🏞️ Valle de Villavicencio en la década de 1930: turismo y patrimonio en construcción. Departamento de Las Heras, Mendoza. Argentina

Durante los años 30, el Valle de Villavicencio, ubicado en el departamento de Las Heras, Mendoza, vivió una etapa de transformación que lo consolidó como destino turístico emergente y punto estratégico en la conexión con Chile. Su paisaje de montaña, sus aguas minerales y su cercanía a la Ruta Provincial 52 lo convirtieron en un símbolo de modernidad y naturaleza. El Hotel Termas de Villavicencio, inaugurado en 1940 pero proyectado desde la década anterior, fue parte de un plan estatal para fomentar el turismo de montaña. En los años 30, el sitio ya era visitado por excursionistas, naturalistas y viajeros que buscaban descanso y aire puro. Las aguas minerales del valle comenzaron a ser comercializadas y promocionadas, posicionando a Villavicencio como marca regional. La Dirección Nacional de Vialidad, creada en 1932, impulsó obras que conectaban Mendoza con Uspallata y Chile, siguiendo el trazado de la antigua ruta colonial. Se mejoraron los caracoles de Villavicencio, curvas en zigzag que ascendían por la precordillera, y se construyeron puentes, cobertizos y estaciones. La ruta 52 fue clave en la circulación de vehículos a motor, reemplazando progresivamente el tránsito de mulas y carretas. El valle fue parte del camino sanmartiniano, utilizado por el Ejército de los Andes en 1817. En 1935 se inauguró el Monumento de Canota, en homenaje a la división comandada por Juan Gregorio de Las Heras que partió desde El Plumerillo. La zona comenzó a ser reconocida como sitio de memoria nacional, combinando historia y paisaje. Aunque la Reserva Natural Villavicencio se creó oficialmente en 2000, ya en los años 30 se valoraba la biodiversidad del área. Se registraban especies como guanacos, cóndores, choiques y zorros, y se realizaban estudios geológicos y botánicos. El valle era considerado un laboratorio natural, visitado por científicos y exploradores. La imagen compartida muestra construcciones en el valle, caminos y vegetación de altura refleja ese momento de transición entre lo agreste y lo civilizado, entre la historia libertadora y el turismo moderno. Es una postal de un Mendoza que empezaba a mirar al futuro sin perder sus raíces.