En algún momento entre 1946 y 1947, una tal Sra. Andrews visitó la tumba de su hija Joyce, que había muerto en 1945 con solo 17 años. La señora Andrews tomó una foto de la tumba de Joyce. Al revelar la película descubrió que, junto a la lápida de su hija, había una niña pequeña jugando felizmente. Juró y perjuró que, cuando hizo la foto, no había ningún niño alrededor.
En la investigación del caso se descubrió que cerca de la tumba de Joyce había enterradas dos niñas pequeñas.
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