El 1 de enero de 1825, los vecinos concurrieron a la plaza principal de la “Bajada del Paraná”, frente a la iglesia parroquial que se encontraba en plena etapa de construcción. El motivo de la convocatoria era elegir los santos patronos de la provincia y de la ciudad. En el brocal del aljibe que se encontraba en medio de la plaza se colocó una sencilla urna. Cada vecino depositó un trozo de papel con los nombres propuestos: el voto fue secreto.
Como patrono de Entre Ríos se eligió a San Miguel Arcángel; mientras que la elección de Paraná recayó en Nuestra Señora del Rosario, cuya imagen veneraban desde siempre: el primer rancho que hacía las veces de parroquia en 1730 ya contaba con una figura que le había sido prestada por el pueblo santafesino de San José del Rincón.
La construcción de la iglesia se completó en 1829 y tuvo una peculiar actividad en 1854 cuando, establecido el Poder Legislativo en Paraná durante la presidencia de Urquiza, se llevaron a cabo las primeras sesiones en el recinto de la histórica iglesia (que ya había sido elevada al rango de Catedral). En 1882 se demolió para dar lugar a una nueva edificación, inaugurada en 1886.
En la foto tomada desde la plaza –donde se habían llevado a cabo las elecciones de 1825– podemos observar la construcción definitiva. Simétrica, con sus seis columnas, su cúpula de 54 metros de altura y, en el frontispicio, el Cristo Redentor que es réplica del que se encuentra en Mendoza, en el límite con Chile.
Lo curioso es que la copia, instalada el 6 de abril de 1901, se conoció antes que el genuino. ¿Adónde estaba el Cristo Redentor original? En Buenos Aires, depositado en un colegio, aguardando ser llevado a su destino. Casi tres años después, el 13 de marzo de 1904, arribó a la cordillera.
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