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En el año 1937, la Casa Rosada, sede del Poder Ejecutivo Nacional, se alzaba imponente frente a la Plaza de Mayo, como símbolo del Estado argentino en plena etapa de modernización urbana y consolidación institucional. La imagen del frente principal del Palacio de Gobierno, con sus arcos italianizantes, balcones ornamentados y el icónico color rosado, capturaba el espíritu de una Buenos Aires que combinaba tradición arquitectónica con dinamismo político. Durante ese año, el presidente era Agustín Pedro Justo, líder de la llamada Década Infame, un período marcado por el fraude electoral, el pacto Roca-Runciman con Inglaterra y el crecimiento de la infraestructura pública. La Casa Rosada no solo era el epicentro de decisiones políticas, sino también un espacio de representación nacional, donde se recibían delegaciones extranjeras, se celebraban actos oficiales y se pronunciaban discursos desde el famoso balcón presidencial. La fachada que vemos en 1937 es el resultado de una fusión arquitectónica que comenzó en el siglo XIX: primero como Casa de Correos, luego como Casa de Gobierno, hasta que en 1898 se unificaron ambas estructuras bajo el diseño de Francesco Tamburini, con estilo romántico e italianizante. El edificio ocupa el solar donde se erigió el antiguo Fuerte de Buenos Aires, fundado por Juan de Garay en 1580, lo que lo convierte en un sitio de profunda carga histórica. En la imagen de archivo, se aprecian automóviles de época, tranvías eléctricos y peatones cruzando la avenida, reflejo de una ciudad que comenzaba a expandirse hacia el sur y el oeste, con barrios obreros, fábricas y nuevas avenidas. La Casa Rosada, en ese contexto, era mucho más que un edificio: era el rostro visible del poder, el escenario de pactos, conflictos y promesas. #CasaRosada1937 #PalacioYPolítica #PlazaDeMayoViva #DécadaInfame #HistoriaEnFachada #mendozantigua . Crédito Fotográfico: Archivo General de la Nación
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