sábado, 12 de julio de 2025

🌞 Imagen del verano de 2005, Punta Mogotes vivió una temporada vibrante, marcada por el turismo familiar, el regreso de visitantes históricos y una fuerte presencia de veraneantes de clase media que elegían el complejo por su accesibilidad y servicios.


Los 24 balnearios del complejo funcionaban a pleno, con sombrillas alineadas frente al mar, juegos para niños, torneos de tejo y campeonatos de fútbol playero. La rambla peatonal de 2,4 km era punto de encuentro para caminatas al atardecer, ferias artesanales y espectáculos callejeros. Los quioscos y restaurantes ofrecían desde churros rellenos hasta mariscos frescos, con clásicos como el Asturias y el Baquero recibiendo multitudes. Aunque el complejo había sido inaugurado en 1981, para 2005 ya mostraba signos de desgaste en algunas estructuras, lo que motivó reclamos vecinales por mejoras. Los playones de estacionamiento seguían siendo amplios pero poco arbolados, y el acceso desde la Avenida de los Trabajadores era fluido, aunque con congestión en fines de semana largos. Se reforzó la presencia de guardavidas, especialmente en zonas con mayor oleaje. Se instalaron puestos de primeros auxilios y se promovieron campañas de concientización sobre el cuidado del mar y la fauna costera. La Reserva Natural de Punta Mogotes, con sus lagunas y aves como flamencos y cisnes de cuello negro, comenzó a recibir más atención como espacio educativo y recreativo. El Faro Punta Mogotes, aunque aún no funcionaba como Espacio de la Memoria (inaugurado en 2014), era un ícono fotográfico para los turistas. Ese verano fue testigo de una Mar del Plata en transición, con Punta Mogotes consolidado como destino popular, pero también como espacio que pedía renovación.

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