En 1925, en un laboratorio improvisado en el Soho londinense, el inventor escocés John Logie Baird logró lo impensado: transmitir por primera vez la imagen en movimiento de un ser humano. El protagonista fue William Taynton, un joven oficinista de 20 años que trabajaba en el mismo edificio. Sin saberlo, se convirtió en el primer rostro televisado del mundo. Baird, un inventor autodidacta con más fracasos que éxitos, había construido su sistema con piezas recicladas: cajas de té, lentes de bicicleta y motores viejos. El calor de las lámparas era insoportable, pero Taynton aguantó lo suficiente para que Baird gritara: “¡Te he visto, William! ¡Por fin tengo televisión!” La imagen era rudimentaria, sin definición, pero se movía. Y eso bastó para marcar el inicio de una revolución visual. Taynton recibió media corona por su participación: el primer pago en la historia de la televisión. Meses después, Baird presentó su invento al público. Aunque su tecnología fue superada, su visión se cumplió: la televisión llegó a todos los hogares. Décadas más tarde, Taynton recordaría con humor su papel accidental en una historia que transformó el mundo. #PrimerEnTV #Baird1925 #HistoriaVisual #TelevisiónReal #InventoHumano
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