria uruguaya por 4-2. El diario La Razón tituló: “Carlos Gardel llevó al campamento argentino la alegría de sus canciones”. Su visita fue interpretada como un acto de afecto y neutralidad, en un momento donde el fútbol comenzaba a ser símbolo de identidad nacional. Este episodio es recordado como una de las efemérides más curiosas del fútbol argentino, donde el Zorzal Criollo se convirtió en hincha de todos y cantor de la historia.
Bienvenidos al sitio con mayor cantidad de Fotos antiguas de la provincia de Mendoza, Argentina. (mendozantigua@gmail.com) Para las nuevas generaciones, no se olviden que para que Uds. vivan como viven y tengan lo que tienen, primero fue necesario que pase y exista lo que existió... que importante sería que lo comprendan
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jueves, 10 de julio de 2025
⚽ El 11 de julio de 1930, ocurrió un momento entrañable en la historia del fútbol argentino: Carlos Gardel, el Zorzal Criollo, visitó la concentración de la Selección Argentina en Montevideo, Uruguay, a días del debut en el primer Mundial de la FIFA
Se presentó en La Barra de Santa Lucía, en las afueras de Montevideo, donde se alojaba el equipo argentino. Llegó acompañado por sus guitarristas Aguilar, Barbieri y Riverol, y cantó tangos como Corrientes y Buenos Aires y Patadura, este último con temática futbolera. Compartió charlas con jugadores como Guillermo Stábile, Luis Monti, Carlos Peucelle y Fernando Paternoster, quien incluso lo invitó a asistir a la final. Gardel, con su habitual diplomacia, respondió: “No, muchachos. Quise cantarles unos tangos y nada más. ¡No quiero que haya ganadores!”. Gardel ya había cantado para ambos equipos en los Juegos Olímpicos de Ámsterdam 1928, donde Uruguay venció a Argentina. Su presencia en la concentración argentina fue vista como un gesto de unidad rioplatense, en medio de una rivalidad creciente. Aunque tenía vínculos afectivos con Uruguay y Argentina, evitó tomar partido y no asistió a la final del 30 de julio, que terminó con victoria uruguaya por 4-2. El diario La Razón tituló: “Carlos Gardel llevó al campamento argentino la alegría de sus canciones”. Su visita fue interpretada como un acto de afecto y neutralidad, en un momento donde el fútbol comenzaba a ser símbolo de identidad nacional. Este episodio es recordado como una de las efemérides más curiosas del fútbol argentino, donde el Zorzal Criollo se convirtió en hincha de todos y cantor de la historia.
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